El recreo
Nada hay tan vivo ni tan limpio como esos gritos que bajan por la ladera del monte en esta ma?ana de mistral y que suenan en el aire de septiembre reci¨¦n lavado por la tormenta y dorado despu¨¦s por una luz aceitosa. El curso acaba de empezar. Los ni?os juegan en el patio de un colegio y sus gritos forman un manantial muy claro que cruza el silencio del valle y se pierde en la playa vac¨ªa. Nada hay tan cercano y que a uno le lleve tan lejos. El sonido no ha cambiado. Es la algarab¨ªa del primer recreo al final del verano que te hace recordar el perfume de aquellos l¨¢pices Alpino, la goma de borrar con sabor a coco, el estuche del comp¨¢s, el suelo de la escuela reci¨¦n barrido con serr¨ªn mojado, los c¨¢nticos patri¨®ticos con el brazo en alto, los cuadernos que conten¨ªan un bosque ignorado de letras por donde uno se adentr¨® formando las primeras palabras que ir¨ªan creando el mundo bajo las amenazas morales. Dice el poeta: qu¨¦ sucios ¨ªbamos entonces, pero qu¨¦ limpios ¨¦ramos. Esos gritos del recreo tambi¨¦n me recuerdan a aquellos lejanos compa?eros de pupitre. Algunos eran muy inteligentes y se perdieron. Su talento fue desperdiciado, ya que el lujo m¨¢s siniestro que se ha permitido este pa¨ªs tradicionalmente ha sido el de arrojar cerebros a la basura si no pertenec¨ªan a una determinada clase social. No hay fuente de riqueza ni de energ¨ªa que pueda equipararse a la inteligencia humana: esa carga magn¨¦tica equipara a todo el mundo de salida. Muchos de aquellos compa?eros de la escuela eran muy despiertos y estaban llenos de imaginaci¨®n. Como ellos habr¨ªa innumerables ni?os por todos los pueblos. Su talento fue arruinado por el marasmo general que en este pa¨ªs ha durado siglos. Pero el mundo moderno ha cambiado de diosa: la Raz¨®n ha sido sustituida por la Rentabilidad. No existe inversi¨®n m¨¢s provechosa que explotar ese manantial de inteligencia nueva que brota todos los a?os por este tiempo, una producci¨®n que s¨®lo es exhaustiva si se realiza a fondo por medio de la ense?anza p¨²blica. El elitismo, la discriminaci¨®n, la sustituci¨®n del talento por el dinero y partir con desventaja son a la larga antiecon¨®micos y poco rentables. Estos gritos se renuevan siempre cada oto?o. Su resonancia es la misma. Comienza a levantarse el bosque de n¨²meros y palabras en los cuadernos, en las pantallas de los ordenadores. Maduran los membrillos. Se van los vencejos. Vuelven los escolares.
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