Miedo
ENRIQUE MOCHALES
La bandeja de entrada de mi correo electr¨®nico estaba desierta. Cuando reclam¨¦ aqu¨¦l mensaje acerca del ambiente en la X semana de Cine Fant¨¢stico y Terror de San Sebasti¨¢n, mi deudor le ech¨® la culpa al Comemails cibern¨¦tico. Seg¨²n ¨¦l, el Comemails es un ser que vive en el ciberespacio, con aspecto de camale¨®n y la lengua larga, muy larga, que atrapa los correos al vuelo. En el siglo XXI no debemos extra?arnos de que una nueva fauna moderna ocupe el lugar vacante de las especies extinguidas. Pero el pobre Comemails no da ning¨²n miedo. Los nuevos engendros que se pueden ver en la X Semana de Cine Fant¨¢stico y Terror de San Sebasti¨¢n no son tan simp¨¢ticos como el voraz Comemails. La industria del miedo evoluciona y los monstruos son cada vez m¨¢s repulsivos gracias al ordenador. Efectos especiales nunca antes so?ados abren un enorme horizonte de posibilidades en este g¨¦nero del cine. El susto se ha sofisticado, y la baba es m¨¢s moqueante que nunca. Pero, curiosamente, arrasan las pel¨ªculas de bajo presupuesto.
Hablar de terror es hablar de un tal Edgar Allan Poe, que cultiv¨® la pedanter¨ªa, la erudicci¨®n y el goticismo llev¨¢ndolos a los m¨¢s altos niveles de perfecci¨®n. Tambi¨¦n se entreg¨® al alcohol, al cual era hipersensible, y le conduc¨ªa a la hiperlucidez de la intoxicaci¨®n et¨ªlica. Poe muri¨® a los cuarenta a?os de delirium tremens, tras habernos dejado una soberbia producci¨®n de cuentos de terror. T¨¦ophile Gautier, por su parte, impregn¨® sus obras de literatura vamp¨ªrica con su aberrante pasi¨®n necr¨®fila. Y otro franc¨¦s, Guy de Maupassant, tras escribir sus relatos fant¨¢sticos, muri¨® en un manicomio, despu¨¦s de varios intentos de suicidio. Tres ejemplos para mostrarnos que los escritores de terror eran tipos raros. ?Fueron v¨ªctimas de sus terrores personales?
Si ahora tuviera lugar un hipot¨¦tico encuentro entre el escritor Poe y el fil¨®sofo Sartre, asistir¨ªamos a una curiosa charla en la taberna delante un vaso vac¨ªo. Jean Paul Sartre manten¨ªa, en El existencialismo es un humanismo, que el sentimiento de orfandad, la seguridad de que la existencia es ef¨ªmera e intrascendente, la sospecha de que nada debemos a nuestro origen, es el miedo y la angustia mas profunda a la que el hombre se ha enfrentado nunca. ?l lo llamaba "terror al vaso vac¨ªo", un concepto que sin duda Poe comprender¨ªa. El Horror Vacui se nos puede presentar dentado con colmillos de vampiro, envuelto en vendas o tocado con tornillos en la cabeza, pero seguir¨¢ siendo, al fin y al cabo, miedo a lo que nos depara la vida. En el cat¨¢logo cultural del miedo existencialista del que habla Sartre podr¨ªamos englobar El Grito, de Munch, Las Flores de Mal de Baudelaire, o El Lobo Estepario de Hesse. Obras grandiosas que trascienden, sin desmerecerlas, a las historias de fantasmas y de muertos que regresan de sus sepulcros. Miedo real a la p¨¦rdida del trabajo o de la pareja, el miedo a la enfermedad, a la muerte, a las crisis, a la soledad o al desamparo. Espectros que se cruzan en nuestro camino a lo largo de nuestra azarosa existencia.
Mi amigo, el que no me mand¨® el mail, me dijo por tel¨¦fono que s¨®lo exist¨ªa una persona en el mundo que desconoc¨ªa las sensaciones que provoca el miedo, y que la hab¨ªa invitado a la X Semana de Cine Fant¨¢stico y Terror de San Sebasti¨¢n. El caso es que ese tipo raro no se asustaba. Su defecto lo deb¨ªa a una anormalidad en la corteza cerebral, que aislaba la mente de los impulsos qu¨ªmicos que desatan el temor y la angustia. ?Era posible vivir sin miedo?, se preguntaba mi amigo; ?era posible que esa persona careciese del mecanismo b¨¢sico del instinto de supervivencia? Con su invitado no serv¨ªan de nada los colmillos, las babas, los ruidos de cadenas o los aullidos en la noche. No disfrutaba con las pel¨ªculas de terror. ?C¨®mo hacer que aquel hombre fuera depositario, al menos, de un susto memorable durante la X Semana de Cine Fant¨¢stico y Terror de San Sebasti¨¢n?
"Despu¨¦s de la pel¨ªcula, ll¨¦vale a cenar al restaurante Akelarre", le aconsej¨¦, "luego pres¨¦ntale la cuenta".
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