Las Vegas con incienso
CARLOS COL?N Cosas raras que me pasan. Mientras leo la informaci¨®n sobre el actual frente malague?o abierto, con motivo de la presentaci¨®n de la antolog¨ªa Feroces, en la ya larga guerra po¨¦tica hispana, Canal Sur emite un reportaje sobre la muestra de artesan¨ªa cofrade de Sevilla. La interacci¨®n de los dos textos provoca efectos sorprendentes. La disputa entre diferentes tendencias en la zona que pese a ser la m¨¢s cierta -o, tal vez, a causa de ello- es tambi¨¦n la m¨¢s minoritaria de la creaci¨®n literaria, lo que pod¨ªa causar hasta cierto disgusto y desaz¨®n si a lo le¨ªdo se un¨ªa la informaci¨®n sobre los bajos fondos del Parnaso que me dan algunos amigos poetas, era iluminado de forma distinta por la cascada de horrores que desfilaban por la pantalla. Que se pelee en el ¨¢mbito de la poes¨ªa, aunque haya mezquindades en ¨¦sta como en toda guerra, quiere decir tambi¨¦n que est¨¢ viva, que apasiona y por ello divide, que para algunos es raz¨®n de vida y por ello tambi¨¦n de lucha. En lo cofrade no hay guerra, sino una paz de cementerio s¨®lo turbada por el atontado ir y venir de los zombies. Rafael P¨¦rez Estrada hablaba en el acto po¨¦tico de M¨¢laga de "siniestras divisiones" en el mundo de la poes¨ªa; peores son las "siniestras alianzas" que se dan en el mundo cofrade. Porque su resultado es que pocos patrimonios materiales e inmateriales est¨¢n m¨¢s indefensos. Abandonado por los sectores m¨¢s cultos, y por ello m¨¢s libres y cr¨ªticos, este patrimonio est¨¢ siendo dilapidado, maltratado, hasta profanado en su m¨¢s profundo valor simb¨®lico, por una legi¨®n de profesores de tienta y desecho universitarios, pseuhistoriadores, artesanos sin oficio, artistas sin creatividad, aficionados que se dicen compositores o pintores, mediocres de toda condici¨®n que la embadurnan con su propia mediocridad: les viene grande el legado barroco, desconocen la elegancia rom¨¢ntica y est¨¢n hu¨¦rfanos de la gracia costumbrista. Sobre todo, la libertad emocional de la Semana Santa no cabe en sus corazones con forma de hucha. ?Qu¨¦ tiene que ver el robusto cuerpo de vida, costumbre y arte de la Semana Santa con la pesadilla hortera montada en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla, con los atentados musicales que ya han empezado a publicarse, con los horrorosos carteles y cuadros perpetrados por los peores pintores o los m¨¢s torpes aficionados, con los mu?ecos tallados por quienes Mesa o Monta?¨¦s no admitir¨ªan en sus talleres ni para barrer las virutas? As¨ª, la guerra po¨¦tica que al principio percib¨ª como una tormenta en un vaso de agua, el enrarecimiento que siempre se da en lo muy peque?o y cerrado, le¨ªda al mismo tiempo que ve¨ªa el reportaje sobre Munarco, se transform¨® en s¨ªntoma de vida y de pasi¨®n. Tal vez esta diatriba po¨¦tica no sea lo deseable, como expres¨® P¨¦rez Estrada, pero es mejor que esta nada hortera, que esta Las Vegas con incienso, que estas Fallas sin fuego purificador, en que est¨¢n convirtiendo la Semana Santa de Sevilla y todo lo que con ella tiene que ver. Envidio la guerra de los poetas como el guardi¨¢n de un cementerio envidia el ruido de la vida, harto de la paz y del silencio de los muertos.
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