Un "maillot" amarillo manchado
La ronda francesa se desarrolla prisionera de los intereses de los grandes patrocinadores
Todos los a?os se contaba la misma historia: a Cr¨¦dit Lyonnais le gusta mucho el ciclismo, y vive de la publicidad en el ciclismo, pero no le interesa crear un equipo ciclista. ?Para qu¨¦? Todos los a?os, desde 1987, gana el Tour. El del gran banco franc¨¦s es, como patrocinador del maillot amarillo, el ¨²nico equipo que nunca falla. Pero esa teor¨ªa, cara a todos los directores que buscan patrocinadores, puede haber encontrado un abrupto fin en el Tour 98. "El que gane el Tour ser¨¢ considerado por la gente el rey de los dopados", dice Jalabert. Un maillot amarillo, Cr¨¦dit Lyonnais en letras bien grandes, sospechoso, manchado.Sin embargo, eso es tremendismo subjetivo, pueden opinar los de marketing de la entidad financiera. "Claro que nos habr¨ªa gustado que el Tour hubiera reventado el absceso del dopaje antes", dice un responsable de Cr¨¦dit Lyonnais en L"?quipe Magazine, "pero siendo optimistas es mejor pensar que esto va a beneficiar al futuro de la carrera". Lo que no habr¨ªa soportado el banco, ni cualquiera de los otros grandes patrocinadores, es que el Tour se hubiera suspendido por huelga de los corredores.
Esa contingencia, considerada la m¨¢s l¨®gica dadas las circunstancias incluso por el diario Le Monde, habr¨ªa supuesto un desastre econ¨®mico de incalculables consecuencias y un anuncio de a?os negros por venir. Y el Tour, tercera prueba deportiva mundial, tras los Juegos Ol¨ªmpicos y el Mundial de f¨²tbol, como gustan decir sus organizadores, es sobre todo un negocio. Te?ido de mitolog¨ªa, una historia casi centenaria, leyendas y grandes campeones, pero negocio. Una tendencia que ha crecido desde 1992 en que compr¨® la prueba el grupo ASO (propietario de L"?quipe, France Football, Le Parisien y varias revistas especializadas, y organizador tambi¨¦n de otras carreras y del rally Par¨ªs-Dakar).
El Tour, que todos los a?os hace autocr¨ªtica del gigantismo que le envuelve y que puede acabar sepultando su primer sentido (dejar a casi 200 corredores que busquen sus l¨ªmites durante tres semanas para descubrir qui¨¦n es el m¨¢s fuerte), vive desde hace a?os prisionero de los grandes patrocinadores, que cada a?o exigen mayores prebendas a cambio de sus francos.
"Cuando Leblanc toma una decisi¨®n no se sabe si piensa antes en los intereses de sus protagonistas o en los de Coca Cola", dice un director habitual en la carrera. Y a?ade: "Y cuando le dice a Jalabert que no haga huelga y que piense en los aficionados , ¨¦l est¨¢ pensando en un posible proceso entablado por las grandes empresas a las que ha vendido un producto que no puede garantizar". Y casi todos los patrocinadores han comprometido su publicidad en la carrera por varios a?os m¨¢s.
Del presupuesto p¨²blico de la carrera (unos 6.500 millones de pesetas), s¨®lo la tercera parte (unos 2.000 millones) los cubre la venta de derechos televisivos a France T¨¦l¨¦vision, cadena que produce las im¨¢genes y las revende (65 canales y 165 pa¨ªses reciben a diario la se?al del Tour). Los ingresos percibidos de los ayuntamientos por convertirse en ciudades-etapa (seis millones de pesetas por ser meta, 13 por ser salida) representan el 14% del total. La parte fundamental del presupuesto, la que otorga las ganancias, proviene de los patrocinadores. Los cuatro grandes (Coca Cola, Cr¨¦dit Lyonnais, Fiat y Champion) pagan unos 500 millones de pesetas cada uno; los del segundo escal¨®n (AGF, Astra, Compaq, Festina, Itin¨¦ris, Nike, PMU y Sodexho), entre 75 y 175 millones de pesetas; los del tercero (10 marcas), entre 50 y 75 millones. Simplemente, participar en la caravana publicitaria (50 firmas, con tres coches cada una) cuesta entre siete y 10 millones de pesetas.
La cifra de la audiencia televisiva se ha resentido en Francia por la competencia del Mundial los primeros d¨ªas (en los que la carrera transcurri¨® por tierras irlandesas) y despu¨¦s por la tremenda pol¨¦mica generada por el caso Festina. El a?o pasado se alcanz¨® el r¨¦cord (casi siete millones de espectadores en una etapa pirenaica) y en 1998 a¨²n no se han sobrepasado los cuatro millones ning¨²n d¨ªa.
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