Novilleros mundiales en una misteriosa funci¨®n
La novillada se anuncia pomposamente -II Encuentro Mundial de Novilleros- y est¨¢ envuelta en un cierto halo de misterio. De hecho, no se sabe muy bien d¨®nde se encuentran ni qui¨¦n elige a los participantes; no se sabe si existen fases clasificatorias y eliminatorias; por no saber, no se sabe si la novillada de ayer fue la final de los triunfadores, y si ¨¦sta lleva impl¨ªcito un premio, o el premio reside en hacer el paseillo en plaza tan emblem¨¢tica. Lo que s¨ª parece cierto es que se trata de una iniciativa de un empresario mexicano que, en el caso de Sevilla, alquila la plaza una ma?ana de Feria de Abril, le deja un buen dinero a Diodoro Canorea, y ofrece un espect¨¢culo con mucho nombre, pero poco contenido.
Martelilla / Barrera, Garibay, Bautista
Novillos de Martelilla, bien presentados, mansos, sosos y blandos; 2?, encastado. Antonio Barrera, de Sevilla: silencio y ovaci¨®n. Ignacio Garibay, de M¨¦xico: vuelta y ovaci¨®n. Juan Bautista, de Francia: silencio y silencio.Plaza de la Maestranza, 23 de abril (ma?ana). 14? festejo de feria, fuera de abono. Muy pobre entrada.
De esta manera tan poco clara se encontraron en la Maestranza un novillero sevillano afincado en Barcelona -Antonio Barrera-; un mexicano, Garibay, con apellido de un antiguo y famoso comercial sevillano, y un franc¨¦s, hijo de un rejoneador. El tr¨ªo internacional estaba acompa?ado por novillos nacidos y residentes en Jerez de la Frontera. Pero lo que pudo ser un encuentro emotivo y feliz para hombres y animales de tan distinta procedencia se convirti¨® en un bodrio.
Los novillos no se sintieron motivados y se mostraron mansos, descastados, dif¨ªciles y blandos, a excepci¨®n del segundo, que fue encastado y noble. Ciertamente, no colaboraron en demas¨ªa al ¨¦xito de sus matadores; antes bien, exig¨ªan muletas poderosas, que no era el caso. Y los novilleros vinieron a demostrar que los defectos toreros no conocen fronteras, y lo mismo existen pegapases en Barcelona que en M¨¦xico distrito federal, o se abusa tanto del pico en Aguascalientes como en nuestra vecina Francia.
No queda muy claro, sin embargo, si los novilleros sufrieron de miedo esc¨¦nico, si los novillos presentaron en realidad dificultades insalvables, o es que el tr¨ªo actuante es tan vulgar como pareci¨®. La verdad es que ninguno de los tres se mostr¨® hambriento de triunfos, con arrojo y entrega, con dominio y mando, con seguridad y personalidad. Por el contrario, quedaron a merced de sus oponentes, con pocas ideas y con un concepto moderno y escasamente personal del toreo.
El sevillano, por ejemplo, es hombre voluntarioso, variado con el capote y r¨¢pido con la muleta. Recibi¨® a su segundo a porta gayola, lo tore¨® despu¨¦s por chicuelinas y tafalleras, y no pudo seguir porque el animal se parti¨® una mano. Pero en su primero estuvo poco brillante, pesado y anodino ante un novillo manso que llevaba la cara por las nubes.
Tampoco le falt¨® el ¨¢nimo al mexicano, pero apunta mucho y dispara poco. Quiere hacer un toreo artista, pero le falla el punto de mira. Le toc¨® el mejor novillo de la ma?ana y combin¨® algunos pases estimables con una enciclopedia del pegapasismo moderno. Tambi¨¦n embisti¨® el quinto y le recet¨® otra lecci¨®n de lo mismo, pero, en esta ocasi¨®n, con pico incluido. Hab¨ªa dado la vuelta al ruedo en su primero, animado por unos compatriotas, y estos mismos le incitaron a que se paseara de nuevo a la muerte del quinto; pero los partidarios de los otros se le impidieron. Normal, por otra parte, porque el mexicano pretend¨ªa abusar de las buenas relaciones internacionales.
El franc¨¦s, por su parte, no quiso ser menos. El tercero era una vaca lechera y no tuvo un pase. En el ¨²ltimo, que embest¨ªa muy descompuesto, fue desarmado en tres ocasiones, pas¨® un mal rato, y el p¨²blico le pidi¨® la hora.
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