El metro ya canta
La Comunidad cambia el reglamento para que los m¨²sicos puedan actuar en los pasillos
Hasta hace dos semanas, Isidoro y Miguel, dos m¨²sicos aficionados a tocar en el metro, jugaban al escondite en los pasillos con los guardias jurados. Y perd¨ªan. Los vigilantes ten¨ªan ¨®rdenes de no permitir que nadie actuara en ning¨²n punto de la red. As¨ª que echaban a cualquiera que oyeran, tocara bien o mal, fueran pocos o muchos, estuvieran en el and¨¦n o a pie de las escaleras autom¨¢ticas. Un abogado, Javier Serrano, que se tom¨® el asunto como propio, lo puso en conocimiento del Defensor del Pueblo y de la prensa. Aparecieron las fotos de Isidoro y Miguel con un guardia jurado se?alando la salida. Y el presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, que goza de justificada fama de mel¨®mano, rectific¨® y asegur¨® la semana pasada, en la inauguraci¨®n de tres nuevas l¨ªneas, que los m¨²sicos "alegrar¨ªan" el suburbano. Ayer lo hicieron sin sentirse perseguidos por primera vez. La Comunidad de Madrid ha modificado el reglamento que imped¨ªa que estos artistas se ganaran la vida actuando.Los mismos m¨²sicos perseguidos por los vigilantes hasta hace dos semanas fueron buscados el jueves por responsables de metro. Pero no para echarles, sino para que acudieran a acompa?ar al consejero de Obras P¨²blicas, Luis Eduardo Cort¨¦s, del PP, a la estaci¨®n de Gregorio Mara?¨®n, lugar elegido para presentar p¨²blicamente el nuevo reglamento. All¨ª estuvieron ayer los m¨²sicos, gente deportiva y poco rencorosa al fin y al cabo. Y ah¨ª estuvieron Isidoro y Miguel, reclutados por casualidad el jueves, con su saxof¨®n y su guitarra el¨¦ctrica, respectivamente.
Hasta una decena de grupos diferentes aguardaba al pol¨ªtico. La nueva estaci¨®n de Gregorio Mara?¨®n, joya de la moderna ampliaci¨®n del metro, parec¨ªa una id¨ªlica postal ilustrativa del transporte p¨²blico: vagones ¨²ltimo modelo, escaleras mec¨¢nicas brillando como una vajilla de aniversario, un tipo con un acorde¨®n en una esquina interpretando un tema andino, otra banda atacando en otra esquina una canci¨®n blandengue de Mike Oldfield, una tercera esquina ocupada por un guitarrista mel¨®dico y con oficio...
El consejero, como en una fiesta, habl¨® con todos, se hizo fotos con casi todos, empu?¨® una guitarra prestada y explic¨® despu¨¦s en qu¨¦ consiste el nuevo reglamento: "En aplicar el sentido com¨²n. Cuando se aplica el sentido com¨²n no hacen falta reglamentos muy extensos". As¨ª, los artistas podr¨¢n trabajar en los vest¨ªbulos de las estaciones y en los pasillos, en los lugares amplios, pero no al pie de las escaleras mec¨¢nicas ni en los vagones, por razones de seguridad.
Tampoco habr¨¢ selecci¨®n de cantantes para dirimir qui¨¦n afina y qui¨¦n no, como se hab¨ªa apuntado en un principio. "Eso de seleccionar va en contra de mi intelecto, as¨ª que el que mejor toque ser¨¢ el que m¨¢s ¨¦xito tenga", explic¨® Cort¨¦s, que se confes¨® partidario de las viejas rancheras mexicanas y de cantar en la ducha. Antes hab¨ªa hecho un alegato a favor "del arte de la cultura y de la m¨²sica". Y antes a¨²n, tras escuchar en vivo una canci¨®n que propon¨ªa el "por delante y por detr¨¢s, el 69 y el 73", interpretada por cuatro j¨®venes apoyados en un esquinazo, hab¨ªa comentado que "no hab¨ªa que escandalizarse".
Isidoro y Miguel tocaron La chica de Ipanema con una sonrisa en la boca delante de un mont¨®n de periodistas. Un ecuatoriano simpoaticote prefiri¨® una vieja y dulzona canci¨®n francesa de los a?os setenta que el consejero, al quite, record¨® haber bailado "alguna vez".
Los artistas estaban contentos. Ya est¨¢ aqu¨ª el invierno y el metro ofrece un lugar caliente para ganarse unas cinco mil pesetas en dos horas. Aceptan, en general, las normas del Gobierno regional, que juzgan "razonables". Aunque no todos: cuatro peruanos tocaban ayer El c¨®ndor pasa en los vagones de la l¨ªnea 7. La raz¨®n es f¨¢cil: se gana m¨¢s cambiando de cliente en cada coche que aguardando la moneda en un sitio fijo.
A Isidoro y a Miguel, m¨²sicos profesionales con muchos a?os de interpretaci¨®n a cuestas, les persegu¨ªan los guardias jurados hasta hace dos semanas. Seg¨²n cuenta el abogado, a Miguel ahora el guardia jurado le echa dinero en la gorra. Y como han salido en un programa ma?anero de televisi¨®n que se interes¨® por el estado de los m¨²sicos del subterr¨¢neo, hasta el taquillero les desea suerte. Incluso han ganado un par de contratos para tocar en locales nocturnos.
Terminada la fiesta, hab¨ªa que trabajar. El consejero y los guardaespaldas abandonaron el metro para salir a la superficie a coger el coche. Los m¨²sicos se dijeron adi¨®s. Uno de ellos, para despedirse, form¨® con dos dedos la 'V' de victoria. Otro alz¨® el pu?o. Y se desperdigaron por las l¨ªneas en busca de una esquina para cada uno. Hoy tambi¨¦n estar¨¢n cantando.
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