Una victoria del neoliberalismo
Una de las lecturas de la transici¨®n democr¨¢tica en Espa?a que se reproduce con mayor constancia en el establishment medi¨¢tico y pol¨ªtico del pa¨ªs es que tal transici¨®n de la dictadura a la democracia fue mod¨¦lica. Sin negar que muchos aspectos de la transici¨®n democr¨¢tica fueron ejemplares, otros lo fueron menos. Y en algunos elementos claves para la vitalidad del proceso democr¨¢tico, tal transici¨®n fue incompleta. Entre ellos cabe destacar la limitada diversidad en los mayores medios de informaci¨®n, situaci¨®n que aparece clara cuando se compara la diversidad de tales medios en Espa?a con la diversidad existente en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la UE. No existe en tales medios en Espa?a la riqueza y diversidad de opciones y valores existentes entre la poblaci¨®n espa?ola. Ni que decir tiene que hay una gran variedad de opiniones expresadas en tales medios, pero esta diversidad se presenta dentro de un marco definido por sus equipos de direcci¨®n, que a trav¨¦s de la selecci¨®n de noticias, temas y autores definen sus pol¨ªticas medi¨¢ticas, reflejadas en los editoriales de tales medios. Los medios de informaci¨®n son, de esta manera, medios de persuasi¨®n, que intentan configurar el estado de la opini¨®n del pa¨ªs. Su falta de diversidad, y su sesgo consecuente, crea un distanciamiento entre tales medios y grandes sectores de la poblaci¨®n.Ejemplos de este distanciamiento son m¨²ltiples. Seg¨²n las encuestas del estado de opini¨®n de las poblaciones en los pa¨ªses de la UE, la poblaci¨®n espa?ola es de las que desea un mayor incremento del gasto p¨²blico social (debido, en parte, a que el gasto social per c¨¢pita en Espa?a es de los m¨¢s bajos de la UE (Eurostat, 1997). A pesar de ello, no hay ning¨²n diario importante espa?ol (entre los seis m¨¢s importantes del pa¨ªs) que haya editorializado como lo han hecho, entre otros, Le Monde, en Francia, y The Guardian, en la Gran Breta?a, a favor de un mayor gasto p¨²blico y social. Antes al contrario, los peri¨®dicos que se han expresado a trav¨¦s de sus editoriales a este respecto ha sido precisamente para aconsejar al Gobierno espa?ol que reduzca el crecimiento del gasto social o que lo congele.
Otro ejemplo de uniformidad, dentro de la diversidad en estos medios de informaci¨®n, ha sido la interpretaci¨®n que tales medios han realizado del problema social m¨¢s importante que tiene Espa?a, a saber, el paro. La gran mayor¨ªa de la cultura medi¨¢tica del pa¨ªs -con contad¨ªsimas excepciones- ha atribuido tal paro a la rigidez del mercado laboral espa?ol, as¨ª como al excesivo crecimiento de los salarios y de la protecci¨®n social, que se supone han inhibido la inversi¨®n y la expansi¨®n en la producci¨®n de empleo por parte de la clase empresarial de nuestro pa¨ªs. Esta interpretaci¨®n del paro se ha reproducido ad nausea en los medios de persuasi¨®n, y muy en particular en aquellos pr¨®ximos al capital financiero, cuyos portavoces han sido los m¨¢s insistentes en la propagaci¨®n de aquella interpretaci¨®n del paro anualmente bendecida por los centros de ortodoxia financieros, el Banco de Espa?a, el Fondo Monetario Internacional y el equipo econ¨®mico de la OCDE. Estas interpretaciones de nuestra realidad se han convertido en lo que, con raz¨®n, se ha llamado el pensamiento ¨²nico, que alcanz¨® ya hace a?os la categor¨ªa de dogma. Como todos los dogmas, ¨¦ste se reproduce a base de fe (y cajas de resonancias prove¨ªdas por los medios de persuasi¨®n) m¨¢s que a base de la evidencia emp¨ªrica. Como dec¨ªa mi maestro, el premio Nobel de Econom¨ªa Gunnar Myrdal, los dogmas econ¨®micos son los m¨¢s impermeables a la evidencia cient¨ªfica.
En realidad, la evidencia cient¨ªfica existente no apoya la interpretaci¨®n de que el paro en Espa?a se haya debido o se deba a la supuesta "falta de moderaci¨®n salarial" o a la no existente "exagerada protecci¨®n y gasto social". Un estudio reciente publicado en EE UU y pr¨¢cticamente desconocido en Espa?a apunta hacia otras causas de este paro y de la elevada inflaci¨®n durante los a?os ochenta y noventa, causas pr¨¢cticamente ignoradas en los medios de informaci¨®n espa?oles. La profesora Sof¨ªa P¨¦rez, de la Boston University, en su libro Banking on privilege. The politics of spanish finantial reform (Cornell University Press, 1997), se?ala precisamente al capital financiero, y muy en particular al comportamiento oligopol¨ªstico de la banca espa?ola (los seis bancos m¨¢s importantes de Espa?a) y a las pol¨ªticas proteccionistas seguidas hacia este sector por parte de los Gobiernos espa?oles, y por el Banco de Espa?a, como una de las causas de aquel paro y de aquella inflaci¨®n durante aquel periodo. La autora del libro muestra que mientras los portavoces de la banca y del Banco de Espa?a demandaban la completa liberalizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola, incluyendo la m¨¢xima desregulaci¨®n posible del mercado laboral, el sector bancario exig¨ªa y consegu¨ªa pol¨ªticas altamente proteccionistas responsables de los altos intereses bancarios, los cuales continuaron muy altos durante la ¨¦poca de los a?os ochenta, pese a que el d¨¦ficit p¨²blico y la inflaci¨®n disminuyeron durante aquel periodo. Estos altos intereses supusieron un gran obst¨¢culo para la inversi¨®n de capital productivo, debido a los elevad¨ªsimos costes financieros del empresariado espa?ol, mucho mayores que los de otros pa¨ªses, tanto de la UE como de la OCDE. En 1992, por ejemplo, tales costes financieros para los empresarios espa?oles fueron nada menos que casi el doble de tales costes en EE UU y m¨¢s del doble de estos costes en el Jap¨®n. Estos elevad¨ªsimos costes fueron resultado de las pol¨ªticas oligopol¨ªsticas del sector, favorecidas por las pol¨ªticas proteccionistas apoyadas por el Banco de Espa?a que impidieron la liberalizaci¨®n del sector, con entrada del capital extranjero. Incluso despu¨¦s de la entrada de Espa?a en la UE, la entrada de capitales financieros extranjeros en el mercado de capitales fue m¨ªnima. Mientras que, en el sector manufacturero, el capital extranjero pas¨® de ser un 17% en 1985 a un 31,5% en 1990, en el sector bancario, el porcentaje de capital extranjero continu¨® siendo insignificante. ?nicamente el sector energ¨¦tico (en el cual la banca espa?ola fue el mayor accionista) tuvo una protecci¨®n semejante a la que tuvo el sector bancario. Este comportamiento oligopol¨ªstico, con elevad¨ªsimos costes financieros, signific¨® para la banca espa?ola los beneficios m¨¢s altos en la UE. La tasa de beneficios netos de los seis bancos m¨¢s importantes de Espa?a fue en 1990, por ejemplo, casi tres veces superior que la tasa de beneficios netos de la banca francesa, casi el doble que la banca alemana, m¨¢s de cuatro veces que la banca belga, menos del doble de la banca italiana, casi tres veces que la banca holandesa y menos del doble que la banca brit¨¢nica. Estos beneficios de la banca espa?ola no se
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deb¨ªan a su eficiencia (en realidad eran de los bancos menos eficientes con mayores costes en Europa), sino a su control oligopol¨ªstico del mercado de capitales. Resulta parad¨®jico que los portavoces del capital financiero y del Banco de Espa?a continuaran pidiendo la liberaci¨®n de todos los sectores (excepto el suyo), as¨ª como austeridad social y salarial para el resto de la naci¨®n, mientras alcanzaba unos beneficios exagerados debido al proteccionismo de que gozaba. No era la inexistente exuberancia social o salarial, sino la exuberancia bancaria, la que contribuy¨® en gran manera al paro en Espa?a, al dificultar la inversi¨®n y producci¨®n de empleo.A pesar de esta y mucha otra evidencia cient¨ªfica acumulada durante estos a?os, los medios de informaci¨®n contin¨²an reproduciendo el mensaje que caracteriza el pensamiento ¨²nico de que el gasto social y los salarios son la causa del paro y de la inflaci¨®n. S¨®lo hace un mes, en la conferencia del C¨ªrculo de Econom¨ªa en Sitges, un ministro de Econom¨ªa del Gobierno anterior pr¨®ximo al Banco de Espa?a, el se?or Carlos Solchaga, repet¨ªa una vez m¨¢s que el gasto social p¨²blico era excesivo y ten¨ªa que limitarse su extensi¨®n, declaraciones que aparecieron en todos los seis diarios m¨¢s importantes del pa¨ªs. Ninguno de tales diarios public¨®, sin embargo, las declaraciones de otro ex ministro, el se?or Josep Borrell, con un cargo pol¨ªtico, por cierto, en aquel momento de mucha mayor responsabilidad que el anterior, que pidi¨® un crecimiento significativo del gasto social p¨²blico para alcanzar la convergencia social con la UE. Una vez m¨¢s, los medios de informaci¨®n configuraron cu¨¢l era el mensaje importante y cu¨¢l no, promoviendo las posturas que favorecen y silenciando las que no apoyan. La visibilidad de posturas pol¨ªticas y su proyecci¨®n medi¨¢tica depende en gran manera de su articulaci¨®n dentro de los par¨¢metros aceptados por la sabidur¨ªa convencional reproducida por aquellos medios. Hace s¨®lo unas semanas, estos mismos medios de informaci¨®n se?alaron con satisfacci¨®n la dimisi¨®n de Oskar Lafontaine, ministro de Finanzas alem¨¢n, que tambi¨¦n hab¨ªa tenido la osad¨ªa de cuestionar -como Josep Borrell hab¨ªa hecho- los supuestos del pensamiento neoliberal.
Este constante sesgo informativo a favor de las tesis neoliberales est¨¢ empobreciendo enormemente la democracia espa?ola. El lector me va a permitir que termine estas notas con una experiencia personal que considero representativa. Resultado de mi participaci¨®n en la lucha antifranquista de los a?os cincuenta y principios de los sesenta, tuve que irme de nuestro pa¨ªs, viviendo en Suecia, la Gran Breta?a y despu¨¦s, desde 1965, en Estados Unidos, trabajando en temas de pol¨ªticas p¨²blicas. Durante este largo exilio he tenido la oportunidad de asesorar a muchos Gobiernos y fuerzas pol¨ªticas en temas de pol¨ªticas sociales y econ¨®micas. Cuando por fin pude reintegrarme de nuevo a la realidad espa?ola hice lo mismo en nuestro pa¨ªs aconsejando a personalidades y fuerzas pol¨ªticas comprometidas en expandir y mejorar el todav¨ªa poco desarrollado Estado de bienestar espa?ol. En esta labor he vivido experiencias en Espa?a altamente preocupantes que motivaron esta reflexi¨®n. Me explicar¨¦. ?ltimamente estuve aconsejando al se?or Josep Borrell, hasta hace unos d¨ªas candidato socialista a la presidencia del Gobierno, que hab¨ªa hecho, entre otras muchas, una propuesta altamente novedosa y que, de aprobarse, representar¨ªa un paso cualitativo de enorme importancia en mejorar la calidad de vida de los espa?oles. Me refiero a la universalizaci¨®n del derecho a los servicios de ayuda a las familias, tales como guarder¨ªas infantiles (de cero a tres a?os), servicios domiciliarios y servicios a la tercera edad. Durante el proceso democr¨¢tico se establecieron en Espa?a los derechos de todo ciudadano a la sanidad, a la educaci¨®n y a la pensi¨®n. No existe en Espa?a, sin embargo, el derecho a la infraestructura de servicios de ayuda a las familias, tales como los servicios enumerados antes, lo cual se refleja en la enorme sobrecarga de las familias (y sobre todo de las mujeres) y en la baja participaci¨®n de la mujer en el mercado de trabajo, y en la baj¨ªsima fertilidad. En realidad, si Espa?a tuviera el mismo porcentaje de la poblaci¨®n adulta trabajando en tales servicios (as¨ª como en sanidad y educaci¨®n) que tienen los pa¨ªses donde tales derechos son universales, Espa?a tendr¨ªa pleno empleo, detalle que el se?or Borrell subray¨® en m¨²ltiples ocasiones, sin que los seis diarios m¨¢s importantes de Espa?a informaran sobre tal propuesta ni una sola vez. Ser¨ªa impensable en EEUU que si la se?ora Clinton o el senador Kennedy (personalidades a las que tambi¨¦n he tenido el honor de asesorar) hicieran estas propuestas, los medios de informaci¨®n no publicaran tal noticia.
En Espa?a, los medios de informaci¨®n no informaron de ninguna de las mayores propuestas aut¨¦nticamente innovadoras del se?or Borrell que propon¨ªan una importante expansi¨®n del Estado de bienestar espa?ol que hubiera beneficiado a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, recortando a su vez los grandes privilegios de las rentas del capital y otros sectores que se han beneficiado espectacularmente durante estos a?os de Gobiernos de derechas. El silencio medi¨¢tico de estas propuestas fue responsable en gran parte de la imagen de "moderaci¨®n" del candidato Borrell (imagen favorecida, por otra parte, por sectores importantes del partido socialista que han aceptado acr¨ªticamente las tesis neoliberales y que se han resistido al desarrollo de tales propuestas), dando una imagen falsa de similitud program¨¢tica entre las dos opciones pol¨ªticas mayoritarias en Espa?a, que ha empobrecido la vida democr¨¢tica del pa¨ªs. En lugar de informar sobre tales propuestas, los medios de informaci¨®n se centraron exclusivamente en las irregularidades e ilegalidades de personas que hab¨ªan sido pr¨®ximas al ex ministro, aunque tales casos no reflejaran la integridad, honorabilidad y honestidad del candidato. En realidad, esta centralidad en la ilegalidad de sus colaboradores fue el final, no el principio, de una campa?a medi¨¢tica de desprestigio encaminada a destruirle a ¨¦l y su proyecto. La dimisi¨®n de Josep Borrell, un ejemplo de ¨¦tica pol¨ªtica, ha significado, una vez m¨¢s, el enorme poder del neoliberalismo en Espa?a, reproducido en la cultura medi¨¢tica del pa¨ªs, que ha ido destruyendo, uno por uno, los portavoces del pensamiento alternativo, un pensamiento de reforma profunda de nuestra sociedad, necesario para completar la transici¨®n todav¨ªa no plenamente realizada hacia un pa¨ªs aut¨¦nticamente democr¨¢tico con pleno desarrollo de su bienestar social y con aut¨¦ntica diversidad en sus medios de informaci¨®n.
es catedr¨¢tico y director del Programa de Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad Pompeu Fabra-The Johns Hopkins University y autor de Neoliberalismo y Estado del bienestar (2? edici¨®n).
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