Un iceberg llamado Dogma
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Se?orita Julia rondaba desde hace a?os a Mike Figgis. Al principio le sugiri¨® la idea de una producci¨®n de lujo, interpretada por la francesa Juliette Binoche y el norteamericano Nicholas Cage. Pero las evasivas de ambos int¨¦rpretes obligaron al director a buscar otro camino para llevar a la pantalla la obra de August Strinberg. "Cuando abandonaron el proyecto, el presupuesto tambi¨¦n desapareci¨®. De repente todo el mundo se aterroriz¨®", afirma Figgis.Finalmente, Se?orita Julia se convirti¨® en una pel¨ªcula modesta, filmada en 16 mil¨ªmetros y con dos actores muy reconocidos (la inglesa Saffron Burrows y el escoc¨¦s Peter Mullan) pero no "instalados en su ego". "Casualmente, fue el ¨¦xito de mi pel¨ªcula Leaving Las Vegas lo que convirti¨® a Nicholas Cage en un actor muy caro e inaccesible. Qu¨¦ iron¨ªa", dice el director brit¨¢nico.
Burrows y Mullan llevaron ayer el drama entre una joven arist¨®crata y su lacayo a la pantalla grande del Kursaal. Una pel¨ªcula que "es teatro", contin¨²a Figgis, "porque en ella lo que ocurre no sucede, sino que se representa: la muerte es un chorro de agua roja y el sexo son dos personas hablando de sexo. Es un drama dentro de una tradici¨®n y de un contexto".
Cuando un periodista pregunt¨® a Figgis qu¨¦ opinaba del poder del dinero en la industria del cine despu¨¦s de la frustrante batalla que hab¨ªa mantenido por realizar este proyecto, el director advirti¨® del nuevo poder que est¨¢ adquiriendo la figura del Dogma (el movimiento de cineastas europeos que, encabezados por el dan¨¦s Lars von Triers, prescinde de cualquier artificio t¨¦cnico y de imposturas autorales) o de pel¨ªculas casi artesanales como la norteamericana The blair witch project. "Simpatizo con el Dogma, son la punta de un iceberg imparable. He seguido de cerca este movimiento, al que esta pel¨ªcula, que tiene m¨²sica y luz artificial, l¨®gicamente no pertenece, y creo que son la demostraci¨®n de que una pel¨ªcula puede costar lo que cuesta una c¨¢mara y poco m¨¢s. Es un fen¨®meno imparable, que hace tambalear los esquemas actuales de la industria".
Al plantearle cu¨¢l era la dificultad de llevar un texto cl¨¢sico al cine, Figgis arremeti¨® contra los cr¨ªticos: "El problema es que ante una adaptaci¨®n los cr¨ªticos se agarran al texto y juzgan seg¨²n unos c¨¢nones que jam¨¢s utilizar¨ªan con una pel¨ªcula de tiburones".
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