40.000 agricultores ocupan una Bruselas acordonada

Una masiva manifestaci¨®n de 40.000 agricultores de toda Europa (casi la mitad, franceses) tom¨® ayer el centro de la capital europea. El f¨¦rreo acordonamiento, las alambradas de espino, el despliegue de 5.000 polic¨ªas con tanquetas y helic¨®pteros, el intenso fr¨ªo, el viento racheado y el uso de mangueras de agua de presi¨®n y de gases lacrim¨®genos no impidieron los incidentes, numerosos, pero sin llegar a la batalla campal.La jornada de protesta contra el descenso de precios previsto por la reforma de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) -favorable a los consumidores- se sald¨® con 23 heridos (13 polic¨ªas y 10 agricultores) y 12 detenciones.

Ni Praga en 1968, ni Gdansk en 1970, ni el silencioso Sarajevo de los francotiradores, ni el Berl¨ªn del muro y los controles, ni el Santiago de Chile tras el bombardeo de la Moneda, pero sombr¨ªa, salvando las distancias, la atm¨®sfera de Bruselas rememoraba ayer un poco de todo aquello. Dos instituciones, Comisi¨®n y Consejo, manten¨ªan las vigilad¨ªsimas puertas semiabiertas. La tercera, el Parlamento Europeo, que se supone es la casa del pueblo, hab¨ªa echado el cierre y, ?ah?, simbolismo, se hab¨ªa ido de vacaciones.

Unos 40.000 agricultores (20.000 franceses, 10.000 alemanes, 5.000 belgas, 4.000 italianos, 2.000 espa?oles...), irritados por la abrumadora presencia policial y la prohibici¨®n de acceso a los tractores, se manifestaron con contundencia poco antes de iniciarse el Consejo de Ministros de Agricultura.

"Agenda 2000, no"

En el c¨¦ntrico parque del Cincuentenario, un capricho conmemorativo del rey Leopoldo II, hombre de afanes urban¨ªsticos y expropietario del Congo, los agricultores hollaban los restos de las recientes nieves. Sus dirigentes les arengaban. Los esl¨®ganes s¨®lo hallaban como eco un silencio met¨¢lico y hu¨¦rfano.

Hubo numerosos incidentes, aunque ninguno mortal como en 1971, cuando se manifestaron 70.000 personas. Ayer, los agricultores lanzaban aqu¨ª petardos, cohetes, botellas, patatas o huevos, arrancaban all¨¢ adoquines o se?ales de tr¨¢fico y los lanzaban sobre los uniformados.

En la calle de Miguel ?ngel -junto a la oficina de este peri¨®dico- arrancaron varios ¨¢rboles, los apedazaron y volearon. Muy cerca, el casi ¨²nico bar de la zona que se atrevi¨® a abrir -finalmente fue el ruidoso, simp¨¢tico y humeante Franklin- despachaba imp¨¢vidamente cervezas. Toda la parafernalia violenta iba orquestada con retrueno de tambores, silbatos ensordecedores, estridencias de trompetas y gritos y pancartas contra la Agenda 2000, que incluye la reforma de la PAC para el septenio 2000-2006. "Agenda 2000, no", luc¨ªan pancartas en las 11 lenguas comunitarias; "Titanic de los agricultores", remachaban otras.

La polic¨ªa belga, provista de m¨¢scaras antig¨¢s, escrutadora como nunca y antip¨¢tica como siempre, respond¨ªa con igual vehemencia, empleando las mangueras de agua de las t¨¦tricas tanquetas y lanzando algunos gases lacrim¨®genos. Resultado de los choques: 23 heridos.

Las razones de la protesta estriban en que la Agenda 2000 prev¨¦ un descenso de los precios de garant¨ªa -por debajo de los cuales, la UE compra y almacena- del 30% en la carne bovina, del 20% en los cereales y del 15% en la leche, s¨®lo compensados parcialmente por unas ayudas directas a la renta de los productores, que Francia pretende rebajar.

"Queremos vivir decentemente", arg¨¹¨ªa el presidente del Comit¨¦ de las Organizaciones Profesionales Agr¨ªcolas, la c¨²pula sindical europea, Luc Guyau.

Frente a ¨¦l, el comisario Franz Fischler recordaba que la reforma es imprescindible para aligerar el presupuesto de la PAC (que se disparar¨¢ cuando entren los pa¨ªses del Este en la UE) y para prepararse a la nueva ronda comercial multilateral, que achatar¨¢ las excesivas subvenciones europeas. Tambi¨¦n para beneficiar a los consumidores, que compran productos a precios muy superiores a los mundiales.

En la sede del Consejo, un edificio de inequ¨ªvoca prestancia arquitect¨®nica posestalinista, los delegados de los agricultores fueron recibidos por el presidente de turno, el ministro alem¨¢n Karl-Heinz Funke, quien les larg¨® una perorata sobre la reforma que casi les duerme.

Los siete delegados espa?oles, que carec¨ªan de tarjetas de acceso, se reunieron con la ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, en un cuchitril que alberga la cabina telef¨®nica p¨²blica, una pecera de cuatro metros cuadrados. Otros¨ª ocurri¨® con los belgas. Todo resultaba bastante kafkiano.

De Palacio celebr¨® "el civismo" de los espa?oles y trat¨® h¨¢bilmente de capitalizar su protesta. "Lo que hacen es darme ¨¢nimos para conseguir un acuerdo razonable para Espa?a", asegur¨®. "Le hemos dicho que preferimos que no firme nada antes que apoye un mal acuerdo y que respaldamos al Gobierno en la negociaci¨®n", a?adi¨® Pedro Barato (de Asaja).

"Queremos un reparto m¨¢s justo de las ayudas, una modulaci¨®n", apunt¨® Jos¨¦ Manuel de las Heras (COAG). "Si acaba recort¨¢ndose el gasto de la PAC, no es tolerable que no se proteja a los peque?os agricultores; la redistribuci¨®n de las ayudas deber¨ªa ser la prioridad" (y no sus cuant¨ªas), remach¨® Fernando Moraleda, presidente de la UPA.

Y es que, en el a?o 1995, el 1% de los beneficiarios espa?oles de las subvenciones de la PAC absorbi¨® el 20% del presupuesto y el 20% se qued¨® con el 75%. Para el resto, migajas. En el sector del aceite de oliva, "69 privilegiados propietarios de olivar recibieron en la ¨²ltima campa?a 4.106 millones, mientras que m¨¢s de 105.000 olivareros se han beneficiado de media, cada uno, de 84.000 pesetas", calcula un informe de la UPA.