Adi¨®s a la miliXAVIER RIUS-SANT
"El pueblo de Catalu?a, no como una aspiraci¨®n exclusiva, sino como una redenci¨®n de todos los pueblos de Espa?a, desear¨ªa que la juventud fuera liberada de la esclavitud del servicio militar". Con esta cita del pre¨¢mbulo del proyecto del Estatuto de Autonom¨ªa de N¨²ria que redactaron los parlamentarios catalanes en 1932, el diputado de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) Carles Campuzano conclu¨ªa el pasado 28 de mayo su intervenci¨®n en el pleno del Congreso en que se aprob¨® el dictamen de la comisi¨®n mixta Congreso-Senado sobre la profesionalizaci¨®n del servicio militar. Campuzano, vinculado a la Joventut Nacionalista de Catalunya, rama juvenil de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya, fue uno de los diputados de CiU m¨¢s cr¨ªticos hace dos a?os cuando el Grupo Catal¨¢n dio su s¨ª a la investidura de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; y la supresi¨®n de la mili obligatoria fue una de las condiciones de las juventudes de Converg¨¨ncia para aceptar el apoyo de la coalici¨®n al Gobierno del PP. Sin lugar a dudas, debido a esta presi¨®n de CiU la profesionalizaci¨®n del ej¨¦rcito concluir¨¢ en el a?o 2002. El no al servicio militar obligatorio y al sistema de quintas fue una hist¨®rica aspiraci¨®n popular olvidada finalmente por la izquierda durante la Segunda Rep¨²blica y de la que se abjurar¨ªa durante la transici¨®n de los setenta e incluso durante los a?os ochenta, al imponerse la tesis de que un ej¨¦rcito de leva obligatoria era m¨¢s popular y menos tendente al golpismo que uno profesional. Tesis que se demostr¨® err¨®nea el 23-F, pues quien decide o no dar un golpe de Estado o sumarse a ¨¦l no son los reclutas de leva, sino los militares de alta graduaci¨®n. Ni en Valencia se negaron los soldados a salir ni, como se refleja en el brillante libro sobre el 23-F y Catalu?a de Andreu Farr¨¤s y Pere Cullell, los soldados acuartelados sab¨ªan en qu¨¦ bando estaban. No fue hasta finales de los a?os ochenta, coincidiendo con el auge de la objeci¨®n y la insumisi¨®n, y el goteo constante en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos de casos de malos tratos en la mili, cuando CiU y el desaparecido Centro Democr¨¢tico y Social empezar¨ªan a plantear la plena profesionalizaci¨®n del ej¨¦rcito, recuperando desde el centro una reivindicaci¨®n hist¨®rica de los movimientos populares, libertarios o republicanos. As¨ª, el rechazo a las quintas motiv¨® muchas de las revueltas que se produjeron en Catalu?a durante los siglos XVIII, XIX e inicios del XX. Movimiento que evidentemente tambi¨¦n se dio en otros lugares de Espa?a, donde la poblaci¨®n m¨¢s desfavorecida, especialmente en el ¨¢mbito rural, no dudaba en servirse de m¨¦todos tan dr¨¢sticos como la mutilaci¨®n de dos dedos para evitar que el hijo tuviera que abandonar las tierras de labranza para ir a Cuba o ?frica, de donde tal vez no volver¨ªa. Pero en Catalu?a este rechazo al ej¨¦rcito se uni¨® a las reivindicaciones populares ya fueran federalistas, libertarias, revolucionarias, o de respuesta a los actos de represi¨®n de un ej¨¦rcito que bombardeaba Barcelona desde Montju?c o la Ciutadella. Pese a que el servicio obligatorio no se impuso hasta 1837, cuando el ej¨¦rcito formado por voluntarios remunerados necesitaba m¨¢s hombres, se reclutaba a j¨®venes de las clases m¨¢s bajas. Tambi¨¦n se recurr¨ªa al sistema de quintas, llamado as¨ª al escogerse por sorteo a uno de cada cinco j¨®venes, si bien se libraban aquellos que ten¨ªan recursos para pagar un rescate. Una de las revueltas que m¨¢s sorprendi¨® fue la de 1773, cuando los j¨®venes barceloneses se negaron a dar su nombre y junto con muchos otros ciudadanos se encerraron en la catedral haciendo sonar la campana conocida como la Tomasa. En 1845, al obligar el Gobierno de Narv¨¢ez a quintarse, la poblaci¨®n del entonces independiente Sant Andreu del Palomar se amotin¨® y se produjo un sangriento bombardeo de la iglesia de Sant Andreu. M¨¢s tarde, 25 a?os despu¨¦s, la Diputaci¨®n de Barcelona, ante el rechazo de los municipios a las quintas, solicit¨® su abolici¨®n en un documento remitido a las Cortes. La demanda no fue atendida, y en los meses siguientes se produjeron constantes revueltas dirigidas por los federalistas contra el Gobierno de Prim en los municipios de Barcelona, Gr¨¤cia, Sant Mart¨ª, Sants y Sabadell; hubo decenas de muertos. La abolici¨®n no se hizo realidad hasta 1873, con la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica. Tras el par¨¦ntesis republicano, el ej¨¦rcito de leva volvi¨® a regir en Espa?a y dio lugar a nuevas revueltas en Catalu?a, la m¨¢s sangrienta de las cuales fue la Semana Tr¨¢gica de 1909, cuando la ciudad estall¨® por la negativa de los reservistas a embarcar hacia Marruecos. Fracasada la propuesta catalana de acabar con el reclutamiento forzoso plasmada en el Estatut de N¨²ria, el antimilitarismo popular, al igual que ocurr¨ªa despu¨¦s con el intermitente sentimiento anticlerical, pas¨® a ser un tab¨² pol¨ªtico. Incluso en 1990, cuando la objeci¨®n crec¨ªa sin freno e incluso los dirigentes juveniles de Iniciativa per Catalunya, Izquierda Unida y Herri Batasuna se hac¨ªan insumisos, estas fuerzas pol¨ªticas todav¨ªa se pronunciaban en contra de la eliminaci¨®n del servicio militar aduciendo el cariz golpista del ej¨¦rcito profesional. Sin lugar a dudas, CiU ha sabido sacar partido de esta reivindicaci¨®n social pol¨ªticamente incorrecta que, pese a la oposici¨®n oficial de la mayor¨ªa de partidos, reaparec¨ªa en el tejido social con los 100.000 objetores que se declaran a?o tras a?o y el movimiento de insumisos que pone en apuros a los jueces. Tambi¨¦n ha tenido CiU a su favor la constataci¨®n aceptada tras la experiencia del Golfo y Bosnia por el PP y el PSOE, de la mayor eficacia del ej¨¦rcito profesional. Pero evidentemente si no hubiera sido por la presi¨®n de CiU todav¨ªa se estar¨ªa en aquella pol¨ªtica pactada en 1992 por el PSOE y el PP que aspiraba tan s¨®lo a conseguir para el nuevo siglo un ej¨¦rcito mixto, mitad de reclutas, mitad de profesionales, y a¨²n estar¨ªamos lejos de terminar con la mili.
Xavier Rius-Sant es escritor especializado en tem¨¢ticas de derechos humanos, seguridad y defensa.
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