Ponce, por la Puerta del Pr¨ªncipe

Enrique Ponce sali¨® ayer a hombros por la Puerta del Pr¨ªncipe de la Maestranza, al cortar tres orejas en una actuaci¨®n en la que destacaron las dos buenas estocadas con las que mat¨® a sus toros, y algunos momentos de bell¨ªsima factura al torear al natural al quinto de la tarde. El premio, sin embargo, se antoja exagerado; sobre todo porque su actuaci¨®n en el segundo no fue absolutamente redonda para merecer el premio de las dos orejas. De todos modos, la exigencia de esta plaza ha ca¨ªdo hasta extremos insospechados, y la personalidad de los presidentes es un valor sin cr¨¦dito alguno. Lo ¨²nico importante de su primera faena fue la gran estocada, memorable, con la que pasaport¨® al animal. Antes hab¨ªa mezclado algunos muletazos estimables con otros movidos y sin inter¨¦s. Su labor en el quinto fue medida y artista por ambos lados, aunque con altibajos ante un toro noble, que se arrincon¨® en las tablas. El punto culminante fue una tanda corta de naturales, plenos de profundidad y gracia. Volvi¨® a volcarse sobre el morrillo y la Maestranza, emocionada, se lo llev¨® a hombros por la puerta de la gloria.Cuando un torero se va, todo el respeto del mundo. Si adem¨¢s se despide en Sevilla, la Maestranza se pone de pie y le dedica una larga y emocionada ovaci¨®n. As¨ª ocurri¨® ayer con Litri, un joven de 31 a?os que se retir¨® de los toros despu¨¦s de 12 temporadas de alternativa y 1.007 corridas en su haber. La despedida no fue triunfal; especialmente porque el torero no vive su mejor momento, lo que ha debido pesar a la hora de colgar el traje de luces. Los nervios y su inseguridad influyeron para que la tarde del adi¨®s adquiriera un tinte amargo. Se mostro inhibido y sin confianza toda la tarde, aunque es justo reconocerle el esfuerzo realizado ante su codicioso primero, que exig¨ªa experiencia y confianza. Litri consigui¨® tres tandas de naturales despegados y de escasa profundidad, pero muy emotivos. Fue una faena precipitada, en la que prevaleci¨® la pasi¨®n por la codicia del toro sobre la emoci¨®n del buen toreo.

El cuarto era un marrajo, muy complicado, que exig¨ªa un torero pleno de facultades. Litri lo mat¨®, recogi¨® una gran ovaci¨®n y descans¨®.

El Juli no quiso ser menos y puso la plaza boca abajo en el ¨²ltimo de la tarde. Lo recibi¨® con una larga cambiada en la puerta de chiqueros, lo veronique¨® primorosamente y enardeci¨® al p¨²blico en el tercio de banderillas. Brind¨® a sus dos compa?eros de terna, y la faena de muleta, que se presum¨ªa triunfal, qued¨® en una decepci¨®n. El toro se vino abajo y la voluntad del torero no pudo levantar las esperadas pasiones. Su primero fue un manso astifino, con el que se luci¨® a la ver¨®nica, pero que se acobard¨® en el tercio final. El Juli lo intent¨® en vano, porque ni el toro ten¨ªa calidad ni el torero se mostr¨® en toda la tarde en estado de gracia con la muleta.