La responsabilidad de Aznar
Al margen de los debates jur¨ªdicos y de la pluralidad de reacciones suscitadas por la detenci¨®n de Pinochet en Londres y su posible extradici¨®n a Espa?a, llaman la atenci¨®n dos declaraciones estrechamente ligadas entre s¨ª. La primera es la del presidente chileno Eduardo Frei en Bayona, presentando el caso como una injerencia espa?ola en asuntos de su pa¨ªs, en contradicci¨®n adem¨¢s con la impunidad otorgada por los espa?oles a la dictadura de Franco. La segunda, menos clara en los t¨¦rminos, pero de contenido asimismo inequ¨ªvoco, es la del presidente Aznar. Proclama su respeto a la justicia, pero al mismo tiempo habla de unas sensibilidades de otros pa¨ªses a tener en cuenta, cortina de humo que se disipa si pensamos en la pasada y presente actuaci¨®n de los brazos del ejecutivo en el poder judicial, con Fungairi?o ahora en primer plano, interviniendo para bloquear la extradici¨®n. Aznar a?ade irritado que es "un disparate" (sic) convertir el caso Pinochet en una cuesti¨®n de pol¨ªtica interior.En cuanto a la declaraci¨®n de Frei, hubiera sido impensable que pronunciada en Francia o en Inglaterra no recibiese una respuesta cort¨¦s pero contundente de Jospin o de Tony Blair. Porque no s¨®lo su contenido es err¨®neo, sino que tiene una sorprendente dimensi¨®n ofensiva hacia el pa¨ªs que en ese momento era su anfitri¨®n. Frei debiera saber que no es el Gobierno espa?ol, sino un miembro independiente del poder judicial el que ha iniciado el procedimiento contra Pinochet (convertido as¨ª impl¨ªcitamente, nueva sorpresa, en s¨ªmbolo de la naci¨®n chilena). Pod¨ªa haber recordado tambi¨¦n, o si no le tocaba a Aznar hacerlo, que la justicia de Chile hab¨ªa optado por la dejaci¨®n en casos criminales cometidos por los agentes del dictador Pinochet contra ciudadanos espa?oles, seg¨²n mostr¨® el caso Soria. ?Qu¨¦ le parecer¨ªa a Frei que desde otros lugares se invocara airadamente la impunidad para quien hubiese sido responsable del asesinato de ciudadanos chilenos? Y, sobre todo, Frei echa en cara a los espa?oles meterse con Pinochet cuando ellos no lo han hecho con Franco. Dif¨ªcilmente hubi¨¦ramos estado en condiciones de juzgar a nuestro general-dictador, porque a diferencia de Pinochet, Franco muri¨® en el poder. Adem¨¢s, una cosa es que todos entendamos que en las dif¨ªciles condiciones de la transici¨®n chilena, Pinochet se quede all¨ª impune, y otra es que en el resto del mundo esa impunidad est¨¦ vigente. En especial, insistimos, cuando hubo espa?oles v¨ªctimas del dictador. Desde una simple perspectiva de dignidad nacional, supone ya un agravio, pues, que Aznar haya asumido con su silencio la declaraci¨®n de Frei.
En segundo lugar, es obvio que llegadas las cosas a este punto, la movilizaci¨®n por el Gobierno de sus apoyos en el poder judicial contra la extradici¨®n, o una ¨²ltima resoluci¨®n negativa del Consejo de Ministros, tendr¨ªa grav¨ªsimas repercusiones tanto en el plano internacional como en el interno. Por supuesto, nos recoger¨ªan entonces las basuras ante la Embajada espa?ola en Santiago, pero a la vista de todo el mundo que contempla con el m¨¢ximo inter¨¦s este episodio, ser¨ªa una situaci¨®n vergonzosa, al haber desencadenado una acci¨®n desde Espa?a cuyo desenlace consistir¨ªa entonces en un regreso triunfal de Pinochet a Santiago de Chile. Todo el contenido progresivo de la legislaci¨®n y de la jurisprudencia sobre cr¨ªmenes contra la humanidad quedar¨ªa en ese caso tr¨¢gicamente burlado. Un balance sin duda m¨¢s importante que la sensibilidad de la extrema derecha chilena, secundada en este caso por dem¨®cratas bajo vigilancia militar. Por una vez que Espa?a ha roto su tradicional papel de sujeto pasivo en las relaciones internacionales, el punto de llegada no ser¨ªa otro que el rid¨ªculo.
Por eso mismo no es disparate alguno ver en la acci¨®n del Gobierno Aznar en torno al caso Pinochet una cuesti¨®n tambi¨¦n de pol¨ªtica interior. La sociedad espa?ola asisti¨® impotente y estupefacta a la ya citada insensibilidad del ejecutivo y de la justicia de Chile ante los asesinatos cometidos bajo Pinochet contra espa?oles. ?C¨®mo justificar ahora que una vez emprendido el procedimiento y encontrada la ocasi¨®n, de subsanar esa injusticia, lo bloqueamos nosotros mismos? La ¨²nica respuesta l¨®gica es que puede existir una identificaci¨®n de fondo entre lo que dijo Fungairi?o sobre las dictaduras del Cono Sur y la posici¨®n real de un gobierno que evitar¨ªa jugar la baza de la justicia. Con ello su pretensi¨®n de neutralidad de cara a los procedimientos judiciales en curso en Espa?a se ver¨ªa gravemente deteriorada. Est¨¢ en manos de Aznar evitarlo.
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