Jospin restaura el di¨¢logo en C¨®rcega, pero sin concesiones a los nacionalistas
"No he empleado en ning¨²n momento la palabra autonom¨ªa. Tengo la impresi¨®n de que los problemas institucionales no ocupan el primer lugar entre las preocupaciones de los corsos". As¨ª, sin hacer otra concesi¨®n que repetir una y otra vez que su Gobierno franc¨¦s est¨¢ dispuesto a discutir sobre todos los temas, siempre y cuando cese la violencia, el primer ministro Lionel Jospin puso fin a sus dos d¨ªas de visita a C¨®rcega. El resultado de este viaje es distinto si se mira desde Francia o desde C¨®rcega. Desde Francia, Jospin aparece como restaurador del di¨¢logo y la legalidad; desde C¨®rcega, como un bien intencionado centralista parisino.
Las tres horas de debate en la Asamblea Regional, retransmitidas ¨ªntegramente por la televisi¨®n de la isla, sin duda han servido para reforzar las tendencias mayoritarias de la opini¨®n p¨²blica corsa. S¨®lo un 10% de los insulares desea la independencia, cuando m¨¢s de un 40% de los franceses se la conceder¨ªa de buen grado.
El nacionalista radical Paul Kuastana resum¨ªa as¨ª el punto de vista de ese 10%: "Somos una espina envenenada clavada en el pie de la rep¨²blica. Llevamos ah¨ª m¨¢s de 200 a?os y podemos seguir muchos m¨¢s".
En cualquier caso, no ser¨¢ con la ayuda de las otras fuerzas pol¨ªticas corsas, que se mostraron incapaces de encabezar reivindicaciones culturales o econ¨®micas, que pusieran en un aprieto a un primer ministro que incluso se atrevi¨® a prometer que ahora s¨ª, que cuando acabe la temporada tur¨ªstica habr¨¢ derribo de chiringuitos ilegales. El incendio de uno de ellos con intervenci¨®n policial ilegal bajo ¨®rdenes del prefecto desat¨® en abril pasado una grave crisis entre Par¨ªs y la isla.
El primer ministro critic¨® a quienes intentan convertir en h¨¦roe al asesino fugado del precepto Claude Erignac, y les reproch¨® a los nacionalistas su falta de rigor hist¨®rico cuando pretenden comparar la situaci¨®n irlandesa con la corsa.
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