Los jardines del palacio de La Granja
Ante el estupor causado por la carta de don Avelino Garc¨ªa Marquina, publicada en este diario el domingo 9 de agosto, quisiera hacer unas cuantas puntualizaciones a la misma, ya que entiendo que, en su fondo, contiene una profunda injusticia.En primer lugar, comunicarle que, am¨¦n del 25 de julio, las ocho fuentes corrieron y gratis el d¨ªa 24 de agosto, d¨ªa de San Luis de los Franceses, patr¨®n del Real Sitio de La Granja.
En segundo lugar, decirle que, involuntariamente, s¨®lo pueden mojar dos de ellas (El Canastillo y Las Ranas), aunque realmente es muy f¨¢cil evitarlo. Lo que ocurre es que, desde hace algunos a?os, chicos y chicas j¨®venes, en su mayor¨ªa forasteros, toman los estanques de las fuentes como si fueran piscinas, meti¨¦ndose de hoz y de coz (sobre todo esto) en ellas.
En tercer lugar, sugerirle que diese un paseo por los jardines el 26 de julio o el 25 de agosto para que comprobara el efecto devastador que causan las manadas arrasando, cual marabunta, los bosquetes. Menos mal que entre la naturaleza sabia y los jardineros expertos, las mismas se recuperan para disfrute y gozo de los miles de visitantes que tienen los jardines a lo largo del a?o, y que se limitan a estar en los mismos.
En cuarto lugar, si los jardines presentan un aspecto espl¨¦ndido es porque hace m¨¢s de doscientos a?os (s¨ª, doscientos) cientos de espa?oles, adscritos al personal, se han dedicado a cuidarlos con mimo, con amor y con profesionalidad. A don Avelino le ser¨ªa ¨²til comprobar la eficacia teutona planificada de trabajo en cadena que realizan jardineros, barrenderos, bot¨¢nicos, ingenieros... En quinto lugar, aclararle que aunque el general Franco, al principio de los tiempos, celebrara aqu¨ª el 18 de julio, los guardas de Patrimonio actuales poco pudieron aprender de "aquellos malos h¨¢bitos". En efecto, la inmensa mayor¨ªa de los mismos oscila entre los 30 y 40 a?os de edad. As¨ª que si les quitamos los 28 a?os transcurridos desde 1975...
Quiz¨¢ lo que ocurre es que intentan hacer bien su trabajo y cumplir con su deber, cosa poco frecuente en este pa¨ªs y en esta ¨¦poca.
Finalmente, recordarle que la democracia se basa simplemente en dos premisas:
Primera: la ley est¨¢ (o debe estar) por encima de todos los ciudadanos.
Segunda: la libertad individual se acaba donde empieza la libertad de los dem¨¢s.
As¨ª que, resumiendo, creo, con todo respeto, que don Avelino ha confundido (como dec¨ªa un profesor m¨ªo de c¨¢lculo integral, castellano viejo ¨¦l, y por ello de palabra justa) "el culo con las cuatro t¨¦mporas".
En lo que estoy de acuerdo es en lo del silbato; en un lugar como ¨¦ste, los guardas deber¨ªan interpretar Las cuatro estaciones, de Vivaldi. Pero, que yo sepa, los bobbies (y los ingleses inventaron la democracia, no lo olvide) bien que usan el silbato.-
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