Otros tiempos, nuevas sensibilidades
Noticias de car¨¢cter pol¨ªtico m¨¢s urgente han impedido valorar en toda su profundidad la formaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n en Alemania entre socialdem¨®cratas y verdes. Uno de los hombres fuertes de Tony Blair, adem¨¢s de ministro de Comercio e Industria brit¨¢nico, Peter Mandelson, ha declarado arrimando el ascua a su sardina: "El centro-izquierda no s¨®lo ha accedido al Gobierno [de Europa], sino que est¨¢ en el poder. Las personas nos escuchan, no como en los ochenta".El problema es que Blair fue recibido de modo euf¨®rico por los t¨¦cnicos y el mundo empresarial, mientras que el Ejecutivo de Schr?der lo ha sido con recelos. Primero, por su composici¨®n, pero no s¨®lo o no principalmente por la entrada de Los Verdes en el Ejecutivo, como pod¨ªa preverse, sino por la divisi¨®n en el seno del SPD. El primer motivo de inquietud ha sido la fortaleza del presidente del partido, Oskar Lafontaine, que no solamente ha conseguido hacer de su Ministerio de Finanzas un superministerio, sino que ha logrado decapitar a Jost Stollman ( el capitel de Schr?der para aggiornar la econom¨ªa y tratar con las empresas), que ha decidido no entrar devaluado en el Gobierno. Al mismo tiempo, al haber sido Stollman muy contestado por las bases del SPD, su defenestraci¨®n se ha le¨ªdo como una muestra de debilidad de Schr?der en beneficio de Lafontaine. Problemas de la bicefalia.
Si a la deserci¨®n de Stollman se le une lo poco que al mundo empresarial le ha gustado la reforma fiscal del nuevo Gobierno, el conflicto est¨¢ servido. Minutos antes de que Schr?der presentase su programa, los seis principales institutos econ¨®micos de Alemania hac¨ªan p¨²blico un informe en el que afirmaban que la reforma fiscal es insuficiente, no contribuir¨¢ a la creaci¨®n de empleo ni al crecimiento de la econom¨ªa.
Un l¨ªder patronal ha declarado ya que los empresarios est¨¢n dispuestos a ayudar a la creaci¨®n de puestos de trabajo ("el rasero para medir el ¨¦xito del Gobierno"), pero para ello necesitan est¨ªmulos y en su lugar reciben cargas de profundidad: reducci¨®n de impuestos menor de la esperada, exigencias ambientales m¨¢s duras, incremento del precio de los carburantes, y m¨¢s gastos sociales que sustituyen algunos de los recortes que propuso Helmut Kohl.
Tambi¨¦n preocupan algunas manifestaciones de Lafontaine sobre el papel del Banco Central Europeo (BCE) y la posibilidad de que el nuevo Ejecutivo alem¨¢n -con ayudas como la de Jospin (que acaba de conceder una ampliaci¨®n presupuestaria a los estudiantes) y D"Alema- apoyen una interpretaci¨®n m¨¢s flexible del Pacto de Estabilidad que controla los d¨¦ficit p¨²blicos.
La alianza SPD-Verdes ha supuesto un cambio de lenguaje y de prioridades en cuanto a la pol¨ªtica econ¨®mica. La lucha contra el desempleo no s¨®lo es el eje de su programa nacional (ofensiva contra el desempleo juvenil, con la creaci¨®n a corto plazo de 100.000 puestos de trabajo), sino que anuncia un cambio de posici¨®n en Europa; se trata de lograr un pacto comunitario contra el paro, que sustituya la idea del empleo como pol¨ªtica interna de cada pa¨ªs miembro de la Uni¨®n Europea. Para ello se pretende fomentar la creaci¨®n de redes de infraestructuras transeuropeas; esto es, resucitar el Libro Blanco de Delors, que fue aparcado por el Ecofin por falta de financiaci¨®n.
Las ideas del Gobierno alem¨¢n han coincidido con la aprobaci¨®n de un Manifiesto contra la desocupaci¨®n, promovido por el premio Nobel Franco Modigliani y compartido por otros muchos economistas de todo el mundo, entre los que figuran Fitoussi, Robert Solow, Olivier Blanchard, Alan Blinder, Dornbusch, Tobin, etc¨¦tera. En este manifiesto se afirma que si Europa quiere llegar a una r¨¢pida reducci¨®n del desempleo es necesario dotar al BCE de una normativa m¨¢s amplia que la de mero guardi¨¢n de la inflaci¨®n y que incluya, como en el caso de la Reserva Federal, otro objetivo del mismo relieve al menos: mantener bajo control el paro.
Otros tiempos; distintas sensibilidades.
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