La ant¨ªtesis de Nancy
VERANO 98RETRATOS
Como vende y compra libros, su vida ten¨ªa que ser un poco literaria. Vivi¨® en primera persona un cap¨ªtulo muy personal de La tesis de Nancy, la novela de Ram¨®n J. S¨¦nder. Rebecca Boffuno Latorraca -su sangre italiana se desparram¨® por California- lleg¨® a Sevilla el 23 de octubre de 1964. Ven¨ªa con su t¨ªtulo de Sociolog¨ªa obtenido en la escuela cu¨¢quera de Whittier y se matricul¨® en el curso de Espa?ol para extranjeros. No hab¨ªa terminado octubre de ese a?o y su vida dio un vuelco de 180 grados. Por eso quiz¨¢ y no por ning¨²n leninismo trasnochado, octubre sigue siendo su mes preferido. "Estaba garabateando en una postal y se me cay¨® el l¨¢piz al suelo en la plaza del Triunfo. Un joven me lo recogi¨®". El autor de la galanter¨ªa se llama Manuel Fern¨¢ndez N¨²?ez, un sevillano de Triana que entonces viv¨ªa en la Puerta Osario y se convirti¨® en el marido de Rebecca. "?l no hablaba ingl¨¦s y yo no sab¨ªa nada de espa?ol, pero nos llev¨¢bamos estupendamente. La gente empieza a llevarse mal cuando se entiende". 15 a?os despu¨¦s, Rebecca convenci¨® a cuatro amigas para abrir en el barrio de Santa Cruz una librer¨ªa de viejo. Las socias desertaron y ella sigue al frente del local casi 20 a?os despu¨¦s. "Fue primero una tienda de cacharros y despu¨¦s una pescader¨ªa. El local ten¨ªa fama de gafe". Los turistas pasan de largo. Algunos clientes se detienen y le preguntan por La de Bringas, de Gald¨®s, o las Cartas de Espa?a de Blanco White, un sevillano nacido a cuatro pasos de la librer¨ªa Trueque que regenta Rebecca, californiana nacida en Los Ba?os de los Arroyos, pueblo fundado por Fray Jun¨ªpero Serra. El marido galante y la librera tuvieron tres hijos. Patricia (31 a?os) es diplomada en Sombrerer¨ªa por una escuela londinense; David (29) termin¨® Marketing; Adri¨¢n (26), estudia Historia Medieval, juega al rugby y es Basura, uno de los piratas de Isla M¨¢gica. Conocen el pueblo de su madre, que tiene la playa m¨¢s cercana en la ciudad de Santa Cruz. Algunas veces, muy pocas, tuvo la tentaci¨®n de volver. "Cuando discut¨ªa con mi marido, hac¨ªa las maletas, pero enseguida las deshac¨ªa. Cuando vuelvo a Estados Unidos, tardo en entrar. Hay muchos coloquialismos nuevos que no comprendo. Todo el mundo tiene all¨ª 15 minutos de fama, personajes y palabras nuevas y no sabes muy bien de qu¨¦ est¨¢ hablando la gente. En Espa?a son mucho m¨¢s conscientes de lo que pasa en el mundo, pero Estados Unidos es muy insular". El primer libro que vendi¨® fue uno sobre la explotaci¨®n del cerdo que les regal¨® un amigo. Se desprendi¨® con dolor de un incunable de teolog¨ªa. Acaba de hacer parte del camino de Santiago y se va con los suyos a las Alpujarras. No eligi¨® el barrio por su atractivo tur¨ªstico. "En el 79 nadie quer¨ªa saber nada con Santa Cruz. Lo consideraban un poco peligroso y ha vuelto a serlo otra vez". (A muy pocos metros fue asesinada en junio una turista granadina por el Bombita, delincuente que hab¨ªa vulnerado un permiso penitenciario). De los que estaban cuando lleg¨® quedan muy pocos. "El bar de Pl¨¢cido, la tienda de Paco. Cerr¨® Dolorcitas, que era una instituci¨®n en el barrio". Recuerda las visitas de Alfonso Grosso "en sus peores momentos". "Si hab¨ªa alg¨²n libro suyo, se lo llevaba. Si sal¨ªa alguno nuevo, me lo tra¨ªa".
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