Los esqu¨ªs son para la nieve
Nada como la nieve para las Navidades. Hay que ser respetuoso con las estaciones. Ahora es el momento de los esqu¨ªs de igual manera que las bicicletas son para el verano. Volvemos, pues, atentos a la pantalla de TVE al estribillo de "Espa?a va bien", reconociendo, adem¨¢s, que est¨¢ en v¨ªsperas de quedar centrada, seg¨²n se proclamar¨¢ bajo los focos del pr¨®ximo congreso del PP, que por cielo, tierra y mar se espera, y de manera especial mediante esa ponencia anunciada de pu?o y letra del l¨ªder Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Una ponencia que nos permitir¨¢ de nuevo ser asombro del mundo y convertirnos en adelantados de la tercera v¨ªa. Un itinerario sugestivo de vida en com¨²n que hasta ayer mismo el amigo To?¨ªn Blair bordaba en rojo, m¨¢s o menos deste?ido, con ayuda del malhadado Peter Mandelson y del profesor Anthony Giddens, el de los pies ligeros y de la London School of Economics. Pero el esqu¨ª de fondo y la tradicional imagen del perrito de los Aznar, al que no se ahorran estas adversidades atmosf¨¦ricas, ha estado inmediatamente precedido de la aprobaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado y de su Ley de Acompa?amiento. Un aut¨¦ntico coche escoba al que se han incorporado mediante dulces enmiendas en el Senado algunos peque?os detalles, como el bill¨®n de pesetas entregado a las el¨¦ctricas o el lanzamiento de unas fundaciones que asumir¨¢n la gesti¨®n de los hospitales de la sanidad p¨²blica bajo los admirados criterios de eficiencia y rentabilidad, que al parecer se residencian en exclusiva en la empresa privada.
Llegados aqu¨ª, convendr¨ªa concedernos un respiro para avistar algunos ejemplos que nos vacunen frente al espejismo del inevitable acierto privado. Los desaciertos, los abusos privados, han convivido incluso ventajosamente con los p¨²blicos y ah¨ª est¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos, Mario Conde, Javier de la Rosa y tantos y tantos de entonces y de ahora mismo, de cuyos nombres les hago gracia, para probarlo. Por no hablar de las primas ¨²nicas y de otras elaboradas formas de evasi¨®n fiscal candorosamente impunes. Y cuando esos desaciertos y abusos privados han llevado el negocio a la bancarrota nunca ha faltado el recurso a los fondos p¨²blicos, donde han sido acunados mientras se les cantaba aquello de "Cura, sana,/culito de rana,/si no sanas hoy/sanar¨¢s ma?ana".
Adem¨¢s, despu¨¦s de la bronca y los chispazos que saltaron, llega el ministro del ramo Josep Piqu¨¦ y en declaraciones a El Peri¨®dico de Catalu?a afirma que "las el¨¦ctricas invertir¨¢n la compensaci¨®n donde quieran". Para mayor claridad a?ade que "si las compa?¨ªas entran en las telecomunicaciones, no nos parecer¨¢ mal porque va a favor de la competencia". As¨ª que va a tener raz¨®n El Economista cuando adelantaba que "El Gobierno financia la ofensiva de las el¨¦ctricas contra Telef¨®nica". Y en esa l¨ªnea se escucha la queja del presidente de Uni2, Eugenio Gald¨®n, diciendo que "Fomento ha permitido a las el¨¦ctricas ganar dos licencias de m¨®vil seguidas". As¨ª que en este asunto parece que nos acercamos al ordenado contraste de pareceres y que podremos, por fin, elegir entre los medios de comunicaci¨®n liderados por la Telef¨®nica de Villalonga y los que sigan la senda de la Endesa de Mart¨ªn Villa. Para que luego vengan algunos reclamando pluralismo cuando lo que quieren es libertinaje y corrupci¨®n.
Pero volvamos a los hospitales s¨®lo para advertir que su eficiencia m¨¦dica puede estar antagonizada con su rentabilidad en t¨¦rminos econ¨®micos, de estricta cuenta de resultados. Tenemos sabido que los progresos m¨¦dicos prolongan y encarecen los tratamientos a los pacientes, con resultados econ¨®micos adversos para el centro cuando no puede cargar los costes al enfermo. Ya se escucha al fondo a los ac¨¦rrimos defensores del mercado diciendo que el hospital cuyos procedimientos fueran limitados en aras de una mayor rentabilidad econ¨®mica acabar¨ªa teniendo poca aceptaci¨®n. Pero, ?de qu¨¦ plazo hablamos? y ?con qu¨¦ desastres nos encontrar¨ªamos entretanto? Porque tambi¨¦n los consumidores acabaron rechazando el aceite de colza pero antes quedaron por el camino muertos e inv¨¢lidos sin cuento. Y de la gesti¨®n eficiente de los hospitales pasaremos a la de la polic¨ªa, cuyos anunciados incentivos pueden tambi¨¦n incentivar la delincuencia. Entretanto, de la moral del servicio p¨²blico no quedar¨¢ ni rastro.
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