Eduardo Chillida
Chillida, si no la unanimidad, s¨ª ha conseguido compartir la emotividad en su obra y su comportamiento humano
Dicen que muchas de las grandes obras de arte contempor¨¢neo las han realizado los ingenieros y los arquitectos. Han nacido los urbanistas y en realidad se ha vuelto al concepto interdisciplinar del artista que maneja los conocimientos de la ingenier¨ªa monumental con la sensibilidad po¨¦tica que requiere todo lo humano. Esto es, Eduardo Chillida (San Sebasti¨¢n, 1924). Cuando fue nombrado doctor honoris causa de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, Chillida present¨® una lecci¨®n magistral que es un resumen de inquietudes, preguntas, percepciones surgidas del conocimiento y el respeto a los argumentos del arte. Chillida es hombre respetuoso y tranquilo, con la necesaria autoestima tamizada por formas suaves y se ha convertido en la referencia obligada del arte. Y, sin embargo, cultiva una permanente huida de la grandiosidad social, como si quisiera escapar de los actos de reconocimiento por los huecos en los que dibuja y construye el aire, la otra materia. Si se repasa la poblada hemeroteca que retrata instant¨¢neamente su andadura personal y art¨ªstica, cada exposici¨®n, cada premio, cada constataci¨®n va seguida de un exceso de humildad que en su grado m¨¢ximo le hizo afirmar que "no habr¨ªa que conocer a los artistas, sino sus obras". Seguramente no conviene exagerar esa dimensi¨®n que parece reducir al vac¨ªo la constataci¨®n del ¨¦xito, algo que el autor necesita precisamente para que se conozca su obra. Conocimiento y reconocimiento son dos actitudes siamesas en el arte, en la vida. Y Chillida, si no ha alcanzado la unanimidad (imposible e innecesaria), s¨ª ha conseguido compartir la emotividad que se traduce en su obra y en su comportamiento humano. Como Oteiza, como Ibarrola -sus dos compa?eros de terna en la vanguardia del arte vasco-, Chillida entiende al artista como una suma de conocimientos y experimentalidades que reparte por su obra. Como ellos, y ellos como ¨¦l, ha dotado a la vanguardia del necesario poso fundamental (la naturaleza, los materiales, la poes¨ªa, la ingenier¨ªa) y todo eso que Ibarrola llama "el molde del hombre" para mirar siempre hacia adelante. Esa obra que se retuerce o se abre o se cierra en el granito o el hormig¨®n y que se reconoce en los m¨²ltiples logotipos (UPV, Fundaci¨®n Balenciaga, etc¨¦tera) que han llenado de arte las solapas de una generaci¨®n. El arte cabe en el estrecho margen de una solapa. La exposici¨®n antol¨®gica de Madrid, inaugurada la pasada semana, ha devuelto a Chillida a la po¨¦tica natural del arte. Hab¨ªa noticias p¨²blicas del artista por cuenta del estruendo de Tindaya, como a?os atr¨¢s lo fue por la plaza de los Fueros de Vitoria. Recordaba hace d¨ªas un artista el desconocimiento profundo de las canteras de los alterados ecologistas canarios frente al conocimiento profundo de Chillida para respetar el medio ambiente. El arte tambi¨¦n tiene su circunstancia, a veces institucional, a veces presuntamente popular. Pero Chillida sobrevuela las coyunturas con la fortaleza de la creatividad. Impulsor de la Escuela de Arte Vasco, cuando aparec¨ªa como una urgencia cultural y social, prosigui¨® una andadura art¨ªstica incesante, en una exhibici¨®n de madurez y juventud permanentes.Hermosas preguntas
Seguramente, su personalidad art¨ªstica se resume correctamente en su lecci¨®n de ingreso en la Real Academia de bellas Artes. Se titulaba Preguntas, y no era una elecci¨®n circunstancial. A Eduardo Chillida le apasionan las preguntas, tanto como le inquietan. Se interroga sobre materiales, naturaleza, sobre espacios, sobre arte, sobre la vida. ?No ser¨¢ el arte consecuencia de una necesidad, hermosa y dif¨ªcil, que nos conduce a tratar de hacer lo que no sabemos hacer?, era una de las preguntas de su autointerrogatorio. Y con esa actitud de pionero permanente, de fil¨®sofo humilde y certero se mueve entre el volumen de las cosas y la po¨¦tica de los sue?os cotidianos . Y como el cient¨ªfico se pregunta si no ser¨ªa la condici¨®n art¨ªstica la consecuencia de "estar permanentemente desorientado". Y se retrata como el poeta cuando se?ala que "la tarde avanza lentamente, y yo mirando quiero ver". ?Y qui¨¦n es Eduardo Chillada? El escultor, el ingeniero, el cantero, el pintor, el naturalista, el poeta,...O quiz¨¢ el artista que ans¨ªa preguntarse y morir con las botas puestas.
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