El peque?o pa¨ªs JOAN DE SAGARRA
Olimpiada de 1992. Cena en casa de mis amigos Juan Ferrer y Nuria de Arana. Nuria ha hecho perdices (las hace de maravilla). Compartimos mesa con Manuel de Sol¨¤-Morales y Jaime de Sivate. Juan, Manuel, Jaime y un servidor somos viejos alumnos de los jesuitas de Sarri¨¤. Nuria, Manuel y Jaime son viejos vecinos de Sarri¨¤. Hablamos de los cambios que experimenta Barcelona. Manuel, el arquitecto, habla de urbanismo. Nuria le dice que todo eso est¨¢ muy bien, pero que con tanto abrir la ciudad al mar, con tanto rollo de capital socialista y mediterr¨¢nea -y la pu?etera lo dice, sin inmutarse, desde su precioso pisito del paseo de Colom-, nos vamos a quedar sin la novela de la Barcelonan "de arriba". No es la primera vez que Nuria saca ese tema. En otra ocasi¨®n me dijo que mis amigotes, Mars¨¦, V¨¢zquez Montalb¨¢n, Moix y la Roig, hab¨ªan impuesto un modelo de ciudad en el que no aparec¨ªa la Barcelona de su ni?ez, de su adolescencia, de su juventud. La Barcelona "de arriba", la de Sarri¨¤, de su calle, la calle de Angl¨ª, la de su casa de juguete, hoy derribada, en el 31 de la calle de Angl¨ª. Pues bien, Nuria de Arana, ah¨ª est¨¢ tu novela: El pa¨ªs del alma, de Nuria Amat. (Seix Barral. Biblioteca Breve. Barcelona, 1999). En esta novela, Nuria Amat describe el Sarri¨¤ de la inmediata posguerra civil, en torno a la familia de un industrial, el se?or Arnau, amigo de Camb¨®, catalanista, "hombre de mundo y tambi¨¦n de barrio", al decir de su hijo (aunque al se?or Arnau, como a mi abuelo Ferran de Sagarra y de Siscar, como al poeta Foix o a Maurici Serrahima, eso de llamar "barrio" a Sarri¨¤ no les hubiese hecho demasiada gracia). Un se?or Arnau, amigo del alcalde Porcioles, aunque s¨®lo sea porque juntos, en privado, hablan la lengua del "peque?o pa¨ªs"; que bendice la mesa familiar antes de cada almuerzo y de cada cena, y que conf¨ªa en que el Congreso Eucar¨ªstico de 1952 sirva para adecentar Barcelona y hacer que un caballero como ¨¦l, cuando se desplace al extranjero no sea tratado de franquista. Sobre todo despu¨¦s que un grupo de j¨®venes, en la clausura del Congreso Eucar¨ªstico, han desplegado durante media hora una bandera catalana de gigantescas proporciones en una de las monta?as de la ciudad. Leo la novela de Nuria Amat no precisamente desde la perspectiva del "peque?o pa¨ªs", de la lengua oprimida y de la "m¨²sica callada" (Mompou). En aquellos a?os, 1945-1952, yo era relativamente vecino de la novela de Nuria Amat. Viv¨ªa con mis padres en el n¨²mero 1 del entonces castellanizado paseo de San Gervasio. En casa habl¨¢bamos catal¨¢n, pero no ¨¦ramos catalanistas -mi madre seguro que no- y, por lo que a m¨ª respecta, prefer¨ªa como amigos a los pijos de mi barrio, Bonanova / Sarri¨¤, que a los hijos de los catalanistas (la mayor¨ªa de sus padres eran amigos de Riba y hablaban mal de mi padre). Mis amigos eran ?lvaro Cam¨ªn (Torre Villamediana), Ignacio de Olano (hijo del conde de F¨ªgols), y Alfonso de Ayguavives (nieto de Pich i Pon). Tambi¨¦n ten¨ªa un amigote catalanufo, como dir¨ªa Mars¨¦: Tom¨¢s Batll¨®, que viv¨ªa en El Conventet, y con el que habl¨¢bamos en catal¨¢n. Con mis amigotes, frecuent¨¢bamos el cine Murillo -?lvaro se llevaba un rev¨®lver de su padre, un rev¨®lver de verdad, para matar pieles rojas-, el futbol¨ªn del bar de la plaza de Sarri¨¤, y sol¨ªamos rematar la jugada yendo a robar, o cuando menos lo intent¨¢bamos, alg¨²n que otro b¨²lgaro en la pasteler¨ªa Foix. Leo la novela de Nuria Amat ¨¤ la mani¨¨re de mi hermano peque?o Llu¨ªs Permanyer. Me intereso por el entorno barrio / ciudad antes que por la psicolog¨ªa -?se dice as¨ª?- de los personajes y la calidad -?po¨¦tica?- de la prosa, las cuales, seg¨²n leo en los papeles, son cojonudas. Lo m¨ªo es el entorno, y el entorno, la verdad, me encanta. Escribe Nuria Amat: "El cantante Bernard Hilda dirig¨ªa la orquesta de El Cortijo". Bernard Hilda no era cantante ni figura en ning¨²n diccionario o libro especializado como tal. Hilda era violinista y compositor. (Buen amigo de Alberto Puig Palau. En los a?os del Ritz y de El Cortijo montaron ambos una red para pasar a Francia, de acuerdo con De Gaulle, miembros de la resistencia francesa. A Alberto le concedieron por ello la Legi¨®n de Honor. Hilda era su jefe). Bernard Hilda no cantaba: ten¨ªa, su orquesta y en ella su cantante. Escribe Nuria Amat que un tal mos¨¦n Rovira (?mos¨¦n Ribot, buen amigo de Tom¨¤s Garc¨¦s, el suegro de Nuria Amat?) recibe de unos amigos de Francia -estamos en 1947-1948- un libro de un irland¨¦s, un tal Joyce. Ulysses se llama el libro. Y dice que el mos¨¦n lo est¨¢ traduciendo. El Ulysses (1922) de Joyce fue traducido y publicado en Francia en 1929. Al a?o siguiente lleg¨® a la biblioteca del Ateneu. Mari¨¤ Manent habla de ¨¦l en Notes sobre literatura estrangera (La Revista, 1934). Yo todav¨¢ lo pill¨¦, en el Ateneu. Escribe Nuria Amat: "Lo hab¨ªan matado sus mismos compa?eros socialistas". Vale. Pero, en 1999, ?se puede llamar a los asesinos a sueldo de Stalin los "mismos compa?eros socialistas" de Andreu Nin? Y termino. Escribe Nuria Amat: Barcelona, 1952. "Un cantante franc¨¦s de variet¨¦s llamado Maurice Chevalier ven¨ªa por primera vez a la ciudad" . "Era como si todo Par¨ªs viniera a visitarnos". ?D¨®nde estaban el se?or Amat, o el se?or Arnau, o el se?or Rocamora, cuando Maurice Chevalier y Josephine Baker hicieron su aparici¨®n en el Paralelo a finales de los veinte principio de los treinta? Me parece, querida Nuria de Arana, que tanto t¨² como yo no nos perdimos gran cosa en el Sarri¨¤, en el "peque?o pa¨ªs" de Nuria Amat.
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