Claudicar por piedad, miedo o culpa
De poco sirve la represi¨®n penal a much¨ªsimas mujeres maltratadas que claudican en sus denuncias por miedo, culpabilidad, piedad, dependencia afectiva o econ¨®mica, tradici¨®n... Estas v¨ªctimas necesitan que se las ense?e a dejar de ser vulnerables al maltrato, reclaman especialistas. Una asistencia que apenas se presta.La memoria de 1997 de la Fiscal¨ªa de Guadalajara muestra que de 33 juicios de faltas por malos tratos celebrados, 19 concluyeron en absoluci¨®n del agresor por incomparecencia de la v¨ªctima o por retractarse durante la vista. En otros procesos penales, la mujer ha pedido que se rebajara la pena para su marido e incluso el indulto. Atrapadas en la ¨²nica forma de vivir y pensar que conocen, muchas se conforman con un correctivo para el marido. "Las mujeres acuden a la fiscal¨ªa pidiendo que su marido deje de beber o que las quiera", comenta la fiscal jefe ?ngeles Garc¨ªa.
No son extra?os casos como el de una mujer que, tras una larga historia de malos tratos, lleva por fin al marido al banquillo por 74 delitos de violaci¨®n dentro del matrimonio. Ante la petici¨®n fiscal de 30 a?os de c¨¢rcel, la v¨ªctima pide clemencia para ¨¦l, acosada por su escasa autoestima y su familia. La propia madre recrimin¨® a la justicia la intromisi¨®n en la vida matrimonial de su hija.
Los abogados suplen la funci¨®n de amigos y psic¨®logos. "Es incre¨ªble que en Espa?a s¨®lo haya un centro de atenci¨®n integral a las mujeres maltratadas", critica la abogada catalana Mar¨ªa Jes¨²s Varela. Se trata del que dirige en Madrid Ana Mar¨ªa P¨¦rez del Campo, en el que durante 18 meses estas mujeres se educan para volver a la vida con aplomo.
La otra cara de la moneda son las sentencias desalentadoras que obtienen quienes s¨ª llegan hasta el final. Las multas en los juicios de faltas oscilan entre las 200 y las 50.000 pesetas diarias.
Fueron 5.000 diarias durante 20 d¨ªas lo que tuvo que pagar un madrile?o a su esposa a la que dio un manotazo mientras fumaba y, tras agarrarla del cuello, la oblig¨® a que "se comiera" el cigarrillo del suelo. La impunidad es tan barata que, como comenta una abogada, "algunos maridos advierten a su esposa: "En cuanto tenga una paga extra te doy raci¨®n doble"".
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