Si es mejor para ti, vete ANA MAR?A MOIX
Lamento el t¨®pico: Bor¨ªs Rotenstein es la viva imagen del artista intelectual ruso, al menos de la imagen del creador art¨ªstico que nos ha transmitido la literatura eslava. Consciente de su funci¨®n como director teatral, l¨²cido analista del lenguaje esc¨¦nico, se expresa con fervor contenido, con voz grave y con acento que a¨²n conserva la armon¨ªa de su lengua materna. Habla con detenimiento, y da la impresi¨®n de que cuanto dice es el resultado de un proceso de reflexi¨®n. Lleg¨® a Barcelona en 1987, tras una larga y exitosa -aunque siempre pro-blem¨¢tica- dedicaci¨®n al teatro en su pa¨ªs natal. Un pa¨ªs que, por aquel entonces, a¨²n respond¨ªa a las siglas de URSS y que hoy volvemos a llamar Rusia. Un a?o antes de abandonar Leningrado, le prohibieron todos sus espect¨¢culos. Ser¨ªa la ¨²ltima vez que el zarpazo de la censura lo alcanzaba. La primera dio pie a un hecho ins¨®lito en la Uni¨®n Sovi¨¦tica: Bor¨ªs Rotenstein entabl¨® un pleito y, tras siete denegaciones, el Supremo la dio la raz¨®n. "Me hab¨ªan prohibido trabajar en el teatro. Pero en la URSS estaba prohibido no trabajar: era motivo de c¨¢rcel. As¨ª que, cuando me dijeron "no hay trabajo para ti", no tuve m¨¢s remedio que intentar defenderme". Bor¨ªs Rotenstein sab¨ªa muy bien qu¨¦ pod¨ªa ocurrirle: no trabajar, me explica, fue la acusaci¨®n a la que recurrieron las autoridades sovi¨¦ticas para encarcelar a alguien a quien hab¨ªa tratado con asiduidad: al gran poeta Joseph Brodski, premio Nobel de Literatura. Sin embargo, la ¨²ltima vez que la censura le cay¨® encima, a ra¨ªz de un espect¨¢culo claramente reivindicativo de la figura de Andr¨¦i S¨¢jarov, ya no pudo ni recurrir ante el Supremo. "Era un espect¨¢culo muy cr¨ªtico, con resonancias de car¨¢cter pol¨ªtico y social, un poco al estilo de Boadella. Me echaron del teatro, pero me dijeron: "no le prohibimos trabajar, usted puede preparar los espect¨¢culos que quiera, cobrar¨¢, pero no los estrenar¨¢". Por supuesto, decid¨ª irme". Sin red, abandon¨® su pa¨ªs; dej¨® familia y amigos. "Me desped¨ª creyendo que no volver¨ªa a verlos nunca m¨¢s. Siempre agradecer¨¦ a mi madre su generosa actitud: sobreponi¨¦ndose a sus sentimientos, me dijo: "si es mejor para ti, vete". Con el tiempo, ha venido ya dos veces a Barcelona". Bor¨ªs Rotenstein sonr¨ªe en silencio, y hacia adentro. Quiz¨¢ a alguna imagen o pensamiento que cruzan por su mente y que, por la ternura de la sonrisa que les dedica, supongo relacionada con su madre. ?Qu¨¦ le pareci¨® Barcelona y la vida que su hijo hab¨ªa emprendido aqu¨ª? "Al principio, se sent¨ªa completamente desconcertada. Iba de sorpresa en sorpresa. Ten en cuenta que llegaba de un pa¨ªs donde se hac¨ªa creer a la gente que fuera de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, todo el mundo era malo. Despu¨¦s, qued¨® prendada de Barcelona, igual que yo". No s¨®lo se equivoc¨® al pensar que nunca m¨¢s volver¨ªa a ver a sus amigos y familiares, sino tambi¨¦n respecto a su futuro. "Nunca se me pas¨® por la cabeza, ni siquiera en sue?os, que pudiera volver a ejercer mi profesi¨®n. Me encontr¨¦ en otro pa¨ªs, con otro idioma y en una ciudad donde hab¨ªa gente muy buena dedicada al teatro. ?Qui¨¦n era yo?, ?qu¨¦ pod¨ªa ofrecer? No, no era pesimismo. Era pura l¨®gica. Y, sin embargo, he sido un hombre afortunado: llegu¨¦ a una ciudad maravillosa, he podido volver a trabajar en el teatro. Pero, si hubiera ocurrido lo contrario, no podr¨ªa quejarme: la injusticia la sufr¨ª en mi pa¨ªs, aqu¨ª nadie me deb¨ªa nada. Y me encontr¨¦ con tres personas a quienes siempre estar¨¦ agradecido por su acogida y generosidad: Elena Vidal, Ricardo San Vicente y Carmen Claud¨ªn. Confiaron en m¨ª sin saber qui¨¦n era yo, y me hicieron de puente con el mundo del teatro, donde tuve el apoyo de compa?eros de profesi¨®n como Joan Oll¨¦ y Jordi Mesalles". A su primera puesta en escena, El banc, siguieron, entre otras, La cantante calva, de Ionesco; La mort i la doncella, de Ariel Dorfman; Orfes, de Leyli Kessler, y La vida perdurable, de Narc¨ªs Comadira. Sin embargo, su primera labor relacionada con el teatro fue la docencia en el Institut del Teatre, pr¨¢ctica que a¨²n sigue ejerciendo. "Gracias a Jordi Mesalles, tuve la oportunidad de dar un cursillo de ocho sesiones en el Institut del Teatre. A¨²n recuerdo aquel primer cursillo con una enorme emoci¨®n". Al terminar las clases, lo primero que hicieron los alumnos fue matricularse para el siguiente trimestre. Desde entonces, ha seguido con sus clases en el Institut del Teatre. Pese a haber recibido varias ofertas importantes de otros centros, e incluso de otros pa¨ªses. "Nunca dejar¨¦ el Institut del Teatre: fue el punto de partida para recobrar mi profesi¨®n". Sus puestas en escena evidencian su especial talento en la direcci¨®n de actores. "Un buen actor nunca deja de estudiar, de profundizar en su trabajo. Aunque alcance el ¨¦xito, debe seguir profundizando en el arte de la interpretaci¨®n. De lo contrario, se anquilosa, no avanza". ?Qu¨¦ se siente cuando un actor con quien ha trabajado, ya sea en sus cursos o en el teatro, se pasa al cine y, al cabo de un tiempo, lo vemos en la pantalla repitiendo siempre el mismo papel? "El actor debe defenderse del gran peligro profesional del cine: el cine vac¨ªa al actor, no le aporta casi nada, excepto fama o dinero en algunos casos. Debe compensar esa amenaza de esterilidad con el estudio. ?Qu¨¦ es, para m¨ª, el teatro? Un grupo de personas sentadas en una sala, frente a otro grupo de personas que est¨¢n en el escenario, unidas por una idea, por un sentimiento com¨²n, durante un par de horas, y que luego abandonan la sala con esa idea o ese sentimiento en su interior. El director de teatro es un creador que, junto con su equipo, est¨¢ creando otra realidad. El teatro ense?a a comprender, es intercambio de emociones y de ideas, en el idioma que sea, porque el lenguaje teatral es universal. Para comprender lo que ocurre en escena, s¨®lo se necesita una cosa: desear comprenderlo". Empez¨® a dar clases sin hablar castellano ni catal¨¢n. Bor¨ªs Rotenstein asiente, y un brillo juguet¨®n enciende la mirada de sus ojos claros que una luz interior parece agrandar repentinamente. Se levanta, me indica que me levante y que le siga. Entre las mesas y silloncitos de la cafeter¨ªa donde nos encontramos, le sigo hasta la barra del bar, donde me pregunta qu¨¦ quiero tomar. ?Una copa? ?Caf¨¦? De pronto, me doy cuenta de que ¨¦l me habla en ruso y yo en... "As¨ª empec¨¦ a trabajar en mi taller. Al cuarto d¨ªa, mis alumnos y yo empezamos a dialogar; ellos en su lengua y yo en la m¨ªa, y nos entend¨ªamos perfectamente. Recuerdo que, a ra¨ªz de esta experiencia, comprend¨ª el fen¨®meno creado por Peter Brook en Mahabarata. Antes de salir de mi pa¨ªs, dirig¨ª una obra de Max Frisch titulada Santa Cruz , protagonizada por tres personajes: una mujer y dos hombres. Uno de ellos se ha pasado 17 a?os viajando; el otro vive en un castillo, con su mujer, dedicado a la lectura, etc¨¦tera. Bien, en un momento dado, el primero confiesa que siempre ha so?ado con vivir en un castillo, tener una esposa, leer libros, etc¨¦tera. El segundo, por su parte, dice que el sue?o de su vida ha sido viajar y ver mundo. Pero los seres humanos s¨®lo podemos vivir una vida. S¨®lo el teatro hace posible que vivamos vidas distintas. Los actores, en escena, viven vidas que no son la suya, y, a trav¨¦s de los actores, los espectadores tambi¨¦n las viven". Con Ferm¨ª Reixach y Sergi Caballero, un joven actor alumno del Institut, prepara seis tragedias breves de Puskhin (Mozart i Saliere y Don Juan, entre otras), traducidas por Elena Vidal. Pero, antes, en noviembre, estrenar¨¢ L"amant, de Harold Pinter, en la Sala Muntaner. Dicha obra se represent¨® no hace mucho en Barcelona. "S¨ª, pero es productivo para el desarrollo teatral. Cuando el teatro es bueno, no existen dos espect¨¢culos iguales basados en una misma obra. Cuando diriges, interpretas un texto escrito. Si una obra es buena, tiene muchas lecturas. Por eso Hamlet sigue vivo a lo largo de los siglos, porque cada ¨¦poca, cada director, la ve de distinta manera. El autor de un texto imagina la obra que escribe; el director de teatro la hace realidad a trav¨¦s de los actores. Y cuanto mejor es una obra de teatro, m¨¢s realidades distintas genera".
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