El Bar?a vuelve a derretirse en Riazor
Dos goles en el primer cuarto de hora tumban al grupo de Van Gaal
El Deportivo es un equipo extra?o, capaz de lo m¨¢s brillante y de lo m¨¢s pat¨¦tico, pero en un aspecto nunca suele fallar: en su estadio, ante los grandes, siempre exhibe la cara m¨¢s brillante. Anoche, adem¨¢s, se encontr¨® con el camino asfaltado desde el primer minuto gracias a la nefasta actuaci¨®n de la defensa azulgrana y, en especial de Dehu, quien dej¨® solo a Makaay un par de veces y permiti¨® que en s¨®lo un cuarto de hora el Deportivo abriese una brecha insalvable. Reducido a escombros, el Bar?a vivi¨® la primera parte al borde de la goleada. Tras el descanso, Van Gaal orden¨® un ataque desesperado que no surti¨® m¨¢s provecho que el de reducir distancias, aunque al menos maquill¨® la penosa imagen de la primera parte, seguramente la peor de toda la temporada.El partido se convirti¨® desde el principio en una especie de pel¨ªcula maniquea, con villanos mal¨ªsimos y h¨¦roes bondadosos y rutilantes. El papel m¨¢s feo le toc¨® a Dehu, que rememor¨® el cat¨¢logo de desastres exhibido en Soria por Bogarde y demostr¨® que entre las indudables virtudes de Van Gaal no figura el buen ojo para fichar centrales. Las torpezas del defensa franc¨¦s encumbraron al hombre que ten¨ªa que vigilar, Makaay, quien al cuarto de hora ya hab¨ªa logrado dos goles y despejado el camino para el triunfo.
El primer gol trastorn¨® a todo el Bar?a y desquici¨® en especial a Dehu, quien un cuarto de hora despu¨¦s volvi¨® a abrir cort¨¦smente la puerta a Makaay. El franc¨¦s, a pocos metros del ¨¢rea, quiso dar un pase adelantado a Rivaldo que intercept¨® sin problemas Manuel Pablo. Al avanzar con la pelota, Dehu hab¨ªa vuelto a dejar solo a Makaay, y Manuel Pablo no tuvo m¨¢s que meter un pase en profundidad para que el holand¨¦s encasquetara el segundo en la porter¨ªa de Arnau. Ante la magnitud del desastre, Dehu acab¨® como lateral derecho para dejar a Reiziger su puesto en el centro de la defensa. En el descanso, Van Gaal aprovech¨® para quit¨¢rselo de en medio.
Los dos goles tan tempranos dejaron al Bar?a electrocutado. En toda la primera parte s¨®lo intimid¨® con un remate al poste que, adem¨¢s, parti¨® de un jugador rival, Naybet, quien hab¨ªa despejado de cabeza hacia atr¨¢s.Cuando se apagan todas las luces, el Bar?a siempre puede confiar en alg¨²n fogonazo de Figo o de Rivaldo. Pero ambos estaban tan desconectados del resto del equipo que ni siquiera tuvieron ocasi¨®n de ensayar alg¨²n alarde.
En el descanso, Van Gaal decidi¨® lanzar un ¨®rdago. Prescindi¨® del hundido Dehu y de Abelardo, introdujo a Puyol y a Simao y apost¨® a todo o nada: mand¨® a Figo para la izquierda, coloc¨® a Rivaldo junto a Dani y pas¨® a jugar con cuatro delanteros y solo tres defensas. Durante alg¨²n tiempo, el plan no pareci¨® surtir efecto. El Barcelona se apropi¨® del bal¨®n sin encontrar soluciones ante un Deportivo cada vez m¨¢s agrupado atr¨¢s pero igual de peligroso en los contragolpes. Todo cambi¨® cuando Rivaldo, abroncado por un p¨²blico que sigue sin perdonarle su deserci¨®n, caz¨® el gol en un c¨®rner. A partir de ese momento, el partido empez¨® a girar como una ruleta enloquecida. Tanto pod¨ªa llegar el empate del Bar?a como la sentencia del Deportivo en cualquier contragolpe. Fueron momentos vibrantes, pero no sucedi¨® ni una cosa ni otra porque, a pesar de la agon¨ªa final, el partido estaba sentenciado desde mucho tiempo antes.
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