Europa recupera a Ingmar Bergman
El cineasta cumple 80 a?os, mientras gira en torno suyo la capitalidad cultural de Estocolmo
Ma?ana, martes, 14 de julio, Ingmar Bergman se hace octogenario y, cada d¨ªa m¨¢s lejos del retiro que anunci¨® hace quince a?os, vive una nueva y vigorosa etapa de creaci¨®n. La vida art¨ªstica de Estocolmo, capital cultural europea en 1998, gira desde comienzos de a?o alrededor del ¨²nico habitante de la isla de Far?, donde este anciano artista, que fue proclamado en Cannes 97 el m¨¢s eminente cineasta vivo, amuralla su soledad. Sus libros llenan escaparates, la televi¨®n repone su enorme obra teatral y televisiva, los cines recuperan sus pel¨ªculas, entre las que resuenan t¨ªtulos de obras cumbres. C¨¢maras y magnet¨®fonos andan a la caza de su rostro y su palabra, pero no hay de ¨¦l m¨¢s noticia que su silencio, que mueve y agita la vida cultural sueca.
Nadie espera que ma?ana rompa el cineasta su aislamiento para acudir a alguna ceremonia publica de homenaje por su ingreso en los ochenta a?os. Sin su presencia, vienen celebr¨¢ndose en Estocolmo desde comienzos de a?o representaciones teatrales, proyecciones, conferencias, cursos, seminarios y debates sobre las diferentes facetas de la obra literaria, dram¨¢tica, esc¨¦nica y cinematogr¨¢fica de Ingmar Bergman. En ellos participan muchos de sus colaboradores, sobre todo actores, escen¨®grafos, fot¨®grafos y t¨¦cnicos, colegas en alguna ramificaci¨®n de su vasta aventura creativa. Pero lo que m¨¢s sorprende a quienes dan cuenta de estos encuentros es la, a medida que avanza, creciente participaci¨®n en ellos de gente muy joven, que no conoc¨ªa la obra de Bergman, pero que se engancha a su teatro y su cine nada m¨¢s entrar en contacto con ellos.Un cine de Estocolmo construido en 1913, el venerable P¨¢jaro azul, se ha convertido desde comienzos de a?o en sede del rescate de la obra cinematogr¨¢fica del artista. Es la sala donde Bergman, en su adolescencia, vivi¨® las primeras lecciones de su futuro oficio. Cada semana se rehace la programaci¨®n con una nueva pel¨ªcula suya. Los 50 largometrajes (desde Crisis, realizada en 1945, a En presencia del clown, grabado a primeros de este a?o) que realiz¨®, casi todos tambi¨¦n escritos por ¨¦l, a?adidos a sus cortos, a sus spots publicitarios y a sus documentales de montaje, permiten que cada siete d¨ªas se renueve la programaci¨®n de la vieja sala que, a finales de a?o, habr¨¢ dado a conocer o a revisar enteramente su obra filmada.
Llamada
Solo quedar¨¢ fuera de este rescate la pel¨ªcula que Bergman planea rodar en septiembre, con la que, de hacerla, romper¨ªa definitivamente la decisi¨®n que tom¨® en 1984, tras dar fin al extenuante rodaje en continuidad de Fanny y Alexander (en su doble versi¨®n de largometraje y serie de televisi¨®n) y Tras el ensayo, de no volver nunca a sentarse detr¨¢s de una c¨¢mara. La cumpli¨® durante quince a?os, pero cedi¨® terreno al grabar hace ocho meses en v¨ªdeo (para concentrarse en los int¨¦rpretes al sentirse libre de la presi¨®n de la c¨¢mara) En presencia del clown, que ha sido trasladada despu¨¦s a celuloide y estrenada hace mes y medio en el festival de Cannes, donde fue aclamada como una de sus obras mayores. Un a?o antes, tambi¨¦n en Cannes, Bergman fue proclamado por 28 eminentes colegas suyos de Europa y Estados Unidos el m¨¢s grande cineasta vivo. Alg¨²n eco de este gesto debi¨® sonarle a una llamada al retorno.Sin embargo, pese a no rodar filmes durante tres lustros, Bergman nunca dej¨® de hacer cine. Sigui¨® escribi¨¦ndolo, y es m¨¢s que probable que consciente del formidable peso que sus guiones tendr¨ªan sobre los directores que encarasen la tarea de convertirlos en im¨¢genes. Son tres las pel¨ªculas hechas sin ¨¦l con escritura suya: Los ni?os del domingo, que dirigi¨® en 1992 su hijo Daniel; Las mejores intenciones, dirigida ese mismo a?o por el dan¨¦s Bille August, y Conversaciones ¨ªntimas, realizada en 1997 bajo la direcci¨®n de Liv Ullmann, actriz noruega y ex mujer suya. La primera tiene un fondo autobiogr¨¢fico y las otras dos m¨¢s que eso: son temerarias incursiones sin red protectora dentro de su identidad, buceos en el interior de sus dolorosas ra¨ªces familiares, que tienen algo de arreglo de cuentas con sus padres, autores del perturbador equilibrio familiar en que el ni?o Bergman se forj¨®.
Personas que conocen de cerca sus, en cercan¨ªas profesionales, temidos brotes de c¨®lera, como el fot¨®grafo Sven Nijvist, han comentado en forma de conjetura que la huida de Bergman de la direcci¨®n tuvo que ver con cierto temor a s¨ª mismo, a no estar seguro de saber sostener sin rencor la mirada hacia atr¨¢s que esos sus dos ¨²ltimos filmes representan, a no poder alcanzar la imparcialidad que dieron a la representaci¨®n de la amarga contienda entre sus padres tactos tan delicados como los de Bille August y Liv Ullmann.
Linterna
Pero Bergman sigue adentr¨¢ndose, otra vez detr¨¢s de la c¨¢mara, en sus ra¨ªces. En presencia del clown proviene de recuerdos familiares recogidos en su libro La linterna m¨¢gica, ahora dramatizados y filmados. Y, paralelamente, en las librer¨ªas de todo el mundo, ya est¨¢ su gui¨®n Conversaciones ¨ªntimas (Tusquets) novelizado y despojado de acotaciones t¨¦cnicas y referencias a la imagen, para facilitar su lectura al no especialista.Toda la tormentosa obra de Bergman converge en la serenidad y sinceridad que alcanza ahora su larga e incesante introspecci¨®n, que condujo a la escalada de uno de los grandes patrimonios del cine europeo, desde Un verano con M¨®nica en 1952, Fresas salvajes en 1957, El silencio en 1963, Persona en 1966, La verg¨¹enza en 1968, Pasi¨®n en 1969, Gritos y susurros en 1972, Secretos de un matrimonio en 1973 y Fanny y Alexander en 1984, a los dos filmes testamentarios escritos y no dirigidos por ¨¦l.
Entra el octogenario Bergman en la desembocadura de una vast¨ªsima cr¨®nica de los interiores de este siglo. Los j¨®venes suecos que ahora, cuando su pa¨ªs gira alrededor del m¨¢s eminente artista que ha dado en este siglo, equiparable a lo que en el anterior fue August Strindberg, descubren que Bergman es m¨¢s que un nombre hueco o¨ªdo en la boca de sus padres. Y, cuentan cronistas del a?o de Bergman dentro del a?o de la capitalidad cultural europea de su ciudad, que esos j¨®venes descubren perplejos que este anciano solitario les concierne de lleno, que sus filmes, que ven por primera vez en el P¨¢jaro azul, les cuentan cosas de s¨ª mismos que no sospechaban tan cercanas.
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