La derecha fina y segura
La misma semana en que The Economist coloc¨® en portada el titular "?Ha visto alguien a los conservadores europeos?" abri¨® sus puertas el congreso del Partido Popular. Los estrategas del PP siguen una de las dos l¨ªneas a las que apunta el semanario brit¨¢nico: ocupar y mantener el centro (espacio ganado por la nueva izquierda en toda Europa), en vez de concentrarse en aquello a lo que apuntan otros partidos en el continente: el nacionalismo con tintes proteccionistas y en ciertos casos xen¨®fobos. El congreso de este fin de semana apunt¨® en la direcci¨®n m¨¢s dif¨ªcil para un partido como el PP, con un pasado y unas ra¨ªces inequ¨ªvocamente de derechas y de rancio nacionalismo espa?olista. Ocupar el centro es el objetivo, y para ello es importante montar una escenograf¨ªa, unos rostros y unas im¨¢genes adecuados que tengan como excusa unos contenidos program¨¢ticos rotundamente lights, descafeinados, en los que nada desentone y, sobre todo, en los que nada llame demasiado la atenci¨®n. Los redactores de las ponencias parecen acercarse a la pol¨ªtica y a sus necesarias opciones con tantas prevenciones y con tantos deseos de despolitizar los mensajes que conducen al esforzado lector de las mismas a la sensaci¨®n de que, m¨¢s que leer contenidos program¨¢ticos de un partido en el poder a finales del siglo en una Europa y en un mundo en radical transformaci¨®n, est¨¢ leyendo el resumen publicitario de una gran empresa ante su junta de accionistas anual: un tipo de eventos en los que es m¨¢s importante que todo luzca bien que rendir cuentas y debatir la estrategia de la empresa. Uno de los textos pretendidamente program¨¢ticos es el que lleva por t¨ªtulo La Espa?a de las oportunidades. Desde una aparente inocuidad pol¨ªtica, todo el documento es un canto a la libertad y al esfuerzo individual y a la necesidad de que los poderes p¨²blicos garanticen un igual horizonte de oportunidades para todos. Las personas con dificultades, las personas en precario, deber¨¢n recibir "una segunda oportunidad" y "una transferencia de rentas aceptable para la moral de la sociedad". Esta filosof¨ªa es el eje fundamental de la pol¨ªtica social que quiere impulsar el "centro reformista" (para los no iniciados, el PP). Cada individuo trabajando, persiguiendo su proyecto vital a trav¨¦s de su esfuerzo personal, contribuir¨¢ al despliegue de esas oportunidades para todos los espa?oles. Cada uno debe poder orientar su vida seg¨²n sus preferencias y recursos: "El Estado debe crear el marco para que los ciudadanos (...) tengan capacidad de elecci¨®n en los sectores educativos y sanitario". Como vemos, el problema no es la igualdad. La desigualdad, de existir a pesar de las oportunidades que se brindan, se nos ha vuelto personal, cotidiana, fruto de decisiones individuales, consecuencia de oportunidades reiteradamente desaprovechadas. De esta manera, la desigualdad como clave de conflicto se deslegitima, perdiendo fuerza movilizadora, despolitiz¨¢ndose. Todos tendr¨¢n, por ejemplo, derecho a las mismas oportunidades educativas, e incluso aquellos con m¨¢s dificultades gozar¨¢n de una "segunda oportunidad". Pero que luego logren progresar o no depender¨¢ de su esfuerzo individual, a?ado yo, "de su buena presencia", "de sus relaciones", "de su lealtad"; es decir, de todos aquellos elementos cuasi estamentales que parec¨ªan quedar superados por la democratizaci¨®n educativa. El desempleo, la precariedad, la marginaci¨®n, la exclusi¨®n, el fracaso escolar, ya no ser¨ªan fruto de las condiciones sociales previas o actuales que expliquen esa desigualdad, y que pueden orientar pol¨ªticas espec¨ªficas para generar una dignidad para todos. En la sociedad del PP, en ese mundo de individuos llenos de oportunidades, los seres humanos deber¨¢n cargar con sus lacras como un destino personal. No podr¨¢n refugiarse ya en los grandes agregados o identidades sociales (que, como dice Beck, brindaban contrainterpretaciones que aliviaban, formas de defensa y apoyo). El destino colectivo se nos convierte en destino personal. Nos dice Zaplana en el documento que firma que en Espa?a se extiende la condici¨®n de propietarios, de emprendedores, de personas que aprovechan las oportunidades de una Espa?a que va bien. Los perdedores, los fracasados, aquellos a los que golpea el desempleo o la pobreza no deben preocuparse. Para ellos existir¨¢ una transferencia de rentas que impida que su situaci¨®n agreda la moral de la sociedad. Los que hayan aprovechado sus oportunidades, los que disfruten de esa nueva Espa?a, habr¨¢n escogido ya para sus hijos y su familia la mejor opci¨®n individual tanto en escuela como en sanidad, pero no dejar¨¢n abandonados a los que no puedan seguir. A ellos siempre les quedar¨¢ la solidaridad y la comprensi¨®n, la ayuda y la caridad, todo en un marco de "gran di¨¢logo social".
La individualizaci¨®n del destino convierte las transformaciones de la econom¨ªa y del mercado en culpa propia. Se rompen estructuras sociales y marcos de convivencia. Se generaliza la carencia afectando a sectores y personas que parec¨ªan a?os atr¨¢s inmunes. Nadie puede estar ya seguro. Y, en la b¨²squeda de la seguridad, la derecha encuentra su gran espacio, colocando a contrapi¨¦ a una izquierda que se ha quedado sin el s¨®lido marco de los valores ilustrados e industrialistas, y que no se atreve a intentar encontrar nuevas v¨ªas para, desde abajo y con la gente, reconstruir la pol¨ªtica. Una pol¨ªtica que deber¨ªa aceptar ser menos segura, m¨¢s dubitativa, m¨¢s curiosa, m¨¢s capaz de aprender de los errores. Dispuesta a buscar otra distribuci¨®n de poder, una arquitectura diferente de las instituciones o un desarrollo tecnol¨®gico distinto. Algo, en suma, contrario al programa envoltorio que constituye la oferta de esa derecha fina y segura.
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