Cogida grave de Vicente Bejarano
, Justo en el momento de hacer la cruz en plena suerte suprema el segundo toro le peg¨® la cornada a Vicente Bejarano. Fue una y pudieron ser muchas porque el toro zarande¨® al torero de mala manera. Prendido en el asta, lo llevaba en lo alto de un lado a otro y cuando lo tir¨® a la arena ya le hab¨ªa calado la ingle. Se incorpor¨® r¨¢pido Bejarano pero no pod¨ªa continuar all¨ª. Las asistencias lo trasladaron presto a la enfermer¨ªa y pudo apreciarse c¨®mo el diestro iba con un intenso retorcimiento de dolor. Como la cornada de Manolete, se comentaba. Puede que la cornada de Manolete a¨²n fuera menos espectacular. Seg¨²n testigos presenciales, gir¨® sobre el pit¨®n de Islero, que se lo hab¨ªa clavado en la ingle y le estaba arrancando la femoral. El asta del Guardiola tambi¨¦n fue a la ingle y pudo llegar hasta las entra?as. Afortunadamente se qued¨® corto. La providencia es un factor determinante en el siempre arriesgado ejecicio del toreo.
Guardiola/ Liria, Bejarano, Mora
Toros de Guardiola Fantoni (3?, sobrero, en sustituci¨®n de un inv¨¢lido), tres justos de presencia, tres con trap¨ªo; flojos, varios inv¨¢lidos, de escasa fijeza; 2? y 6? dificultosos.Pep¨ªn Liria: estocada corta sufriendo un ga?af¨®n (silencio); bajonazo descarado -aviso- y descabello (silencio); pinchazo, media estocada ca¨ªda y dos descabellos (aplausos). Vicente Bejarano: estocada corta saliendo volteado y herido (ovaci¨®n que recoge la cuadrilla). Eugenio de Mora: tres pinchazos -aviso-, pinchazo y descabello (silencio); pinchazo y bajonazo (silencio). Enfermer¨ªa: Bejarano fue operado de cornada en la ingle, que llega al abdomen. Pron¨®stico grave. Plaza de Pamlona, 8 de julio. 4? corrida de feria. Lleno.
Vicente Bejarano hab¨ªa estado muy torero con el toro agresor, cuyo ¨¢spero instinto pudo apreciarse desde el principio de la faena. Lo plante¨® Bejarano en la boca de riego. Se arranc¨® veloz el toro desde las tablas y aunque alcanz¨® el embroque violento y echando las manos por delante, aguant¨® firme el torero, asentadas las zapatillas en la arena, para vaciar el estatuario.
Tal cual dio el estatuario, levantando de s¨²bito la muleta a estilo tel¨®n, parec¨ªa el llamado pase de la muerte que pon¨ªa los pelos de punta a los p¨²blicos de la primera mitad de siglo y tantas cornadas cost¨® a sus esforzados art¨ªfices. El Papa Negro, que sol¨ªa ejecutarlo con enorme riesgo y emoci¨®n, uno de ellos.
Siguieron m¨¢s estatuarios en el centro del redondel. Y luego los naturales. Y los redondos. Mas no hab¨ªa toro boyante para cuajarlos con el debido lucimiento. El Guardiola se mostraba incierto. Incierto y aleatorio -valga la paya expresi¨®n- pues unas veces tomaba humillado el enga?o, otras derrotaba bronco, o se quedaba distra¨ªdo mirando al tendido. No hab¨ªa manera de entender cu¨¢l ser¨ªa su reacci¨®n. Cuadrado el toro en terrenos de sol, Vicente Bejarano mont¨® la espada, entr¨® recto y en el instante de hacer la cruz y hundir el acero recib¨ªa de lleno el derrote y la cornada. ?Toma y daca se llama esa figura? Podr¨ªa ser.
Fuera de combate Vicente Bejarano, la corrida debi¨® quedar convertida en un mano a mano Pep¨ªn Liria-Eugenio de Mora. Pero nada de eso. En los tiempos que corren cada quien va a lo suyo. Y eso es lo que sucedi¨®. No obstante "lo suyo" guardaba poca relaci¨®n con el arte de torear, y de esta forma la corrida, sin toreo bueno y sin competencia, transcurri¨® vac¨ªa de contenido. Ciertamente los toros no sacaron esa pastue?a sumisi¨®n que permite galas y exquisiteces, incluso algunos se mostraron dificultosos por inciertos, o por reservones, o por su escasa fijeza; mas esos inconvenientes nunca deben ser insuperables para los toreros de alternativa ni nadie ha dicho que impidan la cabal realizaci¨®n del arte de torear.
Ninguno de los dos diestros se ajust¨® con el capote y el toreo a la ver¨®nica se lo tomaron de tr¨¢mite. Las lidias parec¨ªan capeas y la acorazada de picar atac¨® pose¨ªda de furor carnicero sin que nadie pusiera coto a sus tropel¨ªas. Las faenas de Eugenio de Mora no pasaron de voluntariosas y, a¨²n as¨ª, hac¨ªa ese toreo desligado y harto de pico, que ni emociona ni divierte.
Pep¨ªn Liria, por el contrario, se mostr¨® fragoroso con la muleta, en diversos pasajes de sus tres faenas se la jug¨® de veras, y tore¨® por naturales cargando la suerte o de frente, sobre todo con el sexto de la tarde, que result¨® ser el de mayor cuidado. Su pundonorosa entrega enardeci¨® a los mozos de las pe?as que le aclamaron "?Pep¨ªn, Pep¨ªn!" con fenomenal estruendo.
El triunfo que ten¨ªa cantado (a coro) Pep¨ªn Liria lo perdi¨®, sin embargo, por matar mal. Manejando la espada estuvo horrible Pep¨ªn-Pep¨ªn, culpable de un tabernario bajonazo, y Eugenio de Mora tambi¨¦n. A lo mejor la cornada que hab¨ªa sufrido Vicente Bejarano al ejecutar en corto y por derecho la suerte suprema hab¨ªa servido de aviso a los navegantes. Podr¨ªa ser. Ahora bien, con precauciones y reservas, no se llega a figura del toreo. Se llega a figura del toreo perfil¨¢ndose en corto y por derecho; entre otras cosas. Lo dijo un maestro en tauromaquia: las cornadas son medallas; y si resultan graves, la Laureada de San Fernando.
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