Fusiones
Si dif¨ªcil es poner al andaluz de C¨¢diz de acuerdo con el de Granada y al sevillano en la misma l¨®gica del malague?o, no m¨¢s f¨¢cil resulta unir las voluntades encontradas en nuestras cajas de ahorros. Vivimos en una comunidad resueltamente cainita, enfrentada por orgullos locales y enemistada, en lo m¨¢s profundo de sus sentimientos, por poderes con resabios casi cantonalistas. M¨¢s que una comunidad aut¨®noma, unida por historias compartidas y se?as de identidad muy comunes, Andaluc¨ªa se nos presenta, en muchas de sus manifestaciones m¨¢s cotidianas, como pitufilandia, una especie de confederaci¨®n de jefes de barrios donde la unidad org¨¢nica de base es el casino y el enemigo a batir siempre resulta ser el vecino del pueblo de al lado. En esta confrontaci¨®n permanente vive y siente el andaluz al que, en los ¨²ltimos a?os, el descerebramiento pol¨ªtico de algunos ha venido alimentando con campa?as de enemistades irrenunciables, con el ¨²nico objetivo de seguir mandando en su taifa. Espeso bosque el andaluz donde, contra la l¨®gica natural de sus cosas, se quiere poner el huevo de la fusi¨®n de las Cajas de Ahorros. Un ataque frontal y directo al coraz¨®n de esos micropoderes econ¨®micos que han levantado sus cantones alrededor del ahorro de todos los andaluces. ?Desde este punto de vista qu¨¦ puede importar en Sevilla, C¨®rdoba o Granada que los activos consolidados por la Caixa en 1996 multiplicaran por tres la suma de todos los activos de las seis cajas andaluzas? Unirse o pasarlas canutas. ?se parece que es el mensaje que traen los nuevos vientos de la econom¨ªa global. Hacerse m¨¢s fuertes huyendo de la fragmentaci¨®n para aguantar futuros vendavales con un m¨ªnimo de garant¨ªas. Optar por lo contrario es afirmarse en la anorexia financiera y en la vulnerabilidad de nuestros ahorros. Veremos c¨®mo nuestro dinero se desv¨ªa hacia otras ofertas m¨¢s potentes, m¨¢s s¨®lidas y seguras que, por l¨®gica econom¨ªa competir¨¢n ventajosamente con las microofertas andaluzas. Nuestros ahorros volar¨¢n lejos de Andaluc¨ªa para estimular otros mercados y otras sociedades. Y el desconsuelo nos servir¨¢ para el quej¨ªo y la pena honda, esas lacras de nuestra alma colectiva tan ¨²tiles para algunos palos del flamenco, pero tan in¨²tiles para todo aquello que sea un romance de verde luna. Nos jugamos el futuro. Elegir entre la hucha del cerdito y la vajilla de regalo o afianzar el edificio para los vendavales que vienen.J. F?LIX MACHUCA
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