Una entrada a pista en curva
El aeropuerto de Melilla no es de los que los pilotos consideran f¨¢cil. Aterrizar, se aterriza, tal y como demuestran los m¨²ltiples vuelos que a diario acaban en la localidad norteafricana, pero exige pericia y los imprevistos pueden ser fatales. En primer lugar, el aeropuerto de Melilla no dispone del sistema de aterrizaje autom¨¢tico ILS, que ayuda al piloto a hacer coincidir el eje de la aeronave con el de la pista de manera casi autom¨¢tica y marca el descenso perfecto para llegar hasta la cabecera.La ayuda con la que cuentan los pilotos es un radio posicionador llamado NDB, que no es m¨¢s que un impulso el¨¦ctrico, una especie de faro, que ayuda al piloto a situarse. Lo que los profesionales llaman un aterrizaje "visual". Si se pierde la visi¨®n de la pista no hay instrumentos que ayuden. Desde el sindicato de pilotos SEPLA se ped¨ªa ayer cautela a la hora de juzgar la actuaci¨®n del piloto, precisamente debido a la dificultad del aer¨®dromo, aunque ayer el tiempo era bueno.
El ¨¢rea de navegaci¨®n del aeropuerto de Sevilla tambi¨¦n insiste en la dificultad de la pista melillense. Los 1.300 metros del monte Gurug¨² y los casi 700 del pico donde ayer se produjo el accidente forman una dificultad orogr¨¢fica de primer orden que obliga a los aviones a iniciar su descenso en curva cuando provienen del norte, que es lo habitual. Los aviones descienden virando y s¨®lo recuperan la l¨ªnea recta cuando coinciden con el eje del aeropuerto. Est¨¢ prohibido comenzar la maniobra de aterrizaje de manera directa. Los aviones entran en un circuito, un hip¨®dromo y vuelan, a una altura de 3.000 pies, hasta que pasan sobre el faro. A partir de ah¨ª, todo depende de la pericia del piloto.
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