Emocionante despedida de Ortega Cano
Ortega Cano ha dicho adi¨®s. Debe costar mucho, cuando todav¨ªa, en t¨¦rminos de seda y oro, se sue?an faenas que nunca ver¨¢n la luz, fama llevada a partir de ahora a lomos de sill¨®n y cuenta corriente convertida en saliente. Para despedirse ha elegido una Feria de San Lucas venida arriba,
La tarde transcurr¨ªa en tono menor cuando sali¨® el sexto toro, cuyas caracter¨ªsticas no presagiaban nada bueno. Tras un peregrinar penoso, lleg¨® a la muleta tan de piedra como los de Guisando. Ortega, que no se quer¨ªa llevar ese sabor de boca, solicit¨® el sobrero antes de coger los trastos. En el toro de la despedida quiso y pudo estarse quieto con la capa, la cuadrilla lo bord¨® en banderillas, brind¨® a los compa?eros y sali¨® dispuesto a armarla. Super¨® la incertidumbre sorda de su enemigo a base de entrega, imponi¨¦ndole su ritmo y oblig¨¢ndolo a tomar la muleta de lejos. La mano izquierda fue plenitud torera y la derecha digna compa?era. El toro no daba m¨¢s de s¨ª y las dos series finales salieron de la voluntad m¨¢s que de la cabeza del torero.
Piriz / Romero, Manzanares, Ortega
David Summers: voz y guitarra, Pedro Andrea (guitarra y arm¨®nica), Jorge D'Amico (guitarra), Juanjo Ramos (bajo), Paco Beneyto (bater¨ªa) y Basilio Mart¨ª (teclados)
Seis toros de Herederos de Bernardino Piriz, sin trap¨ªo, terciados, descastados, blandos y tundidos
A petici¨®n de Ortega Cano, se lidi¨® un sobrero de Jandilla, anovillado, de bravura incierta.
Curro Romero: pinchazo, media en el s¨®tano (silencio); menos de media, seis descabellos (bronca)
Jos¨¦ Mari Manzanares: pinchazo, media baja atravesada, siete descabellos ¡ªaviso¡ª (algunos pitos), media estocada, rueda de peones (oreja). Jos¨¦ Ortega Cano: dos pinchazos, estocada (ovaci¨®n y saludos); dos pinchazos, estocada baja tendida (silencio); dos pinchazos, el primero recibiendo, estocada trasera ¡ªaviso-, descabello (oreja). Ortega Cano sali¨® a hombros de los toreros, escoltado por Jos¨¦ Mari Manzanares y las dos cuadrillas
Plaza de Ja¨¦n, 16 de agosto
6? de feria. Tres cuartos de entrada.
Antes de comenzar la lidia del tercero la plaza, puesta en pie, tribut¨® una ovaci¨®n a Ortega Cano, que pudo aguantar toreros lances a la ver¨®nica rematados con dos medias y una larga afarolada. Tan prometedor comienzo provocaba c¨¢balas acerca de las fuerzas del enemigo, que claudic¨® al salir del primer amago de puyazo. Con la muleta no pudo ser. El torillo renegaba la embestida con cuatro pasos cansinos, que era todo lo que le permit¨ªa su empobrecida casta, que no pod¨ªa competir con la del torero, que ayer se iba pero quer¨ªa seguir estando. En la retina qued¨® el bien andar con el toro en un vistoso tres en uno.
Curro Romero llego a dibujar alg¨²n lance con m¨¢s fragancia que sustancia y, despu¨¦s, se ausent¨®.
Ante un segundo enemigo derrengado, Manzanares desgran¨® series de muletazos a media altura, instrumentados desde la seguridad de las tierras lejanas, a salvo del ataque de posibles enemigos hostiles. En el quinto, que lleg¨® al ¨²ltimo tercio sin haberse ca¨ªdo en los precedentes, Manzanares embarc¨® la embestida de la red con el pico de su amplio enga?o, desplazando el toro hacia afuera de manera templad¨ªsima. La faena fue breve, la ilusi¨®n fugaz.
De todas formas ayer lo que importaba era el emocionante adi¨®s de un torero y ah¨ª, Manzanares sac¨® pecho e hidalgu¨ªa y acompa?¨® a Ortega Cano en una vuelta al ruedo a hombros de profesionales que quedar¨¢ como colof¨®n de una brillante carrera.
Babelia
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