Un poeta fieramente humano
Hoy se cumplen veinte a?os de la muerte del poeta Blas de Otero. Sucedi¨® bajo el cielo de Madrid, de una embolia pulmonar. Hab¨ªa nacido en Bilbao el 15 de marzo de 19l6. Poeta inmenso. Poeta fieramente humano. Parco de palabras, sobrado de razones cuando se trata de defender al hombre y su destino miserable. Poeta comprometido con el dolor de los dem¨¢s. El tiempo de aprendizaje de Blas de Otero como poeta arranca de las est¨¦ticas postsimbolistas y modernistas. Despu¨¦s Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y la generaci¨®n del 27 son sus gu¨ªas. Pero su afirmaci¨®n como poeta esencial viene de la tradici¨®n sonetista de los Garcilaso, Lope de Vega, G¨®ngora y Quevedo. Todo ese bagaje lo pasa por la aventura de vivir. Sus controvertidas crisis personales, ya de orden religioso o ps¨ªquico, son las verdaderas forjadoras de su poes¨ªa. Eso y el an¨¢lisis profundo de la condici¨®n humana. Seg¨²n un estudio hecho por las profesoras Sabina de la Cruz y Luc¨ªa Montejo Gurruchaga (Vicens Vives), con el t¨ªtulo Poes¨ªa escogida, son tres los periodos que marcan la trayectoria de Blas de Otero. El primero, como poes¨ªa existencial; el segundo, como poes¨ªa hist¨®rica y/o social, el tercero, como meditaci¨®n integradora Sin embargo, el poeta que pinta palabras sobre el papel no sabe c¨®mo van a juzgar los dem¨¢s sus cantos de dolor. El poeta al que nombran Blas de Otero bastante tiene con hacerse solidario con el sufrimiento del hombre, y con la injusticia social que lo envuelve. Adem¨¢s, frente a la ¨¦poca de postguerra que ha vivido, las libertades est¨¢n cercenadas. El franquismo borr¨® de golpe cualquier atisbo de libertad de expresi¨®n. La pol¨ªtica dictatorial impon¨ªa sus verdaderas. Ante ese panorama desolador, los poemas de Blas de Otero se alzan amenazadores. Denuncia, protesta, se rebela con toda raz¨®n. Pide todo para el hombre y su tarea. Su voz tan potente y seca, tan llena de verdades como pu?os, empieza a tomar cuerpo. Los que saben de poes¨ªa advierten en esa voz una marca ¨²nica. Los censores del franquismo acribillan con sus l¨¢pices rojos -lapiceros supresivos- los libros que es necesario presentar para su publicaci¨®n. El saber racional se fija en este poeta y lo admira; el no saber irracional acierta a comprender que es un ser peligroso. Sobre esas dos tesituras deambula el poeta. Como ¨¦poca de extremos, el color pol¨ªtico de Blas tom¨® la direcci¨®n del colorado. No lo dijo, mas pod¨ªa haberlo dicho: "Nac¨ª un d¨ªa sin arco iris, el color lo fui tomando mientras me hac¨ªa hombre". Viaj¨® por Rusia, China, pa¨ªses del este de Europa, Cuba. La sociedad civil espa?ola dej¨® marcado al poeta por esos viajes. A partir de entonces, su voz es la de un apestado. Sin embargo, el poeta sigue su curso vital. Sabe que su coraz¨®n destila un amor infinito hacia el hombre. Sus dedos amasan las palabras. Busca la sencillez m¨¢xima. Apura la forma con precisi¨®n diamantina. Los resultados son sorprendentes. Algunos de sus poemas ya est¨¢n entre los mejores de la gran poes¨ªa en lengua castellana. Decimos San Juan de la Cruz, Fray Luis de Le¨®n, Garcilaso, Lope, Quevedo, G¨®ngora, Rub¨¦n Dar¨ªo, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Antonio Machado, Cernuda, Jorge Guill¨¦n, Aleixandre, Garc¨ªa Lorca, C¨¦sarVallejo, Alberti, Miguel Hern¨¢ndez, Borges... y podemos decir Blas de Otero, sin que exista exageraci¨®n alguna. S¨®lamente es necesario leerle con atenci¨®n. El resto es un recorridopor un paisaje interiorizado de altos vuelos. En lo que ata?e al Blas de Otero persona, el dibujo que sale es el de un hombre serio, sumamente sobrio, con un car¨¢cter retra¨ªdo. Apenas hablaba. Lo dijo ¨¦l una vez en prosa profana: "Yo quiero conversar, pero no s¨¦ c¨®mo se hace". Desde siempre le acompa?¨® que en tiempos lejanos hab¨ªa padecido fuertes depresiones. De ah¨ª su fama de hombre raro y extra?o. La compa?era ideal Cuando ¨¦l y Sabina de la Cruz unen sus vidas, lleg¨® su mejor momento ps¨ªquico. Encontr¨® en Sabina la compa?era ideal. Los ¨²ltimos a?os del poeta transcurrieron dentro de un clima apacible, entendi¨¦ndose a la perfecci¨®n. Sabina es una mujer fuerte, sin dejar de ser dulce, adem¨¢s de poseer una inteliencia notable. Desde muchos a?os atr¨¢s Blas de Otero fue su verdadero y ¨²nico amor. En esos ¨²ltimos a?os, Sabino hizo de Blas de Otero su obra maestra personal. Luego, tras la muerte del poeta, la vida de Sabina viene siendo un constante cuidado en mantener el nombre del autor en el lugar de preeminencia que merece. En un mundo sumido en unas ansias infinitas de atender ¨²nica y exclusivamente los valores materiales, escuchar la voz de Blas de Otero es como volver a encontrar un sentido a la vida. Los poetas verdaderos son aquellos que siguen vigentes, a pesar del transcurrir del tiempo... Una lectura atenta en torno a los poemas de este bilba¨ªno universal, es una manera de comprender que uno no est¨¢ solo en el mundo. Hay un hombre que ha sufrido por nosotros. Se ha dejado la vida en el empe?o, incluso a cambio de ser tenido como alguien extra?o, atrabiliario,alguien que no conviene nombrar siquiera. Junto a su poes¨ªa de profundos contenidos, vienen al recuerdo algunos lugares que el poeta frecuent¨® con especial deleite: Artxanda, las calles Fern¨¢ndez del Campo, Licenciado Poza, la Plaza Nueva, y ese Pagasarri que ¨¦l nombr¨® con asombro memorable. Son parte del paisaje m¨¢s cercano, sin olvidar al mar Cant¨¢brico, fiero, violento, na¨²frago de s¨ª mismo... Se fue en aquel tiempo pasado el ¨¢ngel fieramente humano. "??ngel con grandes alas de cadenas!". Algo de nosotros se fue con ¨¦l. Algo de ¨¦l ha quedado dentro de nosotros.
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