Solemnidad y emotividad

Aunque la traducci¨®n simult¨¢nea no se oy¨® en amplias zonas del teatro, los aplausos obligaron a G¨¹nter Grass a corresponder por segunda vez al p¨²blico porque incluso a aquellos palcos a los que no lleg¨® en espa?ol el discurso de su mejor literatura les alcanz¨® el esp¨ªritu de una voz cargada de convicci¨®n y que son¨®, de nuevo, como la conciencia cr¨ªtica del siglo que termina.No fue el ¨²nico desajuste. Tambi¨¦n hubo un lapsus en el orden con el que los 12 galardonados este a?o con los ocho premios Pr¨ªncipe de Asturias hicieron su entrada en el teatro Campoamor, a los sones del Concierto de Aranjuez, de Joaqu¨ªn Rodrigo, en homenaje al maestro desaparecido, premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes en 1996.

Pero nada de ello, ni aun el calor que un a?o m¨¢s tuvieron que soportar durante hora y media los 1.600 invitados -representantes de la econom¨ªa, las finanzas, la cultura, la pol¨ªtica, la ciencia, el deporte y la vida social-, logr¨® desdibujar una ceremonia que cobra cada a?o mayor solemnidad institucional, m¨¢s amplia proyecci¨®n internacional y una creciente emotividad. Al extremo que ni un amplio palmar¨¦s de ¨¦xitos relevantes como el que exhibe Steffi Graf fue suficiente para eximirle de incurrir en la emoci¨®n, que apenas logr¨® contener por dos veces.

La Reina sigui¨® el acto, como es costumbre, desde un palco, en una calculada decisi¨®n protocolaria para no restarle protagonismo al Pr¨ªncipe. La acompa?¨® el presidente de Colombia, Andr¨¦s Pastrana. En el escenario, frente a los galardonados, confluyeron por vez primera la Iglesia -el arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, y el obispo auxiliar de Oviedo, Atilano Rodr¨ªguez- y los sindicatos -C¨¢ndido M¨¦ndez, secretario general de UGT-, junto a la representaci¨®n del cuerpo diplom¨¢tico y los representantes oficiales de los Gobiernos de Espa?a -el vicepresidente Francisco ?lvarez Cascos y el ministro de Cultura, Mariano Rajoy- y de Rusia: su ministro de Asuntos Exteriores, Igor Ivanov. Con Ivanov, la Reina departi¨® breve pero afectuosamente a su llegada al hall del coliseo ovetense. Eso fue instantes despu¨¦s de que se hubiera podido ver a G¨¹nter Grass escudri?ando por una cristalera el recibimiento que tributaron a la Reina y al Pr¨ªncipe los ovetenses congregados en la calle.

El esp¨ªritu cosmopolita y universal de los premios -la ceremonia fue seguida por 1.000 periodistas de 74 medios de comunicaci¨®n de Europa, Am¨¦rica, China y Jap¨®n, y las im¨¢genes se transmitieron por Internet a 170 pa¨ªses- no fue ¨®bice para la exaltaci¨®n, un a?o m¨¢s, de lo vern¨¢culo y lo local: el Pr¨ªncipe enton¨® el Asturias patria querida a los sones de una banda de gaiteros y los galardonados, de ocho nacionalidades, fueron despedidos con una buc¨®lica melod¨ªa rural asturiana.