Hay que acabar con Milosevic
Si el resultado de la guerra ha de ser el reparto de Kosovo y el sufrimiento de su poblaci¨®n albanesa, esta guerra es un tr¨¢gico error. Porque todo se desarrolla como si este asunto hubiera estado controlado por Milosevic, que, como buen estratega que es, habr¨ªa analizado las reacciones de Estados Unidos, sus intereses y la incapacidad para actuar de los europeos. Imagin¨¦monos al dictador reflexionando en su despacho durante la Conferencia de Rambouillet. Ante todo, piensa, hay que ganar tiempo, preparar e iniciar la expulsi¨®n de los albaneses. Pero, a?ade: no puedo echarlos "a sangre fr¨ªa", pues ello provocar¨ªa una indignaci¨®n que me impedir¨ªa llevar a cabo mi proyecto. Por el contrario, un clima de guerra y algunos misiles que nos caigan encima pueden crear, en sentido estricto, una cortina de humo tras la cual podr¨¦ deportar y asesinar a dicha poblaci¨®n sin que el mundo entero me denuncie. Sobre todo, yo, que no soy muy popular en Serbia, voy a movilizar a mi favor al nacionalismo serbio y a liquidar a todos mis adversarios. No creo que pueda librarme del 90% de la poblaci¨®n de Kosovo, y estoy convencido de que habr¨¢ que llegar a un reparto, pero el clima de guerra y el deseo de los occidentales de salir de la crisis me permitir¨¢n mantener una buena parte de Kosovo en manos serbias. Hasta Occidente se sentir¨¢ halagado de ejercer su protectorado, bajo una u otra forma, o incluso de facilitar la fusi¨®n de la parte albanesa de Kosovo con una Albania ya totalmente desorganizada y que s¨®lo podr¨¢ soportar esta nueva carga convirti¨¦ndose en una verdadera colonia norteamericana. Ante todo, ser¨¦ yo quien firme el acuerdo con la OTAN. Los norteamericanos estar¨¢n contentos de ampliar su influencia en los Balcanes y de impedir as¨ª una completa integraci¨®n de Europa. Milosevic sigue reflexionando, como buen estratega comunista, sobre la forma de hacer creer que se le impone la soluci¨®n que ¨¦l mismo ha deseado y elegido. Una soluci¨®n a la que se podr¨ªa llegar muy pronto, demostrando que los occidentales piden la paz y que la OTAN, que bombardea de d¨ªa y cura de noche, da claras muestras de no perseguir la victoria. Cuando los generales norteamericanos dijeron que sus misiles pod¨ªan acertar en sus objetivos con un error m¨¢ximo de un metro, ?no estaban indicando claramente que no ten¨ªan la misma intenci¨®n de destruir a Milosevic que la que tuvieron de acabar con Sadam Husein?
Puede que el sue?o de Milosevic no se cumpla exactamente como se lo ha imaginado. Sin embargo, s¨ª se corresponde con la realidad actual: Milosevic y Estados Unidos juegan el uno contra el otro, pero como si ya se hubieran puesto de acuerdo en cu¨¢l es el mejor resultado de la partida.
Algunos han llegado a la conclusi¨®n de que no se ten¨ªa que haber iniciado la guerra contra Milosevic. ?sa habr¨ªa sido la peor soluci¨®n de todas. Por d¨¦bil que fuera, la intervenci¨®n internacional en Bosnia, primero la de Europa, que fracas¨®, y luego la de Estados Unidos, que tuvo ¨¦xito, disuadi¨® a Milosevic de hacerse con todo el pa¨ªs y de continuar con su espantosa purificaci¨®n ¨¦tnica.
Hay que avanzar en sentido contrario. La guera debe tener un ¨²nico objetivo: destruir a Milosevic. Los que no ¨²nicamente hablan de ayuda humanitaria, por muy sensibles y generosos que sean, hacen el juego al dictador.
Dicho objetivo no se puede alcanzar por medios exclusivamente militares, aunque ¨¦stos sean indispensables, dado que los occidentales s¨®lo aceptan la guerra mientras ¨¦sta no mate a sus propios hijos. As¨ª pues, hay que buscar el apoyo de los serbios y montenegrinos contra Milosevic. Para ello, es necesario que Europa se?ale cu¨¢les son sus objetivos de guerra: la eliminaci¨®n total de Milosevic, el llamamiento a los serbios para que establezcan un Gobierno democr¨¢tico con el que la Uni¨®n Europea podr¨¢ entablar negociaciones sobre el futuro y sobre la forma en que los Balcanes puedan integrarse en Europa. Mientras no se proponga a los serbios una salida positiva, no se podr¨¢ hacer caer a Milosevic.
Si Europa tuviese existencia internacional, ¨¦sta habr¨ªa sido, bajo una forma u otra, su postura desde el principio. Si no lo ha hecho, si sigue sin hacerlo, es porque carece de existencia internacional, porque es, cada vez m¨¢s en cada crisis, un conjunto de peque?os pa¨ªses sometidos a la hegemon¨ªa norteamericana, es decir, a una pol¨ªtica que tiene precisamente como uno de sus principales objetivos impedir la independencia pol¨ªtica de Europa.
Sin embargo, en este ¨¢mbito como en los dem¨¢s, la peor manera de reivindicar y de obtener la independencia de Europa es rechazar una guerra legitimada por los horrores cometidos por Milosevic desde hace diez a?os, que apoya la opini¨®n p¨²blica de la mayor¨ªa de los pa¨ªses y sin la cual Milosevic ver¨ªa su poder a¨²n m¨¢s reforzado. No podemos librarnos de Milosevic, reconocer la libertad de los kosovares, y tambi¨¦n la de los serbios, sin derrocar al dictador por la fuerza. Pero, ?de verdad "quieren" algo los europeos, o el nivel m¨¢s alto al que pueden elevarse es al de la emoci¨®n humanitaria?
La verdad es que, frente a la realpolitik que permite a un Milosevic seriamente amenazado, a unos rusos, que, no obstante, son incapaces de emprender ninguna acci¨®n, y a un Estados Unidos, preocupado ¨²nicamente por su hegemon¨ªa, tener un papel importante, los europeos han perdido ya el valor de la libertad. ?Hay que aceptar como total e irreversible nuestra incapacidad de intervenir en los asuntos de nuestro continente? ?Es posible que nuestro papel sea llorar mientras los dem¨¢s deciden?
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