La legislatura de la pareja de hecho
"Estamos dispuestos a que nos aprieten, pero, por favor, no nos ahoguen". El 10 de mayo de 1996, en el Parlament, Aleix Vidal-Quadras ofrece su garganta a Jordi Pujol. Con esta rendici¨®n, que marca el principio del fin de Vidal-Quadras como l¨ªder del PP en Catalu?a, comienza la quinta legislatura catalana -y quinta de Pujol- tal como la recordamos: un cuatrienio relativamente c¨®modo para el presidente de la Generalitat, que ha podido apoyarse en los populares sin prescindir, cuando le ha parecido necesario, de la coreograf¨ªa nacionalista. La clave fue un pacto alcanzado en el hotel Majestic, por el cual los diputados de CiU se comprometieron a sostener en Madrid al aparentemente fr¨¢gil Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. La contrapartida estaba clara: en Catalu?a, ni p¨ªo. Dos fr¨¢giles se hacen fuertes. Unos meses antes, en oto?o de 1995, tras las elecciones auton¨®micas, quien parec¨ªa fr¨¢gil era Pujol. Hab¨ªa perdido la mayor¨ªa absoluta, erosionada precisamente por el pujante PP de Vidal-Quadras, y se enfrentaba a una oposici¨®n variopinta pero peleona. Un pacto entre PSC, PP, ERC e IU coloc¨® al socialista Joan Revent¨®s en la presidencia del Parlament. CiU se apresur¨® a denunciar el "cuatro contra uno", que parec¨ªa augurar una legislatura tormentosa para el Gobierno convergente. Pero en primavera llegaron las generales y la victoria precaria de Aznar. Las dos debilidades, una en Madrid, la otra en Barcelona, sumaron una doble fortaleza. Nunca dos mayor¨ªas relativas han parecido tan absolutas. Pujol, que hab¨ªa colocado a su diestra al eficiente Xavier Tr¨ªas (consejero de Presidencia) para capear a la oposici¨®n, acab¨® utiliz¨¢ndole m¨¢s bien para evitar cortocircuitos con los aliados de Madrid. La escisi¨®n de ERC y la formaci¨®n del ef¨ªmero PI de ?ngel Colom redondearon un panorama satisfactorio para Pujol. La cuesti¨®n ling¨¹¨ªstica. La llamada ley del cat¨¢l¨¢n, que reforma la legislaci¨®n ling¨¹¨ªstica de 1983, ocup¨® todo el a?o 1997 y se erigi¨® en plato fuerte de la legislatura. Fue, adem¨¢s, un ejemplo perfecto de la habilidad de Pujol para barajar apoyos y del desparpajo del PP para disimular su mansedumbre. Tras largu¨ªsimas negociaciones, todos los grupos parlamentarios votaron a favor de la ley, tambi¨¦n el PSC, menos ERC, que se opuso por considerarla pacata, y el PP, que se abstuvo. Unos cuantos rifirrafes cruzados por v¨ªa de prensa entre las huestes de CiU y del gobierno de Madrid, algunas "aclaraciones" sobre la ley facilitadas al Defensor del Pueblo para evitar un recurso de inconstitucionalidad, y el pataleo de Vidal-Quadras -ya defenestrado- zanjaron el asunto. Durante el proceso de negociaci¨®n de la ley y en su posterior desarrollo -reglamento sobre la cuota de doblaje de pel¨ªculas al catal¨¢n, cuya entrada en vigor se ha aplazado dos veces- entr¨® en combusti¨®n lenta e inexorable el consejero de Cultura, Joan Maria Pujals, que por un tiempo hab¨ªa ingresado en la n¨®mina de delfines hipot¨¦ticos de Pujol. Como otros delfines pret¨¦ritos, Pujals parece hoy carbonizado sin remedio. Unidad de quemados. La legislatura fue prolija en combustiones. Pocos consejeros se libraron de la quema. La mayor¨ªa ardieron, si bien la fiel infanter¨ªa del PP evit¨® sistem¨¢ticamente la reprobaci¨®n de los afectados. El consejero de Trabajo, Ignasi Farreres, sali¨® malparado de unas supuestas irregularidades en el manejo de fondos europeos -dimiti¨® un director general- y del supuesto favoritismo hacia empresas vinculadas a su partido, Uni¨®, en el reparto de los fondos de formaci¨®n. El consejero de Agricultura, Francesc Xavier Marimon, ya tiznado en marzo de 1998 por la unanimidad de la oposici¨®n -salvo el PP- y las organizaciones agrarias contra su gesti¨®n, vir¨® al negro azabache tras los incendios que en julio de ese mismo a?o devastaron la Catalu?a central. El Gobierno admiti¨® que la pol¨ªtica de limpieza de bosques hab¨ªa sido poca y mala. Otro afectado por los incendios fue el consejero de Gobernaci¨®n, Xavier Pom¨¦s, que tuvo que reconocer serios fallos de coordinaci¨®n como jefe m¨¢ximo de los bomberos. El consejero de Industria y Turismo, Antoni Subir¨¢, se llev¨® lo suyo a principios de 1999, cuando se supo que no hab¨ªa presentado denuncia ante el juzgado -como recomendaba la Sindicatura de Cuentas- por las irregularidades en el Consorcio de Turismo. Adem¨¢s, se le perdieron 2.500 expedientes relacionados con las irregularidades. No pas¨® nada. Guerra geri¨¢trica. Caso aparte es el de Antoni Comas, consejero de Bienestar Social. Las acusaciones por el supuesto clientelismo de su gesti¨®n -algo que hab¨ªan soportado ya varios de sus antecesores en el cargo- degeneraron en bronca en febrero de 1999. Los socialistas culparon a Comas por el d¨¦ficit de instituciones para ancianos en Barcelona. Comas, con cargo a los presupuestos, public¨® unos anuncios en los que aseguraba que toda la responsabilidad correspond¨ªa al Ayuntamiento de Barcelona, por no ofrecer terrenos. Los socialistas le llamaron de todo y presentaron una denuncia ante la Fiscal¨ªa del Tribunal Superior de Justicia. Comas llam¨® de todo a los socialistas. Pujol sali¨® en defensa de su consejero con un contraataque: bloque¨® la aplicaci¨®n de la Carta Municipal de Barcelona, reci¨¦n aprobada tras un largu¨ªsimo via crucis de negociaciones. Cosas de KIO. La sombra de KIO, el que fue ub¨¦rrimo consorcio inversor kuwait¨ª, y de su hombre en Espa?a, el hoy preso Javier de la Rosa, se proyect¨® de forma intermitente sobre el caser¨®n de la Ciutadella. Pujol prefiri¨® no extenderse -en realidad, no dijo nada- cuando, de forma insistente, se le pregunt¨® desde la oposici¨®n sobre sus relaciones con De la Rosa, al que un d¨ªa lleg¨® a calificar de "empresario mod¨¦lico". Cuando se descubri¨® que un diputado de CiU, Jaume Camps, hab¨ªa cobrado unos cheques procedentes de fondos de Javier de la Rosa, el PP evit¨® que se formara una comisi¨®n de investigaci¨®n. Camps dijo que los hab¨ªa cobrado como abogado, en representaci¨®n de un cliente. El asunto forma parte del voluminoso sumario sobre las actividades de KIO. Un hombre que hab¨ªa mantenido estrechas relaciones con De la Rosa, que hab¨ªa sido peso pesado del gobierno de Pujol y que hab¨ªa sonado como delf¨ªn, Maci¨¤ Alavedra, se despidi¨® de la pol¨ªtica en esta legislatura. Parejas de hecho. El 19 de septiembre de 1996, el diputado convergente Raimon Escud¨¦ rechaz¨® en el Parlament la creaci¨®n de un registro para las parejas de hecho, como ped¨ªa ERC, porque esas parejas no eran matrimonios, sino "concubinatos". Qui¨¦n iba a decirle a Escud¨¦ que un par de a?os despu¨¦s, en 1998, el Parlament aprobar¨ªa, con su voto y el de los dem¨¢s diputados de CiU, la Ley de Uniones Estables de Pareja, la primera de Espa?a en regular las parejas heterosexuales y homosexuales. La consejera de Justicia, N¨²ria de Gispert, se apunt¨® un tanto. CiU opt¨® por limitar a Catalu?a ese arranque progre: en el Parlamento espa?ol, de acuerdo con el PP, mantuvo una posici¨®n mucho m¨¢s conservadora sobre las parejas de hecho. Som i serem. CiU y PP se guardaron una fidelidad estricta, tanto en Madrid como en Barcelona, en las cuestiones sagradas: los presupuestos. En lo dem¨¢s, se comportaron como una pareja liberal. Pujol no se priv¨® de algunas alegr¨ªas, como la ley de selecciones deportivas catalanas -recientemente aprobada-, y de canas al aire como la de votar y aprobar, el 1 de octubre de 1988, una moci¨®n que proclamaba el derecho del pueblo catal¨¢n a la autodeterminaci¨®n. En la misma sesi¨®n, eso s¨ª, CiU vot¨® tambi¨¦n en contra de reformar la Constituci¨®n. "Que nadie se escandalice: estamos donde est¨¢bamos", proclam¨® Pujol. El que manda. El 5 de febrero de 1997, CiU se apoy¨® en todos menos el PP para que el Parlament censurara al portavoz del Gobierno, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez. El locuaz portavoz hab¨ªa proferido algunas bromitas sobre la entonces proyectada ley de selecciones deportivas. El PP catal¨¢n puso cara de enfadarse. El 29 de octubre de ese mismo a?o, Pujol anunci¨® ante el Parlament que su gobierno no cumplir¨ªa el plan de ense?anza de Humanidades dise?ado por la ministra de Educaci¨®n, Esperanza Aguirre. La ministra, otra especialista en bromitas y frases inoportunas, quer¨ªa que la historia se ense?ara igual a todos los alumnos espa?oles, desde Almendralejo hasta Puigcerd¨¤. El PP catal¨¢n puso, otra vez, cara de enfadarse: su l¨ªder parlamentario, Josep Curto, ha sido estos cuatro a?os un gran actor de reparto. Curiosamente, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez y Esperanza Aguirre ya no est¨¢n en el Gobierno de Aznar.
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