La compa?¨ªa de Boadella ultima bajo la carpa del bosque de Pru?t su ¨¦pica daliniana
Els Joglars eligen Figueres para el estreno de "Daaal¨ª", que luego viajar¨¢ a Madrid
Albert Boadella pasa los inviernos en su casa ampurdanesa de Jafre. Su invierno es un estado mental, que puede coincidir o no con el fr¨ªo. All¨ª, en calma, sin m¨¢s compa?¨ªa que su esposa, la pintora Dolors Caminal, va descubriendo lo que har¨¢ despu¨¦s del letargo. Trabaja mientras vive una vida desprovista de cualquier emoci¨®n secundaria: pasea, cuida del jard¨ªn, lee o se dedica a fant¨¢sticas conspiraciones pol¨ªticas. Pero cuando un espect¨¢culo est¨¢ a punto, convoca a la compa?¨ªa bajo la carpa del bosque del diminuto municipio barcelon¨¦s de Pru?t, donde estos d¨ªas Els Joglars ultiman Daaal¨ª.
Mientras dura su invierno, Boadella viaja poco, ni siquiera a Barcelona. En sus apariciones en seminarios, conferencias u otro tipo de actos p¨²blicos, que no reh¨²ye, exhibe siempre muy buena informaci¨®n sobre el estado del mundo, propia del hombre que piensa. Lleva la honrada vida del burgu¨¦s con talento. Y es un extra?o catal¨¢n, raramente sombr¨ªo. Cuando el pr¨®ximo espect¨¢culo ya tiene su rostro esencial, el actor Ramon Fontser¨¦ suele saberlo de inmediato. Fontser¨¦, Ub¨²/Pujol, Mr. Floid/Pla, ahora Daaal¨ª (Dal¨ª no necesita esquizofrenias incorporadas, es la letra a de la esquizofrenia), vive pegado al Collsacabra, una estribaci¨®n wagneriana de la Catalu?a profunda, donde hace mucho fr¨ªo y el silencio en invierno es tan espeso que se toma con cuchara. En su casa del bosque, acompa?ado de su mujer, tambi¨¦n actriz de la compa?¨ªa, Fontser¨¦ lee libros y otras noticias sobre el personaje; examina fotograf¨ªas, v¨ªdeos, pel¨ªculas; memoriza lentamente gestos, miradas, caprichos, y procede con ¨¦l como algunos ind¨ªgenas: sorbe de una ca?ita clavada en su cerebro. Ni Pujol, ni Pla ni Dal¨ª han vampirizado al actor. Ha ocurrido justamente lo contrario. Las pruebas est¨¢n a la vista: observen lo que ha quedado del ¨²nico personaje vivo de los tres -y el ¨²nico, as¨ª, sujeto a la posibilidad emp¨ªrica- despu¨¦s de su paso por el abominable Fontser¨¦.
Dos soledades
As¨ª, entre dos soledades, en el intercambio entre dos hombres que trabajan en sus caserones rurales, se desarrolla la fase inicial del m¨¦todo Joglars, la experiencia m¨¢s seria, obstinada y libre del teatro espa?ol contempor¨¢neo. El trabajo cambia cuando, cualquier noche, Boadella se levanta de su mesa de trabajo con un buen pu?ado de notas manuscritas, anotaciones de im¨¢genes, de colores, de tr¨¢nsitos, ce?idas a una espina conceptual definida, sabiendo que al d¨ªa siguiente la compa?¨ªa ya podr¨¢ reunirse bajo la carpa legendaria de Pru?t, hongo alucin¨®geno, de efectos soberbios para la creaci¨®n. ?Qu¨¦ lleva Boadella a Pru?t? ?Qu¨¦ llev¨®, el primer d¨ªa, a su llegada, de este concreto Daaal¨ª, que ahora ultima? Una imagen central, teocr¨¢tica, por ejemplo: la de una gran pantalla, de muy sofisticada tecnolog¨ªa, donde la pintura de Dal¨ª ocurriera. Un prop¨®sito: construir una cierta ¨¦pica de Dal¨ª. Una prohibici¨®n: competir con el Divino en su siempre divertida, y tantas veces terrible, manera de decir la verdad. Boadella suele llevar tambi¨¦n un vomitorio: la pintura contempor¨¢nea, por ejemplo. A partir de ah¨ª, el espect¨¢culo va construy¨¦ndose, por pura fricci¨®n, como cualquier cosa importante. Se trabaja por las ma?anas y a partir de media tarde. La compa?¨ªa come y duerme -durante los cinco d¨ªas laborables- en una finca pr¨®xima que hab¨ªa sido de la Tecla Sala y que Boadella, listo siempre, obligado a ser listo siempre, como un italiano que sale por la ma?ana de casa, sin la pasta asciutta asegurada, compr¨® hace a?os por cuatro chavos. La convivencia entre los miembros de la compa?¨ªa mantiene la quietud y la turbulencia, la gracia y los desamores c¨ªclicos de cualquier otra convivencia. Pero con dos premisas que facilitan la resoluci¨®n de los problemas: todo el mundo sabe qui¨¦n manda y cada miembro dispone de un ba?o propio. No hay nada como el despotismo higienizado.
En castellano
Queda una semana de trabajo bajo la c¨²pula. Daaal¨ª ya est¨¢ muy cosido. Luego ir¨¢n al teatro de Olot para ajustar la pieza a las dimensiones de un teatro y a mitad de septiembre estrenar¨¢n en Figueres. La obra va estrenarse en castellano, porque Madrid, tras el s¨ªmbolo irrenunciable de Figueres, ser¨¢ la primera plaza importante. Daaal¨ª es lo mejor que ha hecho Boadella. La afirmaci¨®n tiene un valor relativo. Primero, porque su ¨²ltima obra, en general, siempre parece mejor que las dem¨¢s. Luego est¨¢n las condiciones en que el cronista emite su juicio: sentado al lado del maestro mientras dirige el ensayo y con la sensaci¨®n de violar una cierta intimidad creativa: sensaci¨®n agradabil¨ªsima que estova y procura un cierto calorcillo interno, muy emocionante. Pero tambi¨¦n est¨¢n las consideraciones objetivas. Dos, en especial, porque afectan a los problemas m¨¢s duros de su teatro: los textos y la articulaci¨®n de las escenas. El texto de Daaal¨ª es ambicioso y est¨¢ muy bien trabado y las escenas fluyen como un continuum -"lo que m¨¢s me preocupa es c¨®mo limpiar el escenario despu¨¦s de las acciones", dice Boadella- , sin descubrir demasiado sus pasadizos. Por lo dem¨¢s, la maravilla de siempre est¨¢ garantizada: la alta cualidad po¨¦tica, sobria, esencial de sus met¨¢foras visuales. Sospech¨¢bamos, por ejemplo, que en la m¨²sica de un vals hab¨ªa balas, pero nunca hab¨ªamos escuchado violines dispar¨¢ndolas; es verdad que lo ten¨ªamos en la punta de la lengua, pero nunca dijimos que la sardana naciese en el mortero de la picada catalana; la escatolog¨ªa dalianiana es abrumadora, pero nunca hab¨ªamos visto al genio orinando oro. Daaal¨ª, por ¨²ltimo, est¨¢ atravesado de una elegante y contenida madurez, cada vez m¨¢s perceptible en sus espect¨¢culos. Parece como si Boadella fuera levantando poco a poco la costra de la risa y encontrara un mundo raro y no completamente identificado debajo. Entre los hombres y los crust¨¢ceos hay diferencias: los hombres son blandos por fuera y duros por dentro, viene a decir su Dal¨ª. El jard¨ªn de Jafre, donde todo lentamente se medita, presagia un crep¨²sculo largo y muy f¨¦rtil. Giverny, pour dire.
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