Triunfos de Caballero y Morante de la Puebla
Manuel Caballero demostr¨® sus dotes de gran lidiador y dominando a sus dos violentos adversarios, instrument¨® dos meritorias faenas.Por su altivez, el colorado que rompi¨® plaza fue recibido con una ovaci¨®n. Y aunque Caballero en los proleg¨®menos de su tarea muleteril no se acopl¨® con la seca y dura embestida del antagonista, fue al torear por naturales cuando se acompas¨® al ritmo del animal e hizo que humillara. A partir de este momento corri¨® la mano con suavidad.
Dobl¨¢ndose con se?or¨ªo el albacete?o inici¨® su trasteo al cuarto, un bicho que derrotaba. Sin quitarle el enga?o de la cara, le corrigi¨® estos vicios e hizo un toreo por abajo con buen gusto.
Al bravuc¨®n y suelto segundo, Morante de la Puebla le hizo una ri?onuda faena con decisi¨®n y entrega. Tras sujetarlo le engarz¨® derechazos en tres series en los que hubo donaire y torerismo. El presidente le neg¨® el trofeo que la afici¨®n ped¨ªa y se llev¨® sonoras rechiflas.
Cebada / Caballero, Morante, Mora
Toros de Cebada Gago, con trap¨ªo, casta y temperamento.Manuel Caballero: oreja en los dos. Morante de la Puebla: dos vueltas; oreja. Eugenio de Mora: silencio en los dos. Plaza de Nimes, 20 de septiembre. 5? y ¨²ltima corrida de feria.
Al bravo quinto, el sevillano le hizo una faena cargando la suerte en todos los pases. Brill¨® su finura desde los doblones con que inici¨® el ¨²ltimo tercio hasta los redondos, donde hizo gala de torerismo al ganarle siempre terreno al enemigo. Termin¨® su muleteo adorn¨¢ndose con kikirik¨ªs.
Como Eugenio de Mora no logr¨® dominar al incierto cinque?o corrido en tercer lugar y que desarroll¨® mucho sentido, con el que cerr¨® plaza quiso reivindicarse, pero por m¨¢s voluntad que puso s¨®lo logr¨® detalles en una serie de redondos.
Por la ma?ana se efectu¨® una novillada con ganado de Los Guateles presentable. El Cid, vuelta y saludo; Gr¨¦goire Taul¨¨re, a los medios y saludo; Gild¨¢s Gnafoua Diamante Negro, al tercio y ovaci¨®n. Al fiero que rompi¨® plaza El Cid lo lidi¨® con elegancia y empaque. Con el bravo y noble cuarto, el sevillano le dio un recital en cinco series de naturales. Con el d¨¦bil y codicioso segundo, Taul¨¨re no aprovech¨® del todo su claro y largo recorrido. Con el quinto salud¨® a porta gayola con un afarolado y lo traste¨® decorosamente.
El Diamante Negro fue arrollado porel tercero, pero este garboso novillero entendi¨® al fiero corn¨²peta y tore¨® sin esfuerzo al natural. Al flojo y aplomado sexto, lo esper¨® de rodillas con una larga cambiada, pero con la pa?osa no pudo hacer nada.
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