San Gaud¨ª y el delirante JujolJOSEP CASAMARTINA I PARASSOLS
Parece ser que durante las obras de reforma de la catedral de Palma de Mallorca, en 1910, se llam¨® la atenci¨®n a Antoni Gaud¨ª por culpa del comportamiento art¨ªstico tan alocado de Josep Maria Jujol. El maestro, para salir del paso, respondi¨®: "Tengo dos gatos en casa: uno es Sugranyes, que hace su trabajo all¨ª donde debe hacerlo, el otro es Jujol, que lo hace all¨ª donde no tiene ning¨²n derecho a realizarlo. Ustedes tienen toda la raz¨®n pero nada puedo hacer yo". En realidad Gaud¨ª siempre aplaudi¨® la creatividad compulsiva y brillante de su indispensable y apreciado colaborador. Catalu?a en la ¨¦poca del modernisme dio infinidad de ejemplos de buena arquitectura tanto a nivel popular como a partir de los encargos oficiales o de la burgues¨ªa, en una curiosa sinton¨ªa. Los arquitectos fijaron su atenci¨®n especialmente en Francia o B¨¦lgica, pero tambi¨¦n en Inglaterra, e incluso los m¨¢s j¨®venes e inquietos en Centroeuropa: Alemania y Austria; pero el caso de Gaud¨ª y Jujol se desmarca de este contexto para brillar con luz propia. ?ste es sin duda su gran m¨¦rito, y no el de convertir paganos al cristianismo, eliminar piedras del ri?¨®n o ayudar a aprobar ex¨¢menes fastidiosos, que son los m¨¦ritos que se atribuyen a Gaud¨ª ¨²ltimamente y de forma p¨®stuma, con el fin absurdo de lograr situarle en los altares y as¨ª poder rematar el dichoso templo expiatorio. Jujol, a¨²n m¨¢s que Gaud¨ª quiz¨¢, fue quien trascendi¨® el ¨¢mbito puramente arquitect¨®nico y el de las artes decorativas para situarse de lleno, y es muy posible que de una forma inconsciente, en el terreno de las primeras vanguardias art¨ªsticas del siglo XX. Con el tiempo se ha ido estudiando con detalle la obra de Jujol, han aparecido obras que se desconoc¨ªan en la ¨¦poca del excelente inventario de la arquitectura modernista que realiz¨® Oriol Bohigas y, gracias a Carlos Flores, se ha ido concretando su participaci¨®n, important¨ªsima y esencial, en algunas de las mejores obras de Gaud¨ª, como las reformas en la catedral de Palma de Mallorca, el parque G¨¹ell, la Casa Batll¨®, la cripta de la Col¨°nia G¨¹ell y La Pedrera, que vienen a ser algunas de las caracter¨ªsticas m¨¢s celebradas de la obra de Gaud¨ª. A la muerte del maestro, Jujol era el arquitecto m¨¢s adecuado, si no el ¨²nico, para continuar la Sagrada Familia, pero nunca se le encarg¨® tal empresa. Los encargados de continuarla fueron otros gaudinianos, o m¨¢s bien gaudinistas, con mucho menos talento y escasa creatividad, tal como suele suceder en estos casos. Jujol no goz¨® del enorme prestigio de Gaud¨ª ni de su millonaria clientela -por eso nadie reclama su santidad-; su obra es humilde, generalmente hecha con escaso presupuesto y materiales baratos. Pero supo trascender la poca envergadura de muchos de sus encargos y crear una obra intensa y coherente como pocas. Quiz¨¢ tambi¨¦n debido a ello, se pudo librar de condicionantes pompiers o historicistas que le hubieran impuesto unos encargos m¨¢s lujosos, empa?ando su genuina brillantez. Muchos arquitectos sucumbieron a la cutrez, Jujol despunt¨® con ella. En los mosaicos del parque G¨¹ell, Jujol se adelantaba de una forma prodigiosa a la abstracci¨®n y al informalismo, como reivindic¨® en su momento con entusiasmo Alexandre Cirici. El desmadrado assemblage de la catedral de Mallorca realizado con Gaud¨ª es un claro precedente de la obra del dada¨ªsta Kurt Schwitters. En la tienda Ma?ac, de 1911, una de sus obras maestras, que tristemente fue destruida, Jujol tambi¨¦n se anticipaba al dada¨ªsmo y sobre todo al surrealismo. Su influencia en la obra de Mir¨® y de Dal¨ª es enorme, y no es ninguna casualidad que a los dos surrealistas catalanes les encantara mostrar ese interior alucinado a sus amigos artistas extranjeros cuando visitaban Barcelona. La tienda Ma?ac era el apasionamiento llevado a los l¨ªmites del delirio, no exento de un gran sentido del humor. Las sillas coraz¨®n herido, que me imagino que deben de haber desaparecido junto con el resto de ese espeluznante establecimiento, siguen siendo uno de los muebles y a la vez una de las esculturas m¨¢s arrebatadoras de nuestro arte moderno. Tambi¨¦n los elementos de desguace unidos a las viejas herramientas del campo integrados en muchas de sus rejas representan un buen precedente de las esculturas mironianas. Las barandillas de los balcones de La Pedrera son las primeras esculturas abstractas en hierro, y los maravillosos techos de escayola del mismo edificio, un claro precedente de la obra de Jean Arp. Las vidrieras de la cripta de la Col¨°nia G¨¹ell seguramente influyeron en las de Le Corbusier en Notre-Dame de Ronchamp. En su concepto de la arquitectura como arte total, en vez del concepto arts and crafts de Dom¨¨nech i Montaner o de Puig i Cadafalch, Jujol coincide y sigue anticip¨¢ndose a los radicales neopl¨¢sticos como Van Doesburg o Gerrit Rietveld. Pero no todo era arrebato, tal como a veces se le ha echado en cara. Jujol tambi¨¦n mostr¨® su capacidad para lo racional en la Torre dels Ous, en Sant Joan Desp¨ª, tal como destac¨® Bohigas, o en la parte norte de la fachada de la Casa Planells, en la Diagonal, creando un interesante collage: la parte de la Diagonal representa un jujoliano modernista y la otra el racionalismo que se impondr¨ªa algunos a?os m¨¢s tarde. Incluso hasta en este aspecto Jujol es precursor. Los tiempos posmodernos le han sido favorables y ahora podemos juzgar su obra incluso como un precedente de algunas obras de Frank O. Gehry, como el celebrado Guggenheim de Bilbao, o de los edificios escultura de Santiago Calatrava. El Colegio de Arquitectos, conmemorando el pr¨®ximo cincuentenario de la muerte de Jujol, le ha organizado no hace mucho en su sede de Barcelona una exposici¨®n que en oto?o se presentar¨¢ en Madrid. La misma entidad ya mostr¨® hace algunos a?os una excelente exposici¨®n en la que se exhib¨ªan muebles interesant¨ªsimos y una deliciosa maqueta policromada que reconstru¨ªa la fabulosa tienda Ma?ac. Esta nueva muestra ha sido bastante m¨¢s discreta. Con motivo de ella se ha hablado de una posible iniciativa m¨¢s ambiciosa: comparar la obra de Jujol con la de otro gran coet¨¢neo, Rafael Mas¨®, uno de los arquitectos m¨¢s sensibles de Catalu?a. Precisamente a la exposici¨®n de Jujol en Barcelona le ha sucedido otra dedicada a la urbanizaci¨®n de S"Agar¨®, la obra p¨®stuma de Mas¨®. En esta especie de competici¨®n, como arquitecto, es decir, como un profesional que ha de cumplir correctamente el encargo y que se integra y participa activamente en su sociedad, Mas¨® saldr¨ªa ganando. Pero como artista, el ganador ser¨ªa sin duda Jujol, ya que se mantuvo siempre fiel a s¨ª mismo y a su arte tan personal, no transigiendo casi nunca ni cayendo en el amaneramiento historicista. Pero el inter¨¦s y la calidad de ambos bien permitir¨ªan que se les tratase a fondo y por separado, y sin necesidad de establecer ninguna comparaci¨®n. Es una l¨¢stima que a la hora de rendir un homenaje a Jujol no se hubiera establecido una colaboraci¨®n entre el Colegio de Arquitectos y el Macba, precisamente uno de los pocos museos de arte contempor¨¢neo espa?oles que se dedican tambi¨¦n a mostrar arquitectura. Uniendo esfuerzos se podr¨ªa organizar una exposici¨®n de gran nivel que situara de una vez por todas a Jujol como uno de nuestros arquitectos m¨¢s originales, pero tambi¨¦n como el asombroso artista pl¨¢stico precursor de algunos de los movimientos de vanguardia m¨¢s importantes del siglo. Quiz¨¢ por un a?o se podr¨ªan paralizar las obras de la Sagrada Familia y dedicar su presupuesto a esta gran exposici¨®n sobre Jujol. Seguramente Gaud¨ª, que tanto quer¨ªa a Jujol, lo agradecer¨ªa con creces desde el cielo y a lo mejor con un rayo certero y generoso fulminaba para siempre la fachada de la Pasi¨®n. Eso s¨ª que ser¨ªa un verdadero milagro y entonces ya tendr¨ªamos santo.
Josep Casamartina i Parassols es historiador del arte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.