2,6 millones de animales sacrificados en dos a?os
El 20 de enero de 1996, el entonces Gobierno conservador brit¨¢nico admiti¨® que la enfermedad de las vacas locas (encefalopat¨ªa espongiforme bovina) pod¨ªa cruzar la barrera de las especies y contagiar a las personas. Su equivalente humano se denomin¨® nueva variante del mal de Creutzfeldt-Jakob, porque presentaba los s¨ªntomas de dicha dolencia neurol¨®gica, poco frecuente y que ataca a partir de los 60 a?os. La treintena de fallecidos hasta ahora en el Reino Unido, sin embargo, apenas cumpli¨® los 40.El diagn¨®stico oficial de los m¨¦dicos indica que debieron consumir durante largo tiempo carne infectada. La autopsia hallar¨ªa luego en sus cerebros multitud de agujeros parecidos a los de las esponjas marinas y caracter¨ªsticos de este tipo de encefalopat¨ªa.
Aunque las causas de la epidemia no est¨¢n a¨²n muy claras, la explicaci¨®n m¨¢s veros¨ªmil apunta a la elaboraci¨®n de piensos contaminados. Entra?as de oveja eran servidas a las vacas brit¨¢nicas en forma de pienso y como suplemento a su dieta natural, el pasto. El ganado lanar padece a su vez scrapie, una forma centenaria de encefalopat¨ªa que pudo transmitirse a las reses. Como los cad¨¢veres de estas ¨²ltimas eran tambi¨¦n transformados en alimento seco, la enfermedad se propag¨®. En realidad, las vacas acabaron comi¨¦ndose a s¨ª mismas.
Estos piensos son viejos conocidos en las vaquer¨ªas, pero hubo un cambio significativo. En los a?os ochenta, la normativa que regulaba el proceso de fabricaci¨®n se relaj¨®. A pesar de que compon¨ªan casi un 5% de la comida ingerida por las reses del Reino Unido, las temperaturas de los hornos donde se preparaban fueron reducidas a menos de 100 grados cent¨ªgrados. La medida pretend¨ªa abaratar costes, pero la prote¨ªna an¨®mala (prion) que transmite la enfermedad no era destruida por el calor. Entonces sucedi¨® lo impensable. El consumidor tambi¨¦n perd¨ªa el equilibrio, la noci¨®n del tiempo y el control de sus extremidades, s¨ªntomas de la enfermedad bovina.
En 1980, un comit¨¦ de expertos advirti¨® al Gobierno de los peligros sanitarios de operar a temperaturas tan bajas. A pesar de ello, los piensos llegaron a las vaquer¨ªas hasta 1988. Un a?o despu¨¦s, fue prohibida la venta al p¨²blico del cerebro y la m¨¦dula espinal de las reses, las partes m¨¢s contaminadas.
Con la industria c¨¢rnica perdiendo millones de libras diarios y las asociaciones de ganaderos furiosas, la epidemia de las vacas locas provoc¨® una crisis nacional. El sacrificio de las cabezas afectadas result¨® inevitable. Desde 1988, m¨¢s de 170.000 reses enfermas pasaron por el matadero sin llegar a la mesa de los brit¨¢nicos. Desde abril de 1996, 2,6 millones de animales han sufrido la misma suerte.
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