La desclasificaci¨®n del horror
Los 5.800 documentos hechos p¨²blicos por EEUU ponen al descubierto la pol¨ªtica sanguinaria de Pinochet
ENVIADO ESPECIAL"Despu¨¦s del abortado levantamiento de la segunda divisi¨®n acorazada del Ej¨¦rcito el 29 de junio, los principales golpistas de las Fuerzas Armadas, encabezados por generales del Ej¨¦rcito, la Fuerza A¨¦rea y los almirantes de la Marina, fijaron el 7 de julio como fecha para un coup d"etat (sic). No obstante, el golpe no tendr¨¢ lugar en esta fecha, habida cuenta de que los golpistas del Ej¨¦rcito no pueden asegurar a sus colegas que puedan tomar el control de la ciudad de Santiago. No hay fecha para el pr¨®ximo coup d"etat. Pero los oficiales golpistas est¨¢n haciendo los preparativos necesarios para una movida para dentro de una semana aproximadamente". ?ste es el mensaje que cablegrafi¨® el jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Santiago el 7 de julio de 1973 a sus superiores en Washington. Tres nuevos informes fueron enviados en las siguientes tres semanas. Pero la fecha del golpe no sal¨ªa.
El 25 de julio, la misi¨®n de la CIA en Santiago envi¨® a Wasington un largo documento de 27 folios. "Una mayor¨ªa de oficiales del Ej¨¦rcito pueden pedir el retiro del general Carlos Prats. Las posibilidades de ¨¦xito son dudosas... La ¨²nica otra v¨ªa para relevar a Prats y otros generales parecer¨ªa ser la del secuestro o asesinato". Nada sobre la fecha del golpe. El mismo informe revelaba por qu¨¦: "Aunque los oficiales golpistas aseguran que se aproxima un movimiento militar contra el Gobierno, no pueden fijar una fecha hasta que los conspiradores del Ej¨¦rcito resuelvan su problema". A continuaci¨®n, en el papel se advierte que se han borrado algunas palabras. Estos documentos son algunos de los informes, cables y comunicaciones de diverso tipo que envi¨® la misi¨®n de la CIA en Santiago a su casa central, en Washington. Un material que fue hecho p¨²blico el pasado mi¨¦rcoles 30 de junio en la biblioteca de los Archivos Nacionales, en Maryland, como parte de los 5.800 documentos relacionados con la dictadura de Augusto Pinochet desclasificados por Estados Unidos. La CIA y la DIA (Agencia de Inteligencia de la Defensa) aportaron una peque?a parte de ese material, s¨®lo 490 documentos, mientras que la parte del le¨®n correspondi¨® al Departamento de Estado, que desclasific¨® 5.000 documentos. El resto fue proporcionado por el Departamento de Justicia y el FBI (Bur¨® Federal de Investigaciones), y las bibliotecas de los presidentes Gerald Ford y Jimmy Carter.
El pasado 1 de febrero de 1999, tres meses y medio despu¨¦s del arresto del general Augusto Pinochet en Londres, la Administraci¨®n Clinton adopt¨®, tras un largo debate interno, una decisi¨®n sobre c¨®mo -despu¨¦s de revelar documentos sobre violaciones de derechos humanos en El Salvador, Guatemala y Honduras- se colaborar¨ªa en el caso de Chile. Finalmente, se resolvi¨® enviar a todos los departamentos implicados un memor¨¢ndum a trav¨¦s del Consejo Nacional de Seguridad.
"De parte del Presidente, le pedimos ahora su cooperaci¨®n para realizar una compilaci¨®n y revisi¨®n para su difusi¨®n de todos los documentos que arrojan luz sobre abusos de los derechos humanos durante y antes de la era Pinochet en Chile", dec¨ªa la orden. "La difusi¨®n de esta informaci¨®n puede ayudar a promover el consenso dentro de Chile para robustecer el proceso de verdad y reconciliaci¨®n en el tratamiento de estas cuestiones, as¨ª como el destino de los desaparecidos. Una desclasificaci¨®n tambi¨¦n dar¨¢ respuesta a los expresos deseos de las familias de v¨ªctimas norteamericanas en el abuso de los derechos humanos, y a las numerosas peticiones de miembros del Congreso", agregaba.
Por fin, el 11 de junio, la CIA, despu¨¦s de hacer un filtro espectacular, seg¨²n fuentes de la Administraci¨®n y abogados de las v¨ªctimas norteamericanas, decidi¨® desclasificar 490 documentos. Aunque el material es desigual -contiene, por ejemplo, mucha reproducci¨®n de revistas editadas internamente por la Agencia-, el juego de cablegramas, comunicaciones e informes entre el 1 de enero de 1973 y los meses siguientes al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, revelan un conocimiento directo, minuto a minuto, de los acontecimientos, y pintan un cuadro sangriento de la represi¨®n.
Otros cables referidos a los a?os 1975 y 1976 confirman que Augusto Pinochet mantuvo su r¨¦gimen a base de sangre, fuego y tortura. Y lo que es m¨¢s relevante: el Gobierno de Richard Nixon, que ayud¨® a desestabilizar en 1970 el Gobierno de Salvador Allende, cosa que ya era p¨²blica, conoci¨® de primera mano la conspiraci¨®n que desemboc¨® en el golpe militar de Pinochet y estuvo informado de los asesinatos, desapariciones y torturas durante el curso de los mismos; en muchos casos, antes de que ocurrieran.
El 8 de septiembre de 1973, tres d¨ªas antes del golpe militar, la misi¨®n de la CIA inform¨® a la Direcci¨®n de Operaciones, seg¨²n uno de los cables desclasificados, de que, seg¨²n una fuente cuyo nombre aparece emborronado en el documento, la Marina ten¨ªa "previsto iniciar una acci¨®n en Valpara¨ªso a las 8.30 horas el 10 de septiembre para derrocar al Gobierno de Salvador Allende" y que "la Fuerza A¨¦rea apoyar¨¢ esta iniciativa", al tiempo que registra que el general Gustavo Leigh, comandante en jefe de la Fuerza A¨¦rea, "ha tomado contacto con el general Pinochet, comandante en jefe del Ej¨¦rcito, quien le ha dicho que el Ej¨¦rcito no se opondr¨¢ a la acci¨®n de la Marina".
El informe de la CIA dice que su informante "cree que el Ej¨¦rcito se unir¨¢ al golpe despu¨¦s de que la Fuerza A¨¦rea apoye a la Marina". El cable a?ade otra informaci¨®n sensible: "El general Leigh piensa mantener su contacto con Pinochet y otros generales del Ej¨¦rcito durante el periodo del 8 al 10 de septiembre". Las conclusiones: "El golpe puede ser el 10 de septiembre o, como mucho, durante la semana del 10 de septiembre". El mismo d¨ªa 10, la misi¨®n de Santiago transmit¨ªa un nuevo cable a Washington. "El intento de golpe comenzar¨¢ el 11 de septiembre. Las tres Fuerzas Armadas y los Carabineros est¨¢n implicados en esta acci¨®n. Se leer¨¢ una declaraci¨®n por Radio Agricultura a las 7.00 del 11 de septiembre".
El 11 de septiembre, el d¨ªa del golpe, la misi¨®n de Santiago transmiti¨® varios informes sobre el asalto al Palacio de la Moneda, el bombardeo de la casa del presidente Allende, en la calle Tom¨¢s Moro, y sobre su suicidio, as¨ª como dio cuenta de las detenciones y la severa represi¨®n.
"La junta militar reconoce, seg¨²n nuestros informantes, que ha cometido errores en su conducta inicial y est¨¢ dispuesta a adoptar medidas a fin de mejorar su imagen", dice un cable del 24 de septiembre. Seg¨²n dicho informe, la imagen interna y mundial de la junta es "sangrienta y represiva". En el mismo informe se da cuenta de que entre el 20 y el 24 de septiembre, el d¨ªa en que fue redactado el cable, "27 cad¨¢veres han sido recobrados del r¨ªo Mapocho en Santiago, algunos de los cuales exhiben signos de tortura y mutilaciones". A?ade que su fuente ha dicho que "la junta militar reconoce que las detenciones e interrogatorios llevados a cabo en el Estadio Nacional, en Santiago, han sido extremadamente desorganizados".
La informaci¨®n flu¨ªa constantemente a manos de los agentes y colaboradores de la CIA en Santiago. Otro cable del 24 de septiembre habla de las v¨ªctimas de la represi¨®n, en relaci¨®n con las cifras que ya se barajan, que oscilaban entre 2.000 y 4.000 personas. "Las cifras de muertes de civiles durante el golpe y las operaciones de limpieza [sic] no son fiables, ya que reflejan s¨®lo muertes de personas que son "procesadas" en hospitales y otros establecimientos y sobre las que se han extendido certificados de muerte. La muerte de una gran mayor¨ªa de personas en operaciones de limpieza contra extremistas, incluyendo ejecuciones de individuos que portaban armas de fuego y se resistieron, no est¨¢n registradas. S¨®lo los miembros de la junta tendr¨¢n una idea clara de las cifras correctas de muertos, que probablemente matendr¨¢n en secreto".
Por esas fechas, seg¨²n los cables enviados por la Embajada de Estados Unidos en Chile, el apoyo al golpe estaba fuera de toda discusi¨®n, fundamentado en la cruzada anticomunista de Pinochet. En septiembre de 1973, por ejemplo, el Gobierno militar solicit¨® a la embajada norteamericana personal para que le ayudara en la instalaci¨®n de campos de detenidos para miles de personas arrestadas. La embajada expres¨® su preocupaci¨®n por los problemas pol¨ªticos que podr¨ªan derivarse de tal asistencia. Un cable de la embajada dirigido al Departamento de Estado dice que en lugar de asesores "podr¨ªamos considerar la posibilidad de ofrecer asistencia material como tiendas de campa?a, mantas, etc¨¦tera".
Esta actitud de colaboraci¨®n y simpat¨ªa se ve reflejada en un cable del embajador norteamericano, David H. Popper, seg¨²n una carta dirigida al Departamento de Estado a primeros de 1974. "He adoptado la l¨ªnea invariable de que el Gobierno de Estados Unidos simpatiza y apoya al Gobierno de Chile, pero que nuestra capacidad para ser ¨²tiles est¨¢ neutralizada por las preocupaciones del Congreso y los medios de comunicaci¨®n en relaci¨®n con las presuntas violaciones de derechos humanos aqu¨ª".
La posici¨®n norteamericana no proced¨ªa de dudas o confusi¨®n sobre lo que ocurr¨ªa. Seg¨²n un cable de la CIA en Santiago, del 28 de octubre de 1973, el general Pinochet, presidente de la junta militar, y el general Sergio Arellano "lideran a los generales del ala dura". El cable a?ad¨ªa: "Los duros creen que los extremistas o los activistas marxistas deben ser ejecutados sumariamente, mientras que los del ala blanda estiman que deben ser juzgados, sentenciados y se debe intentar recuperarles".
La desclasificaci¨®n permite confirmar, como era evidente por materiales parcialmente revelados con anterioridad, que el sistema represivo montado no se limit¨® a las fronteras de Chile. Varios documentos muestran c¨®mo las actividades de la Direcci¨®n de Inteligencia Nacional (DINA), a la que en cierto momento se le dio por decreto el monopolio de la represi¨®n en el interior de Chile, complement¨® su actividad en el exterior con polic¨ªas y ej¨¦rcitos de Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia bajo el paraguas de la llamada Operaci¨®n C¨®ndor.
En septiembre de 1974 era asesinado en Buenos Aires, como hab¨ªa vaticinado la CIA en julio de 1973, el general Carlos Prats al estallar una bomba en su coche. En 1975 le toc¨® el turno a Bernardo Leighton, el dirigente dem¨®cratacristiano que tanto irritaba a Pinochet.
Un informe urgente del Departamento de Estado, desclasificado el pasado mi¨¦rcoles, se dirig¨ªa a Henry Kissinger el 18 de agosto de 1976, y ped¨ªa su intervenci¨®n r¨¢pida para evitar un asesinato en el exterior. "Usted est¨¢ al corriente de una serie de informes sobre la Operaci¨®n C¨®ndor. La coordinaci¨®n de seguridad e inteligencia probablemente se pueda entender. No obstante, la planificaci¨®n y la direcci¨®n de asesinatos por parte de Gobiernos dentro y fuera de los pa¨ªses de la Operaci¨®n C¨®ndor tiene m¨¢s serias implicaciones a las que debemos hacer frente de manera directa y r¨¢pida". No consta que Kissinger haya seguido las recomendaciones de "presentar nuestras preocupaciones a la atenci¨®n de los Gobiernos implicados".
Un mes m¨¢s tarde, el 21 de septiembre de 1976, una bomba depositada en su coche, artefacto tambi¨¦n utilizado en el atentado contra el general Prats, estall¨® y mat¨® a Orlando Letelier, ex ministro de Salvador Allende, y a su colaboradora, la ciudadana norteamericana Ronni Moffitt. Varios documentos desclasificados sobre este caso, uno de los m¨¢s espectaculares asesinatos pol¨ªticos ocurridos en Washington, han sido mantenidos en secreto por petici¨®n del Departamento de Justicia, que investiga desde hace varios meses la posibilidad de implicar al general Pinochet en el asesinato.
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