Asesinato de una estrella
Matan en la puerta de su casa a la popular presentadora de un programa de sucesos de la BBC
A los 37 a?os, Jill Dando, una de las presentadoras m¨¢s famosas de la BBC, parec¨ªa haber hecho realidad sus sue?os. Adoraba su trabajo y era la preferida del p¨²blico. Era la "atractiva chica de al lado", so?ada por cualquier brit¨¢nico medio. Por una vez, la audiencia femenina pensaba igual. Espont¨¢nea y con sentido del humor, su falta de divismo convert¨ªa sus programas en ¨¦xito seguro. A punto de contraer matrimonio en oto?o, hasta su vida privada marchaba bien. Pero todo acab¨® al mediod¨ªa de ayer de la manera m¨¢s tr¨¢gica. La periodista cay¨® asesinada en el portal de su casa londinense, en el c¨¦ntrico barrio de Fulham. La polic¨ªa sigue ahora la pista de un var¨®n de raza blanca, bien vestido y que abandon¨® a toda prisa la escena del crimen con un tel¨¦fono port¨¢til en la mano. Por una iron¨ªa del destino, la muerte de la presentadora est¨¢ siendo investigada por Scotland Yard con la misma minuciosidad tantas veces descrita por ella misma en Crimewatch, uno de los espacios que presentaba. Centrado en los cr¨ªmenes que han quedado sin resolver, este programa suele rememorar, con ayuda de los propios agentes, los ¨²ltimos minutos de ciudadanos desconocidos para el gran p¨²blico.
Sus vecinos no daban cr¨¦dito a lo sucedido. "O¨ª un grito de sorpresa. Cuando sal¨ª a la calle, Jill yac¨ªa en el suelo en medio de un gran charco de sangre", dijo Richard Hughes, un joven que viv¨ªa en su barrio. "Como todos los personajes famosos, Jill Dando estaba expuesta a la parte m¨¢s oscura de su popularidad", se?al¨® Scotland Yard poco despu¨¦s de que el hospital de Charing Cross, en el centro de la capital brit¨¢nica, confirmara el ¨®bito. En el caso de la periodista, la sombra que la persegu¨ªa era la de un admirador fan¨¢tico. De 62 a?os, el pasado a?o le enviaba cartas y la llamaba sin cesar por tel¨¦fono. Hasta lleg¨® a introducir una nota por debajo de su puerta cuando ella apareci¨® retratada en una revista del coraz¨®n con su prometido, el ginec¨®logo Alan Farthing.
El hombre que fue visto en la escena del crimen ten¨ªa entre 30 y 40 a?os, as¨ª que este perseguidor no encaja, de momento, con la descripci¨®n del sospechoso. Pero eso no era todo.Desde que, en 1995, se hiciera cargo de Crimewatch, Jill Dando tem¨ªa por su seguridad personal. Para quedarse tranquila acudi¨® a comentarlo a la comisar¨ªa que ahora busca con denuedo a su asesino. En realidad, tanto ella como Nick Ross, que compart¨ªa las labores de presentaci¨®n, se manten¨ªan al margen de la investigaci¨®n sobre los delitos reconstruidos en la pantalla. "El peor momento de mi vida lo pas¨¦ en el plat¨® de Crimewatch", record¨® hace poco Dando. Ten¨ªa que entrevistar a Danielle Cable, que vio morir a pu?aladas a su novio en una reyerta en plena autopista. "Me temblaban las piernas y ten¨ªa un nudo en el est¨®mago. Cuando todo acab¨®, ambas nos pusimos a llorar en el pasillo", dijo la periodista.
Seg¨²n sus colegas de la BBC, que ayer apenas pod¨ªan hablar sin emocionarse, era tan natural como sincera, y el p¨²blico lo notaba. Hasta la reina Isabel II expres¨® "su dolor ante tan sensible p¨¦rdida". El l¨ªder laborista, Tony Blair, dijo que ten¨ªa "tanto talento como atractivo". Pero tal vez el jefe de Dando acert¨® m¨¢s que ninguno al asegurar que "la fama no se le hab¨ªa subido a la cabeza", se?al¨® con voz entrecortada John Birt, director general de la emisora p¨²blica en el telediario de las seis de la tarde. Dicho informativo fue uno de los trampolines que lanzaron al estrellato a Dando, curtida en los estudios regionales.
Nacida en Weston-super-Mare, localidad del sur de Inglaterra cercana a Bristol, la periodista conoci¨® su primera rotativa a los 18 a?os. Aunque ella recordaba su infancia y su adolescencia como la de "una chica fe¨²cha, de dientes prominentes, gruesas gafas y una ropa anticuada", su primera aparici¨®n ante las c¨¢maras nacionales en un telediario matutino, en 1988, fue un ¨¦xito instant¨¢neo. Con unas cuantas mechas en su pelo rubio, lentillas y unos vestidos bastante m¨¢s favorecedores, su cara despertaba a la audiencia con una sonrisa resplandeciente y un buen trabajo period¨ªstico. Luego, durante siete a?os, hizo un programa de informaci¨®n tur¨ªstica, hasta que en 1995 la llam¨® el equipo de Crimewatch. El p¨²blico que segu¨ªa a Jill Dando, "su" p¨²blico, la echar¨¢ de menos como a una buena amiga.
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