El pueblo del "lehendakari"
De momento Ajuria Enea est¨¢ en Llodio. La localidad alavesa, reconstruida sobre las ruinas industriales del acero, acoge desde el pasado mes de octubre al que ya era su m¨¢s ilustre vecino, alcalde entre 1983 y 1987 y ahora lehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe. Todas las ma?anas, cuando se sube al coche oficial que le traslada hasta la sede de la Presidencia del Gobierno, dispone de unos minutos de luz para observar, desde la colina en la que vive, el pueblo que le vio crecer en la pol¨ªtica, y al que se sigue aferrando con su familia. Sin embargo, desde esa altura no se aprecian las huellas que la historia ha dejado en sus vecinos, ni el orgullo de una colectividad que ha transformado su particular drama en un espacio de convivencia. En 1983, las inundaciones del rio Nervi¨®n provocaron el mayor desastre econ¨®mico que ha sufrido el pueblo. Pero entonces sus vecinos ten¨ªan trabajo. En 1992 el cierre de Acenor dej¨® a 3.000 personas sin actividad y la localidad se desmoron¨®. El tard¨ªo despertar de Llodio est¨¢ relacionado con esos dos hechos, que ahondaron en los errores de un brutal desarrollismo que en la d¨¦cada de los sesenta transform¨® un pueblo de 3.000 habitantes en una urbe sucia y desordenada de m¨¢s de 20.000 vecinos. Todo ello junto a la singularidad de que es el ¨²nico municipio de ?lava que ha tenido dos legislaturas (1979-1983 y 1987-1991) el mismo alcalde de HB, Pablo Gorostiaga, quien se vuelve a presentar en estos comicios, y que se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la guerra de ETA y de la resistencia al Estado, con todo lo que ello significa. El cuartel de la Guardia Civil sufri¨® el tercer y ¨²ltimo atentado en 1989. A pesar de los 150 kilos de amonal que los terroristas pusieron en sus entra?as sus muros siguieron en pie. En Llodio la crisis lat¨ªa incluso debajo de las piedras. La conflictividad social derivada de la crisis industrial se mezclaba con la kale borroka, provocando interminables fines de semana de violencia, pintadas, enfrentamientos entre vecinos y suciedad que daban al pueblo un ambiente si cabe m¨¢s sombrio. En 1991, cuando Gorostiaga abandon¨® el consistorio, Llodio sufr¨ªa, junto a Sestao, la mayor tasa de paro de Euskadi. Adem¨¢s el municipio alav¨¦s arrastraba una situaci¨®n casi de quiebra con una deuda con los bancos que llegaba a los 1.700 millones, cuando los presupuestos se mov¨ªan en una cifra poco superior a los 2.000 millones. La Diputaci¨®n tuvo que poner en marcha un plan de saneamiento financiero para el periodo 1991-1997. Para 1995, la tasa de paro hab¨ªa descendido de la media del Pa¨ªs Vasco en esa fecha, el 24%, y se hab¨ªa situado en torno al 21%. Eran 1.766 parados, dos puntos por encima de la media de toda ?lava, situada en el 19%. En abril de este a?o los parados son 1.033, y una tasa que se sit¨²a en torno al 13%, tres puntos por encima de la media de ?lava. Algunos de esos trabajadores en paro se colocaron en una empresa de distribuci¨®n de alimentos en 1994, unos meses despu¨¦s del vuelo de un jet privado que lleg¨® a Bilbao. Varios directivos de Lidl se bajaron de un avi¨®n con asientos de cuero y la mejor tecnolog¨ªa de comunicaciones y se sumergieron de lleno en un paisaje desolador. Las ruinas de Acenor, con sus m¨¢s de 80 metros de tren de laminaci¨®n vac¨ªo, dep¨®sitos de aceite contaminado y un pueblo que hab¨ªa colgado el cartel de Se vende en todas sus ventanas, eran como una pesadilla. Sin embargo, la corporaci¨®n, plenamente respaldada por el Gobierno vasco, y el potencial de la ayudas a la inversi¨®n obraron el milagro. El entonces alcalde, el peneuvista Antonio Aiz, coloc¨® a la empresa Lidl los primeros 50.000 metros cuadrados del nuevo pol¨ªgono de Arza: "Visto con perspectiva, aquello fue como un milagro; no s¨¦ como les convencimos cuando el panorama era para echarse a llorar", recuerda Aiz, inhabilitado por el Tribunal Supremo como alcalde por negarse a facilitar informaci¨®n sobre las n¨®minas de los funcionarios al grupo municipal de HB. En 1997, le sustituy¨® Mar¨ªa del Yermo Urkijo: "Ahora tenemos dos pol¨ªgonos industriales operativos y estamos haciendo actuaciones en un tercero de 14,5 hect¨¢reas", declar¨® ayer. Hoy en d¨ªa, Llodio es un pueblo incluso con algo de color. Ha sustituido el gris del polvo de acer¨ªa por unas fachadas recien pintadas, ha reinventado el negocio de las inmobiliarias, que fue una ruina hasta 1994, y el peque?o comercio ha vuelto a poblar las lonjas de muchas manzanas de la ciudad. Administrativamente unida a ?lava, pero paisaj¨ªstica, sentimental y econ¨®micamente ligada a Bilbao, dif¨ªcilmente podr¨¢ zafarse de las empresas que se incrustan en su coraz¨®n urbano, pero el Plan General de Ordenaci¨®n ha dado sus frutos: "A finales de 1999 habr¨¢ suelo preparado para casi 900 viviendas, de las cuales en dos a?os estar¨¢n operativas la mitad", cita orgullosa su alcaldesa peneuvista. "Lo cierto es que Llodio es sin¨®nimo de transformaci¨®n. Desde que era un peque?o pueblo, hasta que se multiplica por siete y luego lo arrolla la crisis", explica Gentza Belaustegigoitia, ex concejal de Eusko Alkartasuna en el Ayuntamiento y muy vinculado al Athletic de Bilbao. "Los jugadores celebraban hist¨®ricamente en esta casa los triunfos en la Liga, y luego iban a Bilbao hacer los actos oficiales" recuerda el ex edil. No en vano es familiar directo del fallecido jugador rojiblanco Belaustegigoitia, quien sent¨® las bases de la hist¨®rica furia de los leones. En los Juegos Ol¨ªmpicos de Amberes de 1920 que gan¨® la selecci¨®n espa?ola, en un partido contra Suecia, Belauste, como le conoc¨ªan por un comprensible concepto de econom¨ªa patron¨ªmica, le dijo a su compa?ero Sabino Bilbao: "A m¨ª el pelot¨®n que los arrollo"...y los arroll¨®. Meti¨® el gol de la victoria y se llev¨® por delante a dos defensas y hasta el portero. Llodio es ?lava, pero su equipo es el Athletic, tienen trenes cada diez minutos y Vitoria queda a casi una hora. "Parir, parir, parimos en Bilbao" dice una mujer en la plaza, "aunque luego pone en el carn¨¦ que somos de Vitoria, cosas de la pol¨ªtica".
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