Las rentas del pacto PP-CiU VALENT? PUIG
No hay m¨¢s alianzas que las que trazan los intereses, ni nunca las habr¨¢, seg¨²n dec¨ªa C¨¢novas. Si esos intereses han de preponderar m¨¢s all¨¢ del traspi¨¦s electoral o si lo que en definitiva importaba era la jugada a corto plazo y no el conjunto de los intereses es algo que se puede preguntar el contribuyente al o¨ªr c¨®mo el apret¨®n de manos en el hotel Majestic pudiera acabar en separaci¨®n de bienes. No fue ni es un pacto blindado, pero los resultados que ha comportado para la sociedad catalana son en t¨¦rminos generales los mismos que el acierto de la pol¨ªtica econ¨®mica ha significado para toda Espa?a, desde el precio del dinero a la incorporaci¨®n al euro. El af¨¢n antideficitario y la austeridad presupuestaria de Aznar tienen claras repercusiones en la vida cotidiana, al tiempo que nadie ha dejado de cobrar su pensi¨®n. Creaci¨®n de empleo estable, incorporaci¨®n de Espa?a en la tercera fase de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, desregulaci¨®n y liberalizaci¨®n, reducci¨®n del d¨¦ficit, mantenimiento de las prestaciones sociales, desarrollo auton¨®mico, reforma del modelo de financiaci¨®n auton¨®mica, reforma de la Administraci¨®n perif¨¦rica del Estado y polic¨ªa auton¨®mica eran los enunciados principales de un acuerdo de investidura y gobernabilidad que por ambas partes se han ejecutado con formalidad. Para Catalu?a, el pacto de investidura estipulaba unas contraprestaciones que se han cumplido con creces y antes del final de la legislatura. La Comisi¨®n Mixta ya s¨®lo se re¨²ne casi por puro tr¨¢mite, y se da el caso de que competencias como tr¨¢fico -vagamente formulada en el pacto- han avanzado sobradamente. Las relaciones entre Catalu?a y el resto de Espa?a no siempre han sido f¨¢ciles, pero no es una suposici¨®n angelical aventurar que, casi de forma aparentemente inesperada, las cosas han ido mejorando despu¨¦s de las ¨²ltimas polvaredas, en gran parte gracias tanto a cierto sentido com¨²n como al cumplimiento rec¨ªproco de las estipulaciones del pacto de investidura. Ser¨ªa dif¨ªcil calcular hasta qu¨¦ punto la incapacidad de explicar las ventajas colectivas del pacto ha afectado a la falta de crecimiento del PP en las elecciones municipales catalanas. Con un electorado fluctuante, el PP catal¨¢n es un partido de aluvi¨®n, sin ideas-fuerza, sometido a constantes cambios de liderazgo. Carente de la penetraci¨®n social imprescindible, el PP sobrevive al albur de las volatilidades estrat¨¦gicas que llegan de Madrid por fax. No es de menor cuant¨ªa la tensi¨®n entre las presiones que recibe de Madrid para que act¨²e como pieza de intercambio en los entresijos del pacto PP-CiU y la necesidad de marcar territorio propio en los segmentos de electorado que van de la derecha antinacionalista al catalanismo moderado pasando por la nueva clase media castellanohablante. La ineficaz explicaci¨®n de los resultados que ha dado el pacto de investidura quiz¨¢ s¨®lo afecte a unos pocos electores, pero no deja de ser un s¨ªntoma de mala pol¨ªtica. Un factor no desechable es la manifiesta desgana de algunos sectores de Converg¨¨ncia -en este caso, a distancia de Uni¨®- a la hora de explicar los pactos a la militancia y a los votantes m¨¢s reacios a lo que consideran venta del alma al diablo. Existe el factor nacionalista que identifica al PP como agresor de las esencias milenarias de Catalu?a, pero tambi¨¦n el deseo de no verse clasificados como derecha porque nadie quiere dejar de ser progresista. Es un elemento propio del catalanismo resistencialista, fruto de la voluntad de mantener el esp¨ªritu unitario por encima de las divisorias ideol¨®gicas. Su paradigma fue la revista Serra d"Or, un web protohist¨®rico de la cultura marxista en Catalu?a con la financiaci¨®n del monasterio de Montserrat. No soy ni de derechas ni de izquierdas, dice el nacionalista con instinto conservador y atrezzo de progresismo. En estas circunstancias, el pacto con el dobermann provoca una indigesti¨®n tr¨¢gica, al margen de que el verdadero adversario del pujolismo sea el socialismo encabezado por Pasqual Maragall. De acuerdo con un reciente estudio, el 82% de los diputados del Parlament se considera de izquierda o de centro izquierda. No es extra?o que se eche de menos un Camb¨®. Tan s¨®lo la mitad de los diputados del PP se consideran de derecha o centro derecha. Por el contrario, el electorado se manifiesta m¨¢s bien de centro. Podr¨¢n quienes lo deseen reclamar la ruptura del pacto, pero hay compromisos de estabilidad que son algo m¨¢s rotundamente serio que perder algunos votos. Si el imperativo demosc¨®pico logra erosionar las pol¨ªticas concebidas a largo plazo, la naturaleza de la pol¨ªtica se habr¨¢ acomodado definitivamente a los perfiles de una caricatura. El pacto PP-CiU todav¨ªa no ha puesto a sus firmantes entre la espada y la pared: siempre cabe una beligerancia de da?os colaterales bajo control, marcar distancias con estilo y acotar los excesos de mediocridad para que actos y gestos puedan ser mejor percibidos por los ciudadanos.
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