Viaje hacia un falso trabajo
Said necesit¨® ahorrar 170.000 pesetas para pagar un contrato que deb¨ªa abrirle las puertas de Espa?a. Para conseguir el dinero trabaj¨® en el taller mec¨¢nico que su familia tiene en la localidad marroqu¨ª de Oujda y confi¨® en las palabras de un amigo de la infancia que le relataba lo caro que resulta en Espa?a conseguir un contrato. Hab¨ªa que pagar los impuestos de los empresarios, hacer kil¨®metros con la car¨ªsima gasolina espa?ola y un largo y oneroso etc¨¦tera. Un dineral que ¨¦l fue reuniendo poco a poco para poder vivir una aventura de unos a?os en un pa¨ªs europeo, como antes hizo su padre cuando se fue a vivir a Francia. La desesperaci¨®n apareci¨® al mismo tiempo que en la Direcci¨®n Provincial de Trabajo de Ja¨¦n le negaban el permiso de trabajo y residencia porque la documentaci¨®n que supuestamente aportaba el empresario era falsa. El mejor amigo de Said le hab¨ªa enga?ado, le vendi¨® un precontrato de trabajo falso. Desaparecieron las 170.000 pesetas y se qued¨® en Espa?a sin saber c¨®mo volver a su pa¨ªs. Enga?o frecuente La historia de Said -nombre imaginario de un inmigrante de 28 a?os que prefiere guardar su nombre real en el anonimato por miedo a ser repatriado y por temor a que las mafias lo descubran- no es ¨²nica. Desde que el pasado d¨ªa 27 de enero se produjese en Ja¨¦n una carga policial contra los inmigrantes que aguardaban turno para regularizar su situaci¨®n en Espa?a, han salido a la luz denuncias sindicales sobre situaciones iguales a la de este joven. Khalid Zaidi, responsable del Centro de Atenci¨®n al Inmigrante de UGT en Ja¨¦n, tiene constancia de dos denuncias presentadas por empresarios de la provincia en las que aseguran que sus datos se han utilizado de forma fraudulenta. El mecanismo que utilizan las redes que estafan a los inmigrantes es muy simple: usan el precontrato de trabajo real que un empresario ofrece a un inmigrante para entresacar los datos y ofrecer copias que luego venden en su pa¨ªs de origen a los ilegales que quieren trabajar en Espa?a. ?ste ha sido el caso de Said. En el cupo del a?o pasado se acept¨® su documentaci¨®n, con lo que pod¨ªa salir de Oujda con un visado legal de tres meses de validez, tiempo necesario para tramitar en Espa?a el permiso de trabajo y residencia. Dej¨® el taller mec¨¢nico en manos de uno de sus tres hermanos y viaj¨® hasta Ja¨¦n. La Direcci¨®n Provincial de Trabajo comprob¨® que el precontrato que presentaba estaba denunciado en Comisar¨ªa. "En Oujda viv¨ªa bien, pero quer¨ªa cambiar de ambiente". Lo que ha encontrado en Espa?a no han sido m¨¢s que problemas, tr¨¢mites que resolver sin conocer el idioma y trabajo de temporero en la campa?a de la aceituna. "Yo no sab¨ªa que compraba un contrato que era ilegal. Cre¨ªa que de verdad se ten¨ªa que pagar, que eso funcionaba as¨ª". En estos momentos, dice, est¨¢ desilusionado. "No he encontrado lo que esperaba". Otros han tenido que pagar m¨¢s que ¨¦l, hasta 500.000 pesetas, asegura Zaidi. Las mismas noticias sobre fraudes han llegado hasta Comisiones Obreras. Jos¨¦ Ca?ada, de la ejecutiva provincial de este sindicato, mantiene que los precontratos falsos existen, "aunque no es una pr¨¢ctica habitual". Hasta el sindicato se han acercado inmigrantes contando situaciones muy parecidas a las de este marroqu¨ª de 28 a?os. De la existencia de estas redes o mafias, como las denominan desde los sindicatos, parecen tener constancia todos menos la Administraci¨®n. El subdelegado del Gobierno, Te¨®filo Garc¨ªa, asegura no estar en condiciones de negar ni afirmar nada. Lo que hace es animar a los sindicatos a que presenten denuncias que puedan ser investigadas. Sin tribunales El secretario provincial de Comisiones Obreras, Alfonso Mart¨ªnez Foronda, reconoce que esto es imposible. "Nosotros no podemos demostrar nada, tenemos testimonios de personas que est¨¢n en situaci¨®n ilegal y que nunca ir¨ªan ante un tribunal", resalta. Tom¨¢s Garc¨ªa, director provincial de Trabajo, "teme" que estas situaciones sean verdad. Said se ha encontrado por las calles de Ja¨¦n al amigo de la infancia que le vendi¨® el contrato falso. "Me he dado cuenta de que me ha enga?ado, y a veces hasta me da asco", relata, pero no denunciar¨¢. Teme a todo. Ahora vive con otros cuatro magreb¨ªes en un piso alquilado por el que pagan 55.000 pesetas mensuales. Aunque desilusionado, dice que se quedar¨¢ en Espa?a, "porque he encontrado la libertad", pero s¨®lo durante un tiempo. El suficiente para ahorrar. Sus ilusiones pasan por poder tener aqu¨ª su propio taller mec¨¢nico. Y casarse, pero con una marroqu¨ª, dice entre sonrisas, "porque nos entender¨ªamos mejor". El trabajo en la aceituna no es precisamente lo que busca. "Esto es m¨¢s duro de lo que pensaba". Said conoce a otros cinco marroqu¨ªes a los que se les han vendido contratos falsos. Y la situaci¨®n amenaza con seguir as¨ª mucho tiempo. "Es cuando llegas aqu¨ª cuando ves con tus ojos como se hacen las cosas, pero entonces ya eres un indocumentado", concluye.
"Cuando llegas aqu¨ª ves c¨®mo se hacen las cosas, pero entonces ya eres un indocumentado"
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