Muros de Sevilla
ANTONIO RODR?GUEZ ALMOD?VARLa desgracia se ceb¨® una vez m¨¢s sobre esta ciudad herida por el tiempo. La tarde del d¨ªa 6, la joven Mar¨ªa Teresa Guardia Vidal perd¨ªa la vida bajo los cascotes de un nuevo derrumbe. Se un¨ªa as¨ª a la triste n¨®mina de otros cinco inocentes que aguardaban el autob¨²s un 31 diciembre de 1998, cuando otro muro se les vino encima, dicen que empujado por el viento. Y al caso de un alba?il que muri¨® tambi¨¦n por el desplome de otra fachada protegida en mayo de 1997. No todo ser¨¢ fatalidad. Algo pondremos tambi¨¦n los humanos, cuando el ¨ªndice se dispara. Y la cuesti¨®n, que parec¨ªa naufragar entre la nebulosa del absurdo y las impericias municipales, de pronto se nos pone ante los ojos con una evidencia atroz: algo est¨¢ pasando aqu¨ª. Esto no puede ser s¨®lo obra del destino. Por todas partes volvemos a ver -ser¨¢ que se nos afina la mirada-, viviendas en estado ruinoso, fachadas apuntaladas, vestigios de otras ¨¦pocas, en fin, demandando una soluci¨®n urgente. El abandono culpable de los due?os, la lentitud de la burocracia, la permisividad, laboran en secreto. El resto lo hace el tiempo, s¨ª, que para eso es tigre sobrado de paciencia. Pero todo lo dem¨¢s es cosa humana, y es preciso averiguar en qu¨¦ consiste. Veamos. Sevilla es una ciudad con un casco antiguo desmesurado, uno de los mayores de Europa. Sin duda, una de las razones por las que Europa misma se viene volcando en ayudas sustanciosas para su recuperaci¨®n. Es m¨¦rito de muchos, y no de este Ayuntamiento solamente, sino de todos los que desde hace veinte a?os, con la tra¨ªda de la democracia, se han venido esforzando por rehabilitar ese inmenso espacio, tan grande como la Isla de La Cartuja, pero lleno de entramados minuciosos. Un verdadero laberinto de sombras y luces por los que discurre -o discurr¨ªa- la vida de una de las ciudades con m¨¢s personalidad. En esos veinte a?os ya se puede hablar de distintas ¨¦pocas, modos diversos de entender la recuperaci¨®n de este insigne moribundo. Se ha pasado de un conservarlo todo -a?os ochenta-, que sucedi¨® inevitablemente a un tirarlo todo de la ¨¦poca franquista, a un conservar seg¨²n qu¨¦ de los noventa. Perdonen la simplificaci¨®n, pero tal vez as¨ª se entienda mejor el problema. Pese a las catalogaciones y observancias, ese ¨²ltimo concepto est¨¢ lleno de peligros, porque abre puertas a la excesiva liberalidad, sutilezas interpretativas, tal vez manejos bajo cuerda, pactos y repartos. El mantenimiento de muros y fachadas parece clave en la nueva inteligencia de la cosa. Cuesti¨®n de apariencias, en definitiva. Algo que cuadra perfectamente con un modo m¨¢s general de entender la vida, con esa especie de pensamiento de la ambig¨¹edad y posmoderno que tanto se lleva. Lo que pasa es que esa pol¨ªtica, alentada por la misma equivocidad que preside los designios de este Ayuntamiento bic¨¦falo, resulta adem¨¢s f¨ªsicamente peligrosa. Algunos arquitectos vienen alertando sobre los riesgos estructurales que corren esas salvaguardas de lo visible, aunque la verdad es que hoy en d¨ªa existen medios t¨¦cnicos m¨¢s que suficientes para garantizar intervenciones muy delicadas y sobre paramentos mucho mayores que el que se ha ca¨ªdo. Distinto es que el municipio obligue o no a adoptar las m¨¢s seguras en cada caso. Pero que se trata de una pol¨ªtica hueca, sin verdaderas convicciones, lo demuestran hechos como lo ocurrido con el Plan Especial de San Luis. En cuanto a esta insegura corporaci¨®n se le da rienda suelta, vuelven no s¨®lo a los antiguos planteamientos de tirarlo todo, sino a corregir incluso la trama de calles y plazas, precisamente lo m¨¢s valioso en la historia de una ciudad, y lo que no reviste peligro alguno, porque es patrimonio inmaterial. Pero se conoce que eso deja poco dinero. ?Qu¨¦ hacer, pues? Ha dicho Rojas Marcos que estaban "todos los tr¨¢mites urban¨ªsticos en regla". Pues habr¨¢ que cambiar la regla o a los encargados de vigilarla. Probablemente las dos cosas. De cara al futuro, lo m¨¢s importante es que la pol¨¦mica sobre los criterios de intervenci¨®n en el casco antiguo se va a recrudecer, y algo ganaremos. Sobre todo en claridad. Esta hermosa ciudad necesita una idea firme de c¨®mo mantener su apostura antigua, que no vieja. Corregir posibles excesos de proteccionismos parciales, a cambio de una pol¨ªtica de restauraciones completas, y no simples vaciados con mantenimiento de muros y fachadas. Recuperaci¨®n de antiguos oficios (forja, cer¨¢mica, piedra y ladrillo tallados, etc¨¦tera) en escuelas taller para j¨®venes generaciones. Nueva catalogaci¨®n de edificios y zonas para tratamientos uniformes, y no salpicaduras de antiguo entre lo nuevo y viceversa, que tanto afean. Cap¨ªtulo important¨ªsimo es tambi¨¦n el de la insufrible tolerancia con que este Ayuntamiento permite que palacios y casas-palacios permanezcan cerrados y deterior¨¢ndose durante a?os y a?os. V¨¦anse, las fotograf¨ªas de esta p¨¢gina a t¨ªtulo de ejemplos. ?A qu¨¦ se espera? ?A que el tigre del tiempo les d¨¦ su zarpazo? Como se ve, demasiados asuntos pendientes de corregir para unos pol¨ªticos que probablemente ya no son capaces de asumir la magnitud de los problemas. Y ¨¦se es el mayor de todos.
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