Viejos problemas, viejas soluciones
El Madrid arregla sus errores defensivos con la pegada de sus estrellas en el Sardinero
El Madrid arregl¨® sus problemas habituales con los recursos de costumbre. Su defensa volvi¨® a actuar con una inconsistencia extrema en el primer tiempo, pero el equipo decidi¨® llevar el partido al terreno contrario y se llev¨® la victoria. Cuando el encuentro fue cosa de habilidad, llegada y gol, el Madrid demostr¨® de nuevo el calibre de su arsenal.El problema del Madrid es que mantiene sus viejas constantes. Tiempo atr¨¢s sus dificultades pasaban por el leve espesor del equipo, mal cosido y descompensado. Ten¨ªa pegada, pero su mand¨ªbula era de cristal. No hab¨ªa rigor en lo t¨¢ctico y no exist¨ªa una respuesta de los jugadores ante la adversidad. El Madrid se convirti¨® en un equipo liviano, sujeto al ingenio de algunos futbolistas.
Racing- Real Madrid: 1-3
El Madrid arregl¨® sus errores defensivos con la pegada de sus estrellas en el SardineroRacing: Marcos; Tais, Mellberg, Arzeno, Sietes; V¨ªctor, Ismael, Shustikov (Salva, m. 83), Amavisca (Geli, m. 64); Munitis y Bestchastnij (Magallanes, m.64). Real Madrid: Illgner; Iv¨¢n Campo, Hierro, Fernando Sanz (Suker, m. 46); Jaime (Sanchis, m. 62), Redondo, Roberto Carlos; Karembeu, Ra¨²l, Jarni; y Morientes. Goles: 1-0 M. 30. Redondo pierde el bal¨®n, el Racing lanza el contragolpe hacia Munitis, cuyo centro es rematado por Ismael. 1-1. M. 51. Tiro de Roberto Carlos, Marcos no puede atrapar la pelota y Ra¨²l aprovecha el rechace. 1-2. M. 73. Espectacular tiro de Roberto Carlos. 1-3. M. 83. Internada de Roberto Carlos que corona Davor Suker con un remate a la escuadra. ?rbitro: P¨¦rez Lasa. Amonest¨® a Tais, V¨ªctor, Roberto Carlos, Morientes, Iv¨¢n Campo, Jaime, Hierro y Jarni. 17.000 espectadores en el estadio del Sardinero.
Toshack ha dedicado su tiempo a buscar soluciones de emergencia al desequilibrio. Lo ha intentado con diversos sistemas, siempre procurando favorecer la fiabilidad defensiva. Pero no hay manera. El Madrid no encuentra su identidad y mantiene sus viejas constantes: m¨¢xima debilidad defensiva y contundencia de sus figuras. De Ra¨²l especialmente, o de Roberto Carlos, que represent¨® todas las constantes del Madrid. El lateral brasile?o sufri¨® un calvario en el aspecto defensivo, pero su contribuci¨®n en la victoria result¨® crucial.
Con el inter¨¦s de cuidar todos sus puntos d¨¦biles, el Madrid pretendi¨® un partido decididamente t¨¢ctico. El R¨¢cing, tambi¨¦n. Est¨¢ en la manera de ser de su entrenador, que no quiere otras aventuras que las de Munitis. En el aprovechamiento de su habilidoso delantero reside la fortuna del Racing.
Munitis lleg¨® al partido en condiciones precarias, con una rodilla inflamada y el temor a exponerse en los choques. Pero su concurso volvi¨® a ser decisivo. En su actuaci¨®n hubo una particularidad a?adida. Cuando se trata de marcajes, lo normal es destinar a un defensa sobre un delantero, con la voluntad de disminuir el riesgo de da?os. Esta vez se produjo una decisi¨®n a la inversa. Munitis busc¨® a Fernando Sanz, convencido de sacar petr¨®leo a pesar de sus problemas f¨ªsicos. En ese duelo le iba la vida al Racing, porque en el resto del mapa todo estaba atad¨ªsimo. Presi¨®n, l¨ªneas juntas y un juego que quedaba muy lejano de las porter¨ªas.
En el primer tiempo, el partido todo qued¨® pendiente de alg¨²n error (y en eso Fernando Hierro protagoniz¨® unos cuantos en el arranque del encuentro) y del duelo Sanz-Munitis, con la colaboraci¨®n de Roberto Carlos, que tard¨® en acudir a la ayuda del central madridista en dos jugadas que le dejaron descolocado frente a la velocidad del delantero santanderino del Racing.
Munitis esperaba cada bal¨®n en los tres cuartos. Sanz le persegu¨ªa, y all¨ª terminaba prisionero de la astucia de Munitis, que cambiaba el paso, ganaba dos metros y sal¨ªa como un tiro en el desmarque.
En su primera intervenci¨®n fue derribado por Hierro en el ¨¢rea, pero el ¨¢rbitro no concedi¨® el penalti. El segundo desmarque fue gol. Redondo perdi¨® la pelota, el R¨¢cing tir¨® el contragolpe por medio de Bestchastnij, y Munitis hizo el resto. Se escap¨® de Sanz, Roberto Carlos lleg¨® tarde a la intercepci¨®n y el centro fue rematado de manera impecable por Ismael.
El Madrid sufri¨® el impacto del gol. Hasta el final del primer tiempo, anduvo entre despistes, con signos evidentes de desconfianza en su defensa y con poca llegada al ¨¢rea del R¨¢cing.
El problema se termin¨® en el segundo tiempo. Toshack retir¨® a Sanz y meti¨® a Suker, una medida que elev¨® notablemente las prestaciones de sus equipo, que entr¨® en una din¨¢mica que conoce mejor.
El Madrid est¨¢ integrado por una suma de individualidades que apenas conocen los deberes colectivos. Para lo bueno y para lo malo, es un equipo sin respuestas t¨¢cticas, an¨¢rquico en el mejor de los casos, ca¨®tico en el peor.
Pero en todo caso, se siente m¨¢s c¨®modo sin ataduras, pendiente del ingenio que brota aqu¨ª y all¨¢.
En el caso de Ra¨²l surge tan a menudo que se ha convertido en la soluci¨®n a todos los males. Su gol sirvi¨® para empatar un partido que se inclin¨® ya irremediablemente hacia el lado madridista. El Racing perdi¨® el orden y entr¨® en la din¨¢mica preferida por el Madrid: un partido descosido, sin control, perfecto para gente como el brasile?o Roberto Carlos, que intervino en los tres goles de su equipo. En el primero hizo el disparo cuyo rechace aprovech¨® Ra¨²l. El segundo lo anot¨® ¨¦l mismo a la salida de un saque de esquina, con un potent¨ªsimo disparo con la izquierda que cruz¨® el portal racinguista. Y en el tercero se plant¨® al bordel del ¨¢rea para forzar un rebote que aprovech¨® Suker.
Si Ra¨²l es una presencia inevitable, Roberto Carlos es un s¨ªntoma. Cuando el encuentro se volvi¨® banderizo, el lateral brasile?o se sinti¨® en la gloria y lanz¨® al Madrid a una victoria que explica su situaci¨®n. Vive entre extremos. Entre su miseria defensiva y la poder¨ªo de sus estrellas.
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