La guerra del ron contin¨²a
Que el ron cubano despierta pasiones es sabido. Y que las disputas que provoca el alcohol suelen acabar mal, tambi¨¦n es de sobra conocido. Si a estas dos variables endiabladas se a?ade un pleito de dos a?os en un tribunal de Nueva York, y que los apellidos de los litigantes son nada menos que Bacard¨ª y Havana Club, se entiende que el asunto echa chispas. Por si fuera poco, en esta bronca sobran los ingredientes pol¨ªticos: de ella son protagonistas directos los Gobiernos de Fidel Castro y de Bill Clinton, la ley Helms-Burton y la Uni¨®n Europea.
La semana pasada, la juez federal Shira Scheindling, del distrito Sur de Nueva York, dict¨® sentencia. Lo hizo a favor de que Bacard¨ª pueda utilizar la marca Havana Club, y la fundament¨® en la ley Helms-Burton. El portavoz de Bacard¨ª, Jorge Rodr¨ªguez M¨¢rquez, en declaraciones al diario estadounidense The Wall Street Journal, se apresur¨® a calificar el fallo de "victoria para aquellos cuyas propiedades fueron confiscadas". El director general de Havana Club International, Noel Adri¨¢n, afirm¨® en La Habana que se trataba de una sentencia pol¨ªtica y anunci¨® que recurrir¨¢ el fallo.
El presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarc¨®n, opin¨® que lo ocurrido ilustra claramente cu¨¢l es la voluntad de EE UU: seguir aplicando la ley Helms-Burton, en contra de los compromisos contra¨ªdos con la UE. Al parecer, la guerra del ron no ha hecho m¨¢s que comenzar.
El litigio que enfrenta a Bacard¨ª y a Havana Club en los tribunales de EE UU comenz¨® hace dos a?os, despu¨¦s de que Bacard¨ª introdujese en el mercado estadounidense un ron de nombre Havana Club producido en Bahamas.
Las botellas de ese ron circularon muy poco, pues de inmediato la empresa Havana Club International (HCI), una corporaci¨®n mixta creada en 1993 por una compa?¨ªa estatal cubana y la multinacional francesa Pernod-Ricard para comercializar en todo el mundo el ron Havana Club, interpuso una demanda en Estados Unidos por usurpaci¨®n de marca.
Desde 1974, Cuba ten¨ªa registrada en EE UU esta marca, la cual fue transferida a Havana Club International. En virtud del embargo, ninguna empresa cubana puede vender sus productos en Estados Unidos, como tampoco las estadounidenses pueden comercializar mercanc¨ªas en la isla caribe?a. Sin embargo, a pesar de esta situaci¨®n y previendo que alg¨²n d¨ªa el embargo terminar¨ªa, durante d¨¦cadas, cientos de empresas de ambos pa¨ªses se acogieron a las leyes internacionales para mantener la titularidad de sus marcas en Cuba y Estados Unidos.
Desde que comenz¨®, a finales de 1996, el litigio entre Bacard¨ª y Havana Club se hizo patente que la disputa iba mucho m¨¢s all¨¢ de lo comercial.
En 1997, HCI tuvo que reorientar sus argumentos al revocar el Departamento del Tesoro de EE UU la licencia de traspaso de la marca Havana Club, que le hab¨ªa concedido dicho departamento en 1995.
El asunto se complic¨® a¨²n m¨¢s el a?o pasado, cuando el Congreso de Estados Unidos aprob¨® que ninguna empresa extranjera puede defender los derechos de una marca que en el pasado haya sido expropiada a ciudadanos estadounidenses en otro pa¨ªs.
La marca Havana Club fue creada en Cuba en 1878 por un emigrante vasco de apellido Arrechabala, cuya f¨¢brica de ron fue nacionalizada con el triunfo de la revoluci¨®n. Havana Club International asegura que los descendientes de Arrechabala nunca se ocuparon de mantener su marca en EEUU y que, al no renovarla, la abandonaron, y Cuba la registr¨® en 1974.
La empresa Bacard¨ª argumenta que descendientes de Arrechabala les vendieron hace pocos a?os la marca y que, en virtud de la ley Helms-Burton, es ilegal que una empresa extranjera "trafique" con propiedades expropiadas a ciudadanos estadounidenses. Una marca es una propiedad, y Bacard¨ª es ahora una empresa estadounidense
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