El 'gospel' enardece Mendizorroza
Cada cosa a su tiempo. El domingo es d¨ªa de culto en nuestra ¨®rbita y resulta ideal para que los festivales de jazz programen conciertos de gospel, la m¨²sica religiosa afroamericana oficial. Vitoria sigui¨® el precepto y convoc¨® en su segunda jornada a The Blind Boys of Alabama, un grupo formado a finales de los a?os treinta en la localidad de Talladega, nombre algo inquietante que por s¨ª solo parece sonar a sur profundo y a racismo enquistado. El hist¨®rico tr¨ªo vocal, acompa?ado por bajo, bater¨ªa y una pareja de guitarristas, forma ahora un equipo rudo y crudo, bien distinto a los que suelen verse: no se cubren con largas t¨²nicas ni forman alineados como un coro de predicadores cl¨®nicos, quiz¨¢ porque llevan casi 60 a?os en activo y han adquirido el derecho a saltarse ciertas convenciones. Salieron al escenario de Mendizorroza con el uniforme oficial todos menos uno, el l¨ªder, Clarence Fountain, a quien una inoportuna p¨¦rdida de maletas oblig¨® a recurrir a una camisa neutra y a una cazadora de diario. No estuvo mal marcar la diferencia porque el ¨²nico miembro superviviente de la formaci¨®n original demostr¨® ser tambi¨¦n el m¨¢s trabajador. Someti¨® a su garganta a pruebas f¨ªsicas impropias de su edad y se pas¨® su buen cuarto de hora estrechando manos y repartiendo amor fraternal en el enardecido patio de butacas. De cerca se percibe que mantiene esa fuerza exclusiva de quienes tienen fe desde antiguo y siguen confiando.
Puede que las gafas de sol, las camisas rojo chill¨®n de desmesuradas solapas y unas americanas que parec¨ªan prestadas por alg¨²n g¨¢nster de cuando la Ley Seca dieran al conjunto un aspecto no precisamente angelical, pero en cuanto empezaron a cantar a voz en cuello, el mensaje debi¨® llegarles alto y claro a los mism¨ªsimos ¨¢ngeles. All¨¢ arriba tambi¨¦n debieron pasarlo en grande con un repertorio variopinto, integrado por canciones tan serias y previsibles como Deep river, y tan ins¨®litas como Si yo tuviera un martillo. El material de partida era lo de menos: el espect¨¢culo estaba en comprobar c¨®mo las imponentes voces contagiaban vigor y convicci¨®n y lo convert¨ªan todo en una plegaria imperiosa y encendida. Tan cat¨¢rtico resultaba el efecto que por momentos daba la impresi¨®n de estar escuchando a tres B.B. Kings pujar por el grito m¨¢s ¨¢spero y potente.
A los cinco minutos de empezar, los venerables chicos ciegos de Alabama ya estaban invitando a la concurrencia a batir palmas, y ese tono jubiloso y participativo se mantuvo hasta el final. No dejaron espacio para espiritualidades p¨¢lidas ni blandenguer¨ªas artificiales, y cumplieron justo con lo que se espera de este tipo de m¨²sica cuando se da fuera de la iglesia, su ambiente natural: incitar al baile y divertir por la v¨ªa m¨¢s directa y primitiva.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.