Medio a?o nefasto deslustra el balance final de los doce a?os de gobierno de Ardanza
El lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza ha sido una de las v¨ªctimas de los nervios pol¨ªticos del fin de legislatura. Despu¨¦s de 12 a?os de mandato, el pa¨ªs se le ha puesto patas arriba. El PP impidi¨® que su testamento pol¨ªtico, el plan de paz que lleva su nombre llegara a debatirse, y ahora el PSE ha roto "el blindaje" de un Gobierno que hab¨ªa resistido las turbulentas relaciones entre los partidos asociados. El ¨²ltimo a?o vuelve a cuestionar el liderazgo que ejercen los gabinetes de gesti¨®n frente a los partidos, cuando ¨¦stos toman las riendas pol¨ªticas.
El lehendakari ya est¨¢ en Gernika recuper¨¢ndose de sus dolencias y reflexionando sobre el vuelco que ha dado el panorama pol¨ªtico en v¨ªsperas de las elecciones auton¨®micas. Y tambi¨¦n pensando en el futuro personal. Un futuro que deber¨ªa ser mejor que el ¨²ltimo a?o que le ha tocado vivir al frente del Ejecutivo vasco y que ha supuesto un borr¨®n inesperado en doce a?os de mandato globalmente positivo. Ardanza, que en gran medida construy¨® su imagen pol¨ªtica como guardi¨¢n y portavoz del Pacto de Ajuria Enea, vio menoscabado su liderazgo cuando a partir de 1995 comenz¨® a quebrarse el consenso entre los partidos firmantes. Pero se resinti¨® todav¨ªa m¨¢s cuando su iniciativa para revitalizar la Mesa de Ajuria Enea, el plan que lleva su nombre y con el que quer¨ªa anticipar el escenario de una salida dialogada a la violencia, se qued¨® como un papel sin futuro. El PP puso el veto a esa v¨ªa y el PSE no quiso dejar solos a los populares en la reuni¨®n de la Mesa de Ajuria Enea del pasado mes de marzo, posiblemente la ¨²ltima que presida Ardanza. Tras la unidad que hab¨ªan demostrado los partidos durante el secuestro y posterior asesinato del concejal del PP de Ermua, Miguel ?ngel Blanco, aquella fracasada cita de marzo marc¨® el inicio de una nueva etapa en la que las estrategias partidistas tomaron el mando de la situaci¨®n. El presidente del PNV Xabier Arzalluz avis¨® aquel mismo d¨ªa: "El PNV hace suyo el documento de Ardanza y no renuncia a buscar nuevas mayor¨ªas en torno a la metodolog¨ªa que propone". Hubo mucha gente que no le crey¨®, pero aquella advertencia ha marcado un final de la legislatura en la que los partidos pol¨ªticos han antepuesto sus estrategias partidistas a las demandas sociales. El PP y el PNV no han querido pactar una pol¨ªtica de pacificaci¨®n conjunta por un riesgo electoral perfectamente calculado; los nacionalistas iniciaron a posteriori unas controvertidas conversaciones con HB. Y el PSE, invocando el reiterado alineamiento de sus socios de Gibierno con HB, ha dado un portazo a casi doce a?os de gobierno compartido. El hecho de que el lehendakari haya vivido este ¨²ltimo cap¨ªtulo desde una cama en la quinta planta de un hospital de Vitoria a?ade m¨¢s frustraci¨®n a una despedida que tan s¨®lo hace ocho meses se promet¨ªa mucho m¨¢s feliz. Todos estos episodios tienen un com¨²n denominador. Se han gestado y decidido fuera del Gobierno. Y demuestran que la inestabilidad partidista puede romper incluso el "blindaje" que el lehendakari invent¨® para su Gaginete a principios de la legislatura, cuando el panorama nacional mostraba una convulsi¨®n desconocida desde los primeros a?os de la transici¨®n. "El lehendakari ha paralizado muchos movimientos de los partidos", recuerdan en su entorno m¨¢s cercano. Por eso quiz¨¢s, el sabor agridulce de su retirada y la reflexi¨®n de que probablemente ha acabado la ¨¦poca de los gobiernos de gesti¨®n. "Ardanza ya ha computado todo ello en el pasado", dicen sus allegados.
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