Vigo, un fiasco absoluto para el PP
Ning¨²n partido hab¨ªa obtenido en Vigo un margen tan holgado para gobernar. El PP consigui¨®, en las elecciones municipales de 1995, 15 de los 27 concejales de su Ayuntamiento despu¨¦s de cuatro mandatos con alcaldes socialistas. Ahora iban ¨¦stos a quedar en evidencia, aseguraban los ganadores. No s¨®lo por la comodidad de gobierno que les permit¨ªa su mayor¨ªa, que atajaba pactos y componendas, sino tambi¨¦n por su sinton¨ªa partidaria con la Xunta de Manuel Fraga y el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. "Vigo ser¨¢ la joya de la corona", proclamaron desde la Xunta para agradecer la confianza de los electores y dar aliento a grandes proyectos e inversiones pendientes. A punto de finalizar el mandato, ya est¨¢ claro que nada de ello se cumplir¨¢. El fiasco ha sido tan estrepitoso como la anterior mayor¨ªa y promete devolver al PP a la oposici¨®n.En Vigo, primer puerto pesquero europeo, coraz¨®n industrial de Galicia, su ciudad m¨¢s grande -casi 300.000 habitantes, m¨¢s de medio mill¨®n si se incluye el hinterland-, se echan en falta desde hace a?os infraestructuras consecuentes con su entidad demogr¨¢fica y econ¨®mica: viales de circunvalaci¨®n, un pabell¨®n multiusos para cert¨¢menes p¨²blicos y un par de museos, por citar a vuelapluma, as¨ª como una firme normativa urban¨ªstica que, de una vez por todas, organice el desarrollo asilvestrado de la ciudad.
Con el PP en la oposici¨®n y en la Xunta, los alcaldes anteriores, Manuel Soto y Carlos Pr¨ªncipe, tuvieron siempre que recurrir a pactos para gobernar en coalici¨®n. El Ejecutivo auton¨®mico, se quejaron ambos, discriminaba a Vigo. El PP prometi¨® dar un giro dr¨¢stico a esta situaci¨®n. Tan en¨¦rgico, que provoc¨® el primer patinazo de Manuel P¨¦rez, el alcalde electo.Como augurio de la nueva etapa pol¨ªtica, P¨¦rez present¨® a un grupo de financieros venezolanos, deseosos, seg¨²n ¨¦l, de acometer grandes inversiones. Apenas hab¨ªan abandonado los venezolanos la ciudad, se destap¨® que, en realidad, no la hab¨ªan visitado para invertir, sino, todo lo contrario, en busca de dinero. Ahora podr¨ªa interpretarse aquel episodio como un mal presagio.
P¨¦rez, ya alcalde, viajaba de vez en cuando a Santiago de Compostela, saltando de una a otra conseller¨ªa de la Xunta para arrancar los medios que materializaran los compromisos adquiridos. Volvi¨® siempre balbuceando vaguedades, reiterando las antiguas promesas, pero con menos energ¨ªa.
La primera medida s¨®lida de gobierno que aplic¨®, contra todo pron¨®stico, fue un subid¨®n en las tasas municipales. Para distraer la desconfianza ciudadana, que empez¨® a cundir por ello y por sus infructuosas gestiones en la Xunta, Carlos Marcos ide¨® La colina encantada.
Este proyecto de nuevo cu?o convert¨ªa un monte comunal en macroparque de ocio, con atracciones que remedaban la Galicia medieval, cueva de los ladrones incluida. Fraga lleg¨® a bendecir la maqueta. El asunto se esfum¨® poco despu¨¦s.
P¨¦rez ha sido incapaz de poner en marcha un solo proyecto propio para la ciudad, salvo un discutido plan de tr¨¢fico, y su mandato se mancha con la evidencia de las canonj¨ªas y corruptelas partidarias dispensadas.
El PSOE reclama que la Xunta salde una "deuda hist¨®rica" con Vigo de 100.000 millones de pesetas, el BNG califica la situaci¨®n de "clara estafa pol¨ªtica" y el propio secretario general del PP gallego, Xos¨¦ Cui?a, ha emplazado p¨²blicamente al alcalde vigu¨¦s a copiar el modelo urban¨ªstico de A Coru?a, con regidor socialista, Francisco V¨¢zquez, si quiere que la Xunta d¨¦ conformidad a sus prop¨®sitos en ese ¨¢rea.
Es el ¨²ltimo episodio de los desaires a P¨¦rez del secretario general, en la guerra intestina y no declarada del PP, que explica buena parte de la relegaci¨®n viguesa. En esas escaramuzas internas del partido, P¨¦rez busc¨® como valedor al ministro Mariano Rajoy frente a Cui?a, pero fue como apostar a caballo perdedor. Porque Cui?a, consejero, a su vez, de Ordenaci¨®n del Territorio y Obras P¨²blicas de la Xunta, controla buena parte del presupuesto auton¨®mico y su reparto le ha despachado al ostracismo y le ha cerrado la puerta a su candidatura a la alcald¨ªa.
El alcalde se mantiene, no obstante, en la disciplina del partido, con actitud casi religiosa. Ni ha protestado. Tiene a gala que su comportamiento contribuye a la cohesi¨®n del partido. Arrastrando un ostensible complejo de patito feo, ni P¨¦rez ni su primer teniente de alcalde, Gil Sotres, inspectores de Trabajo ambos y tambi¨¦n ex consejeros de Trabajo de la Xunta, han puesto inconvenientes a primar el absentismo laboral de los funcionarios municipales. Como, seg¨²n ellos, "las medidas disciplinarias no dan resultado", ofrecen en el pr¨®ximo convenio colectivo compensaciones econ¨®micas a los funcionarios que falten al trabajo menos de un mes sin justificar. Tal vez s¨®lo pretenden que alguien los quiera.
No la opini¨®n ciudadana, desde luego. Ni siquiera los probables integrantes de la candidatura popular en los pr¨®ximos comicios, que se ven derrapando hacia la oposici¨®n despu¨¦s de la hist¨®rica ocasi¨®n que dio al PP la mayor¨ªa absoluta y a sus electores, la m¨¢s absoluta decepci¨®n.
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