Blanca Eternidad
Jos¨¦ Cardoso Pires no fue un autor que se cuestionase a s¨ª mismo. No por haber nacido, al igual que H¨¦rcules, con todas las virtudes para ser puesto a prueba por los monstruos anunciados en cada encrucijada del tiempo.No era un hombre ni de certidumbres ni de incertidumbres, ni ol¨ªmpico ni angustiado: el autor de O Delfim se invisti¨®, como una especie de predestinaci¨®n, del papel de detective privado, empe?ado en descubrir enigmas o cr¨ªmenes secularmente sepultados bajo el espeso silencio portugu¨¦s, ra¨ªz y matriz del tiempo son¨¢mbulo (la frase es suya) que le toc¨® vivir. Vivir y revivir en cuentos y novelas inseparablemente realistas y aleg¨®ricos, en los cuales quien los lea respirar¨¢ un poco de aquel aire rehecho de un pasado portugu¨¦s que fue el de su generaci¨®n y, de forma destacada, el suyo.
Seamos claros como lo era ¨¦l: ese tiempo fue el del fascismo vulgar, cotidiano, que describi¨® o alegoriz¨® como nadie. Es decir, sin dramatismos ni tragedias excesivas, ni tampoco por deber de lucidez y respeto por la verdad, sino por la rara conciencia que ten¨ªa de que ese tiempo no era un tiempo de excepci¨®n sino una versi¨®n actualizada del anacronismo estructural que ¨¦l revisit¨® en la inamovible Cartilha Do Marialva de nuestra cultura.
Junto con Augusto Abelaria, en un registro menos intelectual, Jos¨¦ Cardoso fue por excelencia el cronista mayor de ese momento (todav¨ªa no devuelto del todo a la memoria y al mito, cuyo secreto y rumor se extiende de alg¨²n modo como su silencioso adi¨®s).
Espacio y tiempo
Para quien vivi¨® con los ojos abiertos en el torbellino de su ¨¦poca, dando cuenta con sobriedad y distante iron¨ªa de sus pasiones sin trascendencia y de su opresi¨®n sin grandeza, la muerte siempre llega tarde. En su lugar, ahora doblemente vac¨ªo, permanecer¨¢ el palimpsesto n¨ªtido, luminoso como su escritura sin adornos, de una historia soberbiamente humana, fraternal y sin complacencia. En ese texto, todos los compa?eros del mismo viaje ya concluido pueden descifrar con su ayuda la aventura de una generaci¨®n dividida entre el deber de percibir y resistir la atm¨®sfera cenicienta que cubre el presente y el no menos imperativo de imaginar, sin excesivas ilusiones, alguna salida para otro tipo de espacio y de tiempo.Aqu¨¦l en el que ahora estar¨¢ Jos¨¦ Cardoso Pires, tras haber recuperado toda la memoria de aquel espacio blanco entre muerte y vida que describi¨® como si fuese la eternidad.
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