Una riada de problemas

La carretera, cuarteada y llena de baches, discurre en paralelo al r¨ªo. Los 15 kil¨®metros que unen Aznalc¨®llar y Sanl¨²car la Mayor fueron, durante meses, los m¨¢s castigados: medio centenar de camiones los recorr¨ªan este verano tres o cuatro veces al d¨ªa para devolver a la mina su descarga t¨®xica, la marea negra que convirti¨® al valle del Guadiamar en la zona contaminada por metales pesados m¨¢s extensa de Europa. Cuatro urbanizaciones de casas desiguales y amplias parcelas se desparraman a ambos lados de la A-477. Los pozos que antes abastec¨ªan a unas 300 familias que all¨ª viven llevan clausurados m¨¢s de un a?o: la riada ¨¢cida pas¨® por encima de ellos y nadie los ha limpiado desde entonces.La rotura de la balsa minera de Boliden no s¨®lo llev¨® un vertido contaminante a las tierras de nueve municipios sevillanos; tambi¨¦n, un sinf¨ªn de nuevos problemas, peque?os y grandes, a sus m¨¢s de 55.000 vecinos.

En Aznalc¨®llar (5.778 habitantes), el pueblo al sur de Sierra Morena que ha dado nombre al desastre medioambiental, una s¨¢bana a modo de pancarta (En defensa de la miner¨ªa andaluza) corona la fachada del Ayuntamiento. "La mina son entre 3.000 y 4.000 millones de pesetas al a?o en salarios", resume el alcalde, Francisco M¨¢rquez (PSOE). Desde hace un mes la angustia en el pueblo ha aflojado: la Junta andaluza autoriz¨® la reapertura y ya han vuelto al tajo unos 200 empleados. Otros 300 lo har¨¢n antes de junio. Y con la reactivaci¨®n del yacimiento resucitar¨¢n unos 1.500 empleos indirectos.

La marea t¨®xica ha tenido tambi¨¦n su resaca pol¨ªtica. Tras ocho a?os en el cargo, M¨¢rquez no se presentar¨¢ a la alcald¨ªa el pr¨®ximo 13 de junio. El PSOE decidi¨® celebrar primarias y el actual alcalde sali¨® derrotado ante la candidatura de Salud Santana, una periodista de 28 a?os, quien subraya que "no hab¨ªa ninguna comunicaci¨®n" entre el grupo municipal y el partido. "Ha habido influencias del [PSOE] regional. No admitieron mi manera de defender la mina", sostiene M¨¢rquez.

"Yo las primarias las hice en mi casa, con mi familia, y perd¨ª tres a uno", apunta Jos¨¦ Jurado (PSOE), quien, tras dos mandatos como alcalde de Aznalc¨¢zar, tampoco se presentar¨¢ a las pr¨®ximas elecciones. Este municipio, de poco m¨¢s de 3.000 habitantes, a unos 30 kil¨®metros de Aznalc¨®llar, acapar¨® el 60% (2.789 hect¨¢reas) de las tierras anegadas por el vertido. Los carteles de la asociaci¨®n agraria Asaja, que recurrir¨¢ ante los tribunales la expropiaci¨®n de fincas afectadas, empapelan las paredes del pueblo. "No nos podemos jugar el tipo por sacar al mercado productos de la zona del vertido", tercia Jurado en defensa del proyecto auton¨®mico de crear un corredor forestal y de las 45.000 hect¨¢reas de cultivo ajenas al desastre.

El Guadiamar, el ¨²ltimo afluente del Guadalquivir en su margen derecha, encauz¨® la riada durante 80 kil¨®metros hasta que se top¨® con los muros construidos en apenas 48 horas. Las lanchas de Greenpeace surcaron una y otra vez la desembocadura del r¨ªo, en Sanl¨²car de Barrameda (62.000 habitantes, C¨¢diz), en busca de se?ales del vertido. Los cient¨ªficos aclararon despu¨¦s que s¨®lo se hab¨ªa detectado un incremento de zinc en el estuario, pero el da?o estaba hecho. La ocupaci¨®n hotelera se resinti¨® el pasado verano y a¨²n hoy varios restaurantes sustituyen los habituales "langostinos de Sanl¨²car" por "langostinos de Chipiona". Guadalquivir arriba, a unos kil¨®metros de la desembocadura, Jos¨¦ Manuel Arriaza, presidente de los riacheros de Trebujena (C¨¢diz, 7.000 habitantes), se lamenta de que "la sal se coma los barcos": la prohibici¨®n para pescar camarones ha dejado maltrecha la econom¨ªa de un centenar de pescadores. Y las compensaciones, si llegan, no se quedar¨¢n aqu¨ª. "No tenemos papeles, no tenemos derechos", explica Arriaza.

"La contaminaci¨®n m¨¢s importante se la llev¨® la imagen", sintetiza el alcalde de Sanl¨²car de Barrameda, Agust¨ªn Cuevas (PSOE), en alusi¨®n al perjuicio econ¨®mico causado a una docena de municipios, que se han visto arrastrados por el desastre ecol¨®gico en Do?ana. All¨ª, al otro lado del estuario del Guadalquivir, miles de aves acu¨¢ticas, las otras afectadas, se aprestan ahora a iniciar la cr¨ªa.