La gen¨¦tica molecular arremete contra el azote de la tuberculosis
La secuenciaci¨®n del bacilo de Koch abre nuevas v¨ªas de lucha contra la enfermedad
Un equipo francobrit¨¢nico ha logrado descubrir los 4.000 genes del patrimonio hereditario del bacilo de Koch. Esta proeza hist¨®rica deber¨¢ revolucionar la lucha contra esta enfermedad epid¨¦mica que mata a tres millones de personas al a?o. En biolog¨ªa, las haza?as adoptan a veces rostros extra?os. ?sta toma la forma de 16 p¨¢ginas a todo color en papel estucado sobrecargadas de caracteres microsc¨®picos e insertadas entre las p¨¢ginas 538 y 539 del n¨²mero 6685 (volumen 393) del semanario cient¨ªfico Nature. Diecis¨¦is p¨¢ginas que ofrecen la cartograf¨ªa molecular exhaustiva del bacilo de Koch (o Mycobacterium tuberculosis), compuesta de 4.411.529 pares de bases que corresponden a alrededor de 4.000 genes. Se puede afirmar sin exagerar que, desde un punto de vista m¨¦dico, es tan importante como la lectura hist¨®rica realizada el 10 de abril de 1882 ante la Sociedad de Fisiopatolog¨ªa de Berl¨ªn, cuando Robert Koch revel¨® a sus colegas que hab¨ªa descubierto la bacteria responsable de la tuberculosis, un bacilo que desde entonces lleva su nombre. Se asisti¨® entonces a ambos lados del Rin a una explosi¨®n de descubrimientos en el naciente campo de la bacteriolog¨ªa.Cerca de 20 a?os antes, el 5 de diciembre de 1865, Jean-Antoine Villemin, hab¨ªa demostrado en Par¨ªs que la tuberculosis era de car¨¢cter infeccioso, que se transmit¨ªa por contagio (y no de modo hereditario) y que se pod¨ªa inocular a los animales.
Despu¨¦s de Koch, se estudiaron durante mucho tiempo las caracter¨ªsticas del bacilo, pero hubo que esperar hasta la d¨¦cada de los a?os veinte para que triunfaran los primeros intentos de vacunaci¨®n humana frente a esta infecci¨®n, gracias a los c¨¦lebres trabajos de Albert Camette y Camille Guerin, con su BCG. Y desde aquella ¨¦poca, aunque la BCG se haya convertido en la vacuna m¨¢s frecuentemente utilizada, no han cesado los debates y pol¨¦micas sobre su inocuidad y eficacia, como recuerda Philippe Lagrange ( Hospital de Saint-Louis, en Par¨ªs) en la edici¨®n de marzo de 1998 de M¨¦decine/Sciences.
Pocos conocimientos
Evidentemente, esta situaci¨®n se debe al flojo nivel de los conocimientos sobre la fisiopatolog¨ªa de la enfermedad tuberculosa y, como consecuencia, sobre los mecanismos inmunes asociados a la protecci¨®n mediante vacunas.Por otro lado, fue necesario esperar hasta el fin de la II Guerra Mundial para que aparecieran los primeros antibi¨®ticos activos contra la Mycobacterium tuberculosis, empezando por la estreptomicina. Hasta entonces la terapia se basaba en su mayor parte en la t¨¦cnica del neumot¨®rax artificial (provocaci¨®n de un derrame gaseoso en la cavidad pulmonar con objeto de inmovilizar la zona infectada del pulm¨®n), as¨ª como, contando con el contagio a¨¦reo, en el aislamiento de los enfermos en sanatorios, con frecuencia en lugares altos en los que la atm¨®sfera, se pensaba, era garant¨ªa de salubridad.
En este contexto se debe inscribir la haza?a lograda por los autores del trabajo que va a relanzar las investigaciones sobre diagnosis y terapia en un sector de la bacteriolog¨ªa que, a pesar del avance de la epidemia y de la aparici¨®n incesante de fen¨®menos de resistencia del germen a los medicamentos antituberculosos, ya no suscitaba pr¨¢cticamente inter¨¦s entre la comunidad cient¨ªfica.
"Al principio, puse en marcha un proyecto de secuenciaci¨®n a comienzos de los a?os noventa y luego intent¨¦ interesar en ¨¦l a diferentes socios con objeto de reunir las sumas necesarias", cuenta Stewart Cole, del Instituto Pasteur, codirector del la investigaci¨®n. "La primera colaboraci¨®n con socios estadounidenses no se pudo proseguir pero, afortunadamente, pudimos establecer finalmente un fruct¨ªfero intercambio con la fundaci¨®n Wellcome. Contrariamente a lo que se haya podido escribir, s¨®lo tardamos poco m¨¢s de dos a?os en lograr esta secuenciaci¨®n. Hemos hecho de dominio p¨²blico nuestros resultados sobre todo para animar a las industrias farmac¨¦uticas a hacer algo", prosigue. "Pero tengo intenci¨®n de proseguir este trabajo. Quiero comprender por qu¨¦, durante tanto tiempo, hemos sabido tan poco acerca de los g¨¦rmenes responsables de la tuberculosis y la lepra".
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